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José María Rodríguez: de alcalde de Palma en la sombra a apestado

Era el hombre que manejaba como nadie la maquina de captar votos del PP. Tenía a sus órdenes a presidentes, consellers y ediles. Controlaba las barriadas de Palma como su casa; hasta que fue obligado a dimitir de Delegado del Gobierno

José María Rodríguez.

«Es lunes y estoy en mi despacho». Esta frase que quedará para la historia de la política balear la pronunció José María Rodríguez, a la sazón conseller de Interior del Govern de Jaume Matas y todopoderoso secretario general del PP. Quien le llamaba era Eugenio Hidalgo, alcalde de Andratx, que tenía la Guardia Civil en las puertas de su despacho a punto de detenerlo por corrupción urbanística en el municipio. Hidalgo pedía auxilio a quien creía que tenía el poder absoluto en Balears para librarse de la Benemérita.

El viejo zorro de Rodríguez sabía que el primer edil de Andratx tenía el teléfono pinchado y soltó la mítica frase para dejar claro que de su boca no saldría ni un atisbo de complicidad en favor de Hidalgo que pudiera implicarle, ya que el de Andratx tenía la Guardia Civil pisándole los talones.

Y es que Don José María, como le llamaban muchos en el partido, era el hombre que lo controlaba todo, incluso sabía quién tenía el teléfono intervenido. Llegó a la primera línea política en Palma con el alcalde Joan Fageda y fue durante varias legislaturas el verdadero primer edil en la sombra. Nada se decidía en el ayuntamiento y mucho menos en el PP de Palma sin el visto bueno de José María Rodríguez. Gabriel Cañellas lo sabía y lo mantuvo controlado en Palma, sin sobrepasar los dominios de la capital para salvaguardar su liderazgo.

Las dos legislaturas del alcalde Joan Fageda fue su teniente de alcalde, el hombre que mandaba en la Policía, Emaya y un control absoluto en las barriadas de Palma. Su red de captación de votos se decía que era una auténtica maquinaria y lo demostraron las tres mayorías absolutas seguidas del PP en Palma. Dos de Fageda y una de Catalina Cirer. Con la alcaldesa tuvo sus más y sus menos, pero siguió ejerciendo su poder absoluto.

La caída de Cañellas, obligado a dimitir por el caso Túnel de Sóller, le abrió el camino a Rodríguez para hacerse con el control de todo el partido. No fue inmediato, tuvo que esperar cuatro años del primer Pacto de Progreso que permaneció haciendo y deshaciendo en el ayuntamiento de Palma.

Jaume Matas preparaba su regreso a Balears desde el ministerio de Medio Ambiente y sabía que sin la maquinaria de Rodríguez era del todo imposible. Aquí le abrió las puertas y lo nombró secretario general. Don José María tomó el mando del partido y extendió su aparato electoral de Palma a todas las islas para ganar las elecciones. Su poder era absoluto y la información era su arma. Se decía que guardaba carpetas con dossiers de mucha gente y ello lo convertía en una persona temida por los suyos y también por los adversarios.

En Palma las desavenencias con la alcaldesa Catalina Cirer empezaron a ser difíciles de superar y Matas, tras ganar las elecciones en 2003, lo nombró conseller de Interior. Cirer puso como condición a Matas para volverse a presentar como alcaldesa que Rodríguez no fuera a las listas del Ayuntamiento y el exministro se lo llevó al Govern.

No obstante, Rodríguez no dejó de controlar Cort. Allí dejó a varios jóvenes formados políticamente bajo su regazo. Es el caso de Álvaro Gijón, Pedro Álvarez o José María Sierra. Rodríguez tenía ojos en el Govern y en el Ayuntamiento sin moverse de su despacho.

En 2007 el PP pierde el Govern a manos de un nuevo Pacto comandado por Francesc Antich. En estos cuatro años Rodríguez fue diputado y se le conoce como uno de los parlamentarios más activos. Fue líder de preguntas e iniciativas y uno de los inventores del «cortar y pegar»: presentar cientos de preguntas con el mismo contenido y solo cambiando un nombre o una palabra para que pareciera diferente y saturar al Govern. Desde su escaño seguía controlando el partido y la llegada de José Ramón Bauzá al PP no le afectó. El expresident y ahora europarlamentario de Ciudadanos llegaba de Marratxí y sin ninguna ascendencia en el partido. Sabía que necesitaba a Rodríguez. Por ello lo designaron senador autonómico, cargo al que permaneció durante seis meses y con la victoria de Mariano Rajoy en diciembre fue nombrado Delegado del Gobierno. Mientras tanto seguía siendo el todopoderoso presidente del PP de Palma. Nadie se atrevía a dejarle de lado, tal vez por la información de cada uno de sus compañeros de partido que tenía cautelosamente guardada en sus archivos.

Repudiado por los suyos

En la Delegación del Gobierno tan solo pudo permanecer de enero a julio de 2012. Fue obligado a dimitir precisamente tras su imputación por el caso Over. Fueron los momentos más duros de Rodríguez, ya que Bauzá y el entonces alcalde Mateo Isern pusieron en marcha un plan para arrebatarle su atalaya del PP de Palma. Rodríguez era repudiado por los suyos. Don José María ya no era temido y terminó siendo apestado por la mayoría de gente del PP. Solo su inseparable y fiel Paco Frau permanecía a su lado. El resto de dirigentes se apartaron y ya no acudían a sus cafés en el Diplomatic.

Su esposa era una de las propietarias de una de las más famosas joyerías de la calle Platería de Palma. Por ello, se cuenta que cuando le interrogaban por posibles cobros y comisiones, Rodríguez afirmaba: «Solo con el polvo de la tienda de mi mujer puedo vivir». Era una forma de dejar claro que él no necesitaba meter mano en el cajón para subsistir.

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