Las defensas pasan al ataque. Los abogados de Cursach y Sbert cargaron este martes contra la instrucción de la causa, arremetiendo con dureza contra los jueces Manuel Penalva y Miquel Florit y el fiscal Miguel Ángel Subirán, para pedir la nulidad del proceso y la consiguiente absolución. Ambos aseguraron que se vulneraron sus derechos fundamentales y que la investigación «se llevó a cabo de espaldas a las defensas», sin que ninguno de los dos tuviera la posibilidad de «declarar ante un juez imparcial». 

Los letrados Enrique Molina y Antonio Martínez llegaron a comparar a Cursach y Sbert con Rafael Vera, el exsecretario de Estado de Seguridad condenado por un secuestro de los GAL, y esgrimieron varias veces una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Aquel fallo consideró que el juez Baltasar Garzón «no respondía a la exigencia de imparcialidad», pero descartó que se hubieran vulnerado los derechos fundamentales de Vera.

En esta línea, Molina argumentó que la «instrucción [del caso Cursach] estaba completamente viciada por los intereses espurios del juez y el fiscal», en referencia a Penalva y Subirán. Su tesis orbita en la recusación del magistrado, que fue apartado del caso «por haber perdido la apariencia de imparcialidad» y posteriormente procesado por las presuntas irregularidades, para solicitar la nulidad de todas las diligencias llevadas a cabo. El abogado de Cursach argumentó que al haberse apartado a Penalva, el empresario «nunca tuvo la oportunidad de prestar declaración ante un juez imparcial». Y atacó entonces la actuación de Miquel Florit, que cuando asumió el asunto «no quiso tomar declaración a los acusados» antes de cerrar la investigación y llevar el caso a juicio. «No hay una instrucción justa ni imparcial. Es manifiestamente nula», sentenció.

Molina apuntó que «se debe revocar el auto de apertura de juicio oral», pero no para rehacer investigando, ya que «el plazo máximo de instrucción ha vencido» y «solo queda una sentencia absolutoria». 

El abogado de Cursach consideró también vulnerado su derecho de defensa por la posición de la fiscalía y las acusaciones particulares en sus escritos. «Ninguno de ellos atribuye comportamientos concretos a Cursach», aseguró, mientras exhibía el documento presentado por el ministerio público diez días antes del juicio, con páginas enteras tachadas, en el que recortaba drásticamente sus imputaciones y desconectaba casi por completo al empresario de la trama corrupta en la Policía Local de Palma al retirar los cargos por cohecho.

La postura del abogado de Sbert, Antonio Martínez, fue casi calcada. También argumentó que Florit cerró la instrucción «sin darle la posibilidad de declarar ante un juez imparcial», pese a que tuvo casi tres meses y medio para hacerlo. Aseveró que buena parte de las diligencias llevadas a cabo por Penalva fueron bajo secreto de sumario y sin que su abogado pudiera interrogar a los testigos de cargo. «El juzgado era un búnker y las defensas, enemigos», sentenció. 

Martínez victimizó a Sbert asegurando que cuando estuvo preso «fue tratado como un terrorista» y se le prohibió recibir documentos de manos de su abogado. «Durante dos meses renunció a pagar la fianza pese a haber reunido el dinero porque tenía miedo de salir a la calle», añadió. También afirmó que cuando fue arrestado en febrero de 2017, «uno de los policías le pidió que incriminara a un político del PP, José María Rodríguez, o si no se iba a chupar cinco meses de prisión».

Sospechas sobre Florit

El abogado de Sbert, en sus críticas al segundo instructor de la causa, el juez Miquel Florit, aseguró que «fue engañado por su entorno». «No repitió las diligencias porque la fiscalía no se lo pidió para que no se destapara el pastel», dijo en clara alusión a Subirán. También acusó a Florit de haber firmado el auto de procesamiento de los acusados «creado por otra persona». El tribunal le pidió entonces que aclarase esta afirmación y Martínez emplazó al tribunal a revisar los mensajes de WhatsApp intervenidos en la causa contra Penalva y Subirán. Como hizo el representante de Cursach, el abogado de Sbert consideró que la única salida es la absolución de su cliente, ya que las diligencias son «nulas sin posibilidad de subsanación».

El resto de abogados defensores se adhirieron, al menos parcialmente, a estas cuestiones previas presentadas por Molina y Martínez. La segunda sesión del juicio finalizó sin que el abogado de Sbert acabara sus planteamientos iniciales, por lo que hoy seguirá haciéndolo. 

En el banquillo de los acusados se sientan 17 personas, después de que otros seis encausados, entre ellos la ex directora general de Turismo, Pilar Carbonell y el director de la discoteca Tito’s, Jaime Lladó, quedaran exculpados al retirarse todos los cargos contra ellos.

Cursach: «Estic emprenyat»

Cursach está «emprenyat». Así se lo dijo ayer en el patio de la Audiencia Provincial de Palma a una persona que se acercó a saludarle y le preguntó cómo estaba. Como ya hizo el primer día, el empresario llegó al Palacio de Justicia de la mano de su pareja, que no pudo acceder al edificio. En la puerta se encontró con su mano derecha en los negocios, Bartolomé Sbert, y ambos entraron juntos al juicio. A su salida no quiso responder a las preguntas de los periodistas, que intentaron en vano arrancarle una declaración.