En el número 187 de la calle Comte d’Urgell, en pleno Eixample de Barcelona, se ubica la que hasta ahora ha sido la segunda casa de miles de estudiantes mallorquines. Se inauguró en 1929 como Residència d’Estudiants de Catalunya, y en 1939 se rebautizó como Col·legi Major Ramon Llull.

El nombre de un mallorquín ilustre para referirse a la residencia de estudiantes más antigua de Cataluña, en la que casi la mitad de los universitarios residentes han sido, hasta ahora, de Balears.

Hasta ahora, porque el histórico colegio mayor acaba de cerrar sus puertas para siempre. Una decisión del rectorado de la Universitat de Barcelona y la Diputació de Barcelona, propietaria del edificio, que estudiantes de todas las localidades han intentado revocar por todos los medios.

Movilizaciones, protestas y una intensa campaña estudiantil ha intentado salvar sin éxito la institución, que alberga una larga historia como colegio mayor y se convertirá ahora en un edificio dedicado a la investigación, si bien la decisión pesa a muchos antiguos estudiantes y universitarios.

«En la residencia Ramon Llull pasé los mejores años de mi vida, es una pena que otros alumnos no puedan vivir lo mismo que viví yo», cuenta Marga Coca. La joven palmesana residió en el colegio mayor durante dos años, mientras estudiaba Farmacia, y asegura que nunca olvidará lo que vivió allí.

La joven farmacéutica Marga Coca. | FIRMA FOTÓGRAFO

La tradición se transmitía entre generaciones: «Estuve a punto de ir a otra residencia, pero mi tío me dijo que fuera a la Ramon Llull, que me iba a encantar», explica. «Ahora mi primo va a estudiar a Barcelona y tenía muchas ganas de que fuera allí... no va a poder ser», lamenta Coca.

Cada vez que viaja a Barcelona, el colegio mayor, situado en un pasaje peatonal del recinto de la Escuela Industrial, es «parada obligatoria». Allí saluda a los trabajadores y el personal que la acompañó durante dos años, como la entrañable Elena, que regentaba el bar y hacía las veces de «abuela de todos los estudiantes».

Por su parte, Andrés Pozuelo vivió en el colegio mayor en su segundo año de carrera y recuerda la «gran familia» que formó en el centro. «Yo venía de otra residencia muy distinta, en Ramon Llull me sentí más acogido, éramos todos una familia», recalca.

Andrés Pozuelo, ingeniero mecánico. | @LUISCLARM

«Al salir de la isla cuesta un poco irte a vivir a una ciudad grande como Barcelona. Allí encontré el ambiente que necesitaba, me sentí apoyado por mucha gente, la mayoría mallorquines como yo», continúa.

Para Pozuelo, que estudió Ingeniería Mecánica, el cierre del centro es una «pena enorme», pero «la decisión ya estaba tomada». Lo cierto es que el convenio de la Universidad de Barcelona y la Diputació de Barcelona se extinguió en 2019, pero se amplió gracias al intenso movimiento estudiantil. Sin embargo, esta última vez ha sido inevitable, por mucho que los universitarios hayan tratado de aguantar el pulso por salvar el que ha sido su segundo hogar en Barcelona.