Las islas ya vislumbran cada vez más cerca el relevo generacional médico creado en su propia tierra. La Universitat de les Illes Balears (UIB) graduó ayer a la primera promoción de médicos de la historia del archipiélago en una emotiva jornada llena de orgullo, felicidad y alguna que otra lágrima.

La facultad se implantó en el curso 2016-17 y después de seis largos años, un total de 60 alumnos (49 mujeres y 11 hombres) celebraron el final de su camino en el edificio Arxiduc Lluís Salvador con su toga amarilla en los hombros y el título entre las manos.

El acto empezó con la procesión académica y con la intervención del decano de Medicina, Miquel Roca, que trasmitió a los nuevos profesionales su reconocimiento y agradeció su perseverancia en una trayectoria difícil. Al finalizar su discurso, pidió a los médicos que se pusieran en pie para dedicar un aplauso a sus familiares, amigos y acompañantes, que seguían la graduación desde la parte trasera de la sala: «Ellos también se gradúan hoy por todo su esfuerzo», dijo Roca.

A continuación tomaron la palabra los alumnos Sergio Marín y Eugènia Cabrera, que en nombre de todos sus compañeros hicieron un repaso de los seis años de carrera y celebraron el hito logrado por todos. Después, uno por uno, los médicos subieron al estrado, donde las autoridades les entregaron la toga y el título entre aplausos y ovaciones.

Más adelante, las graduadas Marina Martínez y Laura Moreno leyeron junto a los demás médicos el juramento hipocrático. La promesa, que se leyó en catalán y en castellano y fue reafirmada por todos los nuevos médicos, estuvo marcada por la obligación de «velar al máximo por la vida humana», «guardar el secreto del paciente incluso después de su muerte», y «no utilizar los conocimientos médicos para violar los derechos humanos y libertades ciudadanas, ni siquiera bajo amenaza».

Por su parte, el rector de la UIB, Jaume Carot, subrayó en su discurso la importancia de una fecha clave y un hito conseguido, pese a las «dificultades» y el «alto nivel de exigencia»: «Habéis hecho historia, sois el orgullo de nuestra comunidad, los primeros médicos de la UIB», celebró.

Los 60 futuros doctores con sus profesores y las autoridades. | I.R.A.

Por último, la presidenta del Govern balear, Francina Armengol, clausuró el acto con unas emotivas palabras a los jóvenes: «Dedicar vuestra vida a salvar otras vidas es, sin duda, hermoso». La presidenta agradeció a las familias haber escogido «una facultad que estaba comenzando, y como todo lo que empieza, estaba llena de incertidumbre».

La líder del Ejecutivo autonómico también destacó que implantar Medicina en la UIB generó en su día «un debate social y político», y en este sentido agradeció al ex rector de la Universitat, Llorenç Huguet, por acompañarla en aquella «difícil lucha» que, finalmente, ayer dio sus primeros frutos. «La covid nos enseñó la importancia de invertir en salud, educación, ciencia e investigación», remarcó Armengol.

De esta primera promoción, la mitad de estudiantes son de las islas y la otra mitad procede de otras comunidades autónomas. Muchos de ellos han encontrado un segundo hogar en la isla, como José Antonio Zayas, un joven de 23 años procedente de Sevilla: «Vine a estudiar Medicina pensando que solo sería un año, pero al final decidí quedarme porque estaba muy a gusto en Mallorca con mis compañeros», explica. De su trayectoria destaca todo el conocimiento transmitido por sus profesores, que para él han sido «un gran ejemplo», y la agradable acogida por parte de los residentes.

Zayas tiene claro la especialidad que escogerá para su futuro: «Quiero ser anestesista», comenta satisfecho. En cambio, su compañera Margalida Sastre, también de 23 años, todavía no se ha decidido: «Ha sido muy duro, pero estoy muy contenta y orgullosa. Supe desde pequeña que quería ser médica», manifiesta la mallorquina, que pese a tener dudas respecto al futuro, sí aclara que le gustaría quedarse en la isla y que, en principio, no quiere dedicarse a la especialidades quirúrgicas o de quirófano.

Por su parte, Aida Pérez empezó la carrera de Medicina tras finalizar Ciencias Biomédicas en una universidad en Barcelona: «Se nota mucho la diferencia. Al ser un grupo pequeño, el trato con los alumnos ha sido muy cercano, de tú a tú», subraya la futura doctora, que indica que como especialidad escogerá entre Medicina Familiar o Pediatría. «Además, la facultad parece pequeña pero está muy bien equipada, no nos ha faltado de nada», remarca Pérez.

Con 29 años se afronta a un MIR que «da respeto» con la misma constancia con la que ha logrado sus dos títulos. Al igual que gran parte de sus compañeros, Aida Pérez empezará el próximo 20 de junio, después de un pequeño periodo de descanso, la etapa más intensa de preparación para la prueba de acceso a las especialidades médicas en España, que se celebrará a principios del año que viene: «Nos preparamos mucho tiempo antes porque es un examen difícil, todavía nos queda camino por delante».

El decano de Medicina, Miquel Roca, en palabras a este diario, recalcó que «montar una facultad con una pandemia de por medio no ha sido fácil» y agradeció la colaboración de las instituciones públicas, hospitales y centros de salud.

«Los médicos de Balears son muy buenos en asistencia e investigación. Solo nos faltaba la docencia de grado», resaltó: «Se han incorporado con pasión y se han volcado con los estudiantes». Para Roca, la facultad balear destaca por la «cercanía» que permiten los grupos reducidos, «difícil de igualar en otras facultades con 300 alumnos», y reiteró que «en los próximos cinco años se van a jubilar muchos médicos» que, por fin, verán su relevo generacional formado por primera vez en el archipiélago.