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OPINIÓN

Cort hundirá al Govern de Progreso

Sonia Vivas

Este artículo iba a titularse «Sonia Vivas hundirá al Govern del Pacto». Sin menospreciar el poder cataclísmico de Sonia Vivas, que nunca debió entrar en política salvo como catapulta de la derecha, la soberbia pereza de la concejala de Podemos obliga a relativizar su capacidad destructiva. Además, su responsabilidad absoluta en el escándalo de la Pride Immobilien Week no se extiende a otros disparates de Cort, que serán más decisivos para cancelar el largo paréntesis de ocho años de izquierdas.

Este artículo se titula «Cort hundirá al Govern de Progreso», pero solo porque obedece a la ortodoxia periodística de comportarse con la presunción de que se avanza el futuro. Sería más exacto el encabezamiento «Cort ha hundido al Govern de Progreso», presentado como un hecho consumado y de factura irreversible. En Balears no se confeccionan encuestas dignas de tal nombre. Pese a ello, cuesta imaginar que la mayoría absoluta PP/Vox en regiones tan socialistas como Andalucía o en el conjunto del país no tenga un refrendo en el archipiélago. Y por si quedaba alguna duda, el Ayuntamiento de Palma en minoría rematará la faena. Perdón, la ha rematado.

Este artículo debería haberse titulado «Hila hundirá al Govern de Progreso», por dos razones muy concretas. Es el alcalde dontancredista quien desacreditó a Alberto Jarabo para patrocinar la Pride Immobilien Week de Sonia Vivas, en una decisión clarividente. Y sobre todo, el inexplicable número uno de Cort comenzaba esta semana «dando por zanjada la crisis», que dos días después le ha estallado en pleno rostro. Sin duda es un ser profético, pero nadie responsabilizaría a Hila de nada, por lo que se ha decidido generalizar a Cort el núcleo de la debacle progresista balear. A efectos de voto, Palma aporta 420.000 de los 900.000 residentes en Mallorca, y de los 1.200.000 habitantes de Balears.

El titular «Cort hundirá al Pacto de Progreso» admite la refutación de disociar a la capital en manos de PP/Vox, mientras Balears sobrevive para las izquierdas. La experiencia no abona esta hipótesis. En los cuarenta años de autonomía, Palma y el Govern solo han estado en manos de conglomerados distintos de 1999 a 2003, último mandato del alcalde Joan Fageda y primero del president Francesc Antich. Nunca antes, y nunca después. La asimetría tiene una probabilidad por debajo del diez por ciento, insignificante para considerarla desde el periodismo.

Pese a la espectacularidad de las celebraciones gays y a la política tóxica de Sonia Vivas, sería injusto circunscribir el titular «Cort hundirá al Govern de Progreso» a la Pride Immobilien Week. El desastre municipal que contamina a todo el archipiélago progresista emana de un mínimo de tres disparates simultáneos:

Pride. Incluso quienes renegamos de los delitos de odio que se inventó Zapatero, advertimos el fluido venenoso del comunicado que Sonia Vivas atribuyó a Podemos y descargó sobre Neus Truyol. Los argumentos de la destituida coinciden con la extrema derecha que acusa a la concejala de Més.

Policía Local. En el accidente mortal en el que pretendieron desviar las culpas a la ciudadanía «porque el coche llevaba las luces encendidas», la concejala socialista Joana Adrover y la comisaria Antònia Barceló compitieron con Vivas en dañar al Pacto en Balears. Ambas debieron ser destituidas, por los mismos motivos que la regidora de Podemos.

Santa Catalina. Un barrio se ha erigido en portaestandarte ciudadano, ante los abusos en ruido y terrazas patrocinado por Cort (el autor no vive en la barriada en cuestión). Al quejarse de la pésima calidad de los habitantes de la zona, Hila fue más dañino para el pacto autonómico que Vivas.

El henchido Pacto de Progreso nunca se ha comportado como si disfrutara de mayorías exiguas, así en Palma (15 a 14), como en Mallorca o en Balears. Esta ignorancia se la apropia Hila al proclamar que «no es un tema de partidos, es un tema de personas». Es un tema de partidos, que por culpa del alcalde pierden miles de votos diarios.

En su tardía comparecencia, el visionario Hila que cerró el escándalo sin abrirlo se mostraba tan vacilante y tembloroso como si Sonia Vivas le hubiera destituido, en lugar de la lógica viceversa. El alcalde obedecía contra su voluntad la orden de Armengol. Su promesa chispeante de solventar la situación «igual que hemos superado una pandemia mundial» no solo lo equipara a la calamitosa Patricia Gómez. También confirma que el alcalde de Palma es lo mas parecido que ha dado Mallorca al candidato socialista a la Junta de Andalucía, de cuyo nombre todo el mundo y sobre todo los votantes prefieren no acordarse.

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