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Millonarios extranjeros se lanzan a la compra de viñedos en Mallorca

El 30% de las fincas vinícolas y bodegas de la isla que cuentan con denominación de origen o indicación geográfica protegida ya están en manos de empresarios europeos, sobre todo alemanes y suecos

Viñedos de la finca Es Fangar. Willy

Cerca del 30% de las bodegas de la isla con denominación de origen o indicación geográfica protegida ya está en manos de empresarios extranjeros. Son compras que están a medio camino entre la afición y el negocio. «También pesa el prestigio social, el poder decir ¡tengo mi propia bodega! Y ya hemos visto que en algunos casos de personajes famosos, como actores, eso no ha funcionado», advierte a este diario un vinatero local con experiencia que pide anonimato. Y es que el mundo del vino en Mallorca es bastante hermético cuando se empiezan a hacer preguntas sobre estas operaciones que están llevando a cabo extranjeros de alto poder adquisitivo, sobre todo europeos.

«Están buscando viñedos, el otro día me preguntaron si sabía de alguna bodega que se vendiese», relata a este periódico otra profesional de la isla. Y es que la demanda de fincas para cultivar vid es creciente porque va unida a la inversión inmobiliaria. «También es una manera de resolver la sobreacumulación de capitales de las grandes fortunas», opina el profesor de Geografía de la UIB especializado en Turismo Macià Blázquez. En el caso de fortunas más medianas, «buscan una casa con mucho espacio alrededor para poder sembrar una o dos hectáreas de viña con el fin de elaborar su propio vino», lo que equivaldría a una producción de unas siete mil botellas, explica otro productor local a este rotativo.

Muchos de los vinos extranjeros que se elaboran en la isla son de gran calidad y están bajo el paraguas de la Indicación Geográfica Vi de la Terra de Mallorca, formada por cerca de setenta bodegas. Dieciocho son de capital extranjero: Bodega Santa Catarina (Sencelles), Ses Rotes (Esporles), Bodega Son Mayol (Establiments-Palma), Bodegas Can Vidalet (Pollença), Castell Miquel (Alaró), Xaloc (Pollença), Can Axartell (Pollença), Can Sureda (Pollença), Mandia Vell (Manacor), Oloron (Alaró), Ava Vi (Biniali, Sencelles), Binivista (Biniali, Sencelles), Cap Andritxol (Sencelles), Conde de Suyrot (Colònia de Sant Pere-Artà), Maruccia (Llucmajor), Resident Wein (Carretera Binissalem-Biniali), Son Campaner (Sencelles) o Son Juliana (Santa Eugènia). A éstas pueden sumarse tres bodegas más con sello de calidad: Bodega Biniagual (con DO Binissalem) y Finca es Fangar (Felanitx) y Cas Beato (Capdepera) de la DO Pla i Llevant.

Fuera de estas denominaciones, muchas otras fincas producen sus propios vinos. Es el caso por ejemplo de s’Estaca, donde Michael Douglas, siguiendo el legado del Arxiduc Lluís Salvador, cultiva vid y elabora un vino tinto joven que lleva el nombre de su hijo mayor, Cameron, un gran reserva dedicado a su padre, Kirk, y otro malvasía llamado S’Estaca. Quien pronto también podrá presumir de vino propio en Mallorca es el magnate de Virgin Richard Branson, propietario de Son Bunyola, en Banyalbufar, donde también recuperará la malvasía.

En Felanitx también son destacables las bodegas Castell del Sud, del empresario Eduardo Castro Wright, nacido en Ecuador con nacionalidad estadounidense. Un ejecutivo que llegó a ser vicepresidente de la multinacional de grandes almacenes Walmart. O la finca Los Dos Caballeros, en Inca, también consagrada al alquiler vacacional, del antiguo banquero de inversión alemán Walter Kraushaar y su socio estadounidense William Stanley. Están arrendando parcelas a los amantes del vino desde 120 euros al año por seis vides que producirían seis botellas.

El hasta aquí expuesto es un extenso listado, pero hay muchos más terrenos con sus propios viñedos que están en manos extranjeras. Según datos de la conselleria de Agricultura, en el año 2000 había registradas 1.200 hectáreas totales de viña en Balears, en 2020, 2.000. El boom, en gran parte debido a la inversión internacional, ha sido tal que el Govern limitó a principios de 2021 la expansión de nuevos viñedos con una serie de restricciones para evitar la saturación del mercado y la distorsión de precios, pero también para poner freno a la posible especulación con las siembras de vid. En la nueva normativa, se fijan unos criterios de permanencia, por los que un productor debe tener una antigüedad de tres años para poder arrancar sus viñas en cualquier comunidad autónoma y replantarlas en las islas. Además, también se establece una permanencia mínima de cinco años de producción para el nuevo viñedo. Aún están por ver los resultados de estas restricciones. De momento, para este 2022 Agricultura tramita diez expedientes para construir nuevas bodegas en la isla, de las que seguramente una parte son de capital extranjero. La conselleria rechazó dar las nacionalidades de los proyectos «por una cuestión de protección de datos».

En este 2022, uno de los proyectos que se inaugurará es la bodega Binivista (Biniali), donde se ha llevado a cabo una potente inversión extranjera, en concreto danesa, por parte del empresario Søren Svenningsen, quien ha optado por un modelo de negocio en el que se requiere ser miembro de un club para poder adquirir los vinos.

Si se trata de buscar al pionero de estas inversiones extranjeras en viñedos mallorquines, hay que retroceder al año 1985, cuando el sueco Stellan Lundqvist fundó en Andratx la bodega Santa Catarina, recuperada por sus herederos en unos terrenos de Sencelles. También son de fortunas procedentes de Suecia Ses Rotes, en Esporles, de Emelie y Dan Marsh, y bodega Olorón en Alaró, de Christer Gardell, cofundador de la sociedad de inversión Cevian Capital.

Como no podía ser de otra manera, la mayoría de bodegas extranjeras de la isla son alemanas. El primer empresario germano en invertir en vino fue Johan Matzen, que fundó Can Vidalet hace unos 20 años. Otro inversor con gran capital que adquirió viñedos fue Klaus Graf, empresario de derivados del acero, que presidió Teka y construyó Puerto Portals. Fundó la bodega Biniagual. Ahora está al frente su hija Corinna.

Son también cellers de origen germano Can Axartell de Pollença, propiedad del magnate de la cosmética Hans-Peter Schwarzkopf, o Cas Beato, en Capdepera, fundada por el propietario de las perfumerías y droguerías Müller, Erwin Franz Müller, también dueño del golf de Canyamel. Quien también desembarcó en Mallorca fue el doctor Michael Popp, propietario de la firma farmacéutica y de hierbas medicinales Bionorica. Produce vino en la finca Castell Miquel, en Alaró. En Son Juliana, en Santa Eugènia, produce sus caldos Günther Zimmer, el empresario que inventó y patentó sistemas de frenado y sujeción industriales. El cantante alemán Peter Maffay también hace vino en Can Sureda. Y el capital ruso también prensa uva mallorquina: produce sus botellas en la bodega Cap Andritxol, en Sencelles.

Mención aparte en todo este flujo de inversiones millonarias merece Es Fangar, por ser una de las más ambiciosas. Ahora se vende. Pedían cien millones de euros. La adquirió Peter Eisenmann, un multimillonario propietario de una fábrica de talleres de pintura para el negocio de automóviles que se declaró en bancarrota. La consecuencia fue poner a la venta la finca, una de las más grandes de toda Mallorca. «Ahora mismo alquilan algunas hectáreas de sus viñedos a otros productores de la zona», aseguran fuentes conocedoras del mundo vinícola en la isla. Pese a ello, «en Es Fangar siguen produciendo sus botellas, están activos».

En toda esta historia, es preciso traer a colación un nuevo proyecto que da servicio a extranjeros que desean producir su propio caldo. «Se llama WeinWert y está en el emblemático castillo de Alorda en Algaida. Hacen vino para terceros, sobre todo para clientes de fuera que en Mallorca poseen un chalet o una casa. Les plantan las viñas y les producen el vino». Esta nueva propuesta y su manera de proceder incomodaron a una parte del sector vinícola local. En la isla también hay asesorías para introducirse en la viticultura, es el caso de Mallorca Vineyards, que cuenta con técnicos y agrónomos que diseñan proyectos integrales. Han trabajado y dado forma a varias bodegas de inversión extranjera importantes en la isla.

Explica una experta en vinos que bastantes de estos proyectos de capital extranjero están enfocados al enoturismo. «A través de esta actividad hacen la mayoría de ventas». Aliados con las agencias turísticas alemanas, llevan a los visitantes a ver las bodegas, les organizan degustaciones y otro tipo de actividades de ocio. Es decir, son negocios turísticos. «Las bodegas de propiedad mallorquina están más enfocadas en la calidad del vino y no tanto en el enoturismo», señala esta experta. «Pero es cierto que muchas de aquí se van acercando a ese modelo para obtener más ingresos», apunta. Una parte importante de estos vinos elaborados por extranjeros en Mallorca son para vender y ofrecer a sus contactos. Aunque no en todos los casos es así. Por ejemplo, Can Vidalet, de propiedad alemana, vende más aquí que fuera. Para la elaboración de estos caldos, los propietarios extranjeros suelen contar con profesionales de la isla que están bien formados. También para el cuidado de los cultivos cuentan con payeses locales.

Otra cuestión que inquieta a los vinateros locales es que algunas bodegas extranjeras de la isla que tienen detrás un gran capital consiguen antes ayudas europeas que los cellers pequeños «porque tienen más capacidad para cumplir los requisitos».

Si bien es cierto que muchas de estas inversiones han recuperado possessions en estado de ruina, no se puede obviar otro tema que está siendo denunciado por los grupos ecologistas: es el presunto aprovechamiento que algunos inversores hacen de la ley agraria autonómica que está actualmente en vigor. «Si tienes dos hectáreas de viña puedes hacer una construcción agraria. Lo que pasa es que si fuéramos a mirar estas edificaciones, esa condición agraria sería más bien discutible», advierte Jaume Adrover, portavoz de Terraferida. «Cuidado, la agricultura no puede ser un coladero para hacer edificaciones y chalets en foravila», concluye Miquel Coll, presidente de APAEMA.

Agricultura tramita diez proyectos de nuevas bodegas

La recuperación económica tras la crisis de la covid y el regreso del turismo a la isla están incentivando nuevos proyectos para construir bodegas. En estos momentos, la conselleria de Agricultura tiene diez expedientes abiertos en distintas fases de tramitación. Estas nuevas propuestas de instalaciones estarían ubicadas en Sencelles, Esporles, Santa Maria, Sineu, Alaró, Selva, Inca, Palma, Manacor y Santa Eugènia. Precisamente, en este último pueblo hay un proyecto que aún no se ha desarrollado, que está en tramitación a la espera de una exoneración de Agricultura y que levantó mucha polémica por sus considerables dimensiones. Es un macroceller impulsado por la empresa Boc de l’Arxiduc, propiedad de una familia checa. El GOB lo denunció públicamente y se opuso por el elevado impacto paisajístico que tendría dicha construcción en suelo rústico.

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