Una persona acude a un conocido local de restauración de Palma. Lo primero que comenta es «vaya precios» cuando mira la carta. Solicita un sándwich de pollo. Cuarenta minutos después sigue esperando a que se lo sirvan. Cuando va a protestar, una camarera se disculpa con un «estamos desbordados». El cliente, harto, opta por abandonar el establecimiento sin haber comido y con el pensamiento de «aquí no vuelvo en mi vida», al considerar que los «precios son de lujo pero el servicio es una basura». Estos hechos son reales y se produjeron este mismo mes. Desde el sector no se oculta que estas situaciones se pueden estar dando, y se reconocen los serios problemas que están registrando a causa de las dificultades para encontrar personal cualificado, sumado a un boom en la demanda derivado de la intensa llegada de turistas.

La presidenta de la asociación de restauración de PIMEM, Eugenia Cusí, achaca buena parte de la responsabilidad en estas situaciones a las fuertes restricciones que su sector sufrió a lo largo de la pandemia.

Esta representante empresarial lamenta que durante dos años muchos negocios han tenido que permanecer cerrados o con su actividad notablemente recortada al haber tenido que limitarla a las terrazas.

Esta necesidad de mantener a una buena parte de las plantillas en ERTE o en el paro ha hecho, subraya Cusí, que muchos trabajadores del ramo han optado por buscar trabajo en otras actividades, y cita como ejemplo el de la seguridad privada, que ha vivido un aumento de trabajo durante este periodo.