La acogida lingüística de personas procedentes de otros lugares se ha convertido en un reto vital y fundamental para territorios como Balears, el País Vasco o Galicia, donde conviven lenguas cooficiales. Por ello, el Club Diario de Mallorca organizó ayer una conferencia de expertos para encontrar soluciones de calado ante una realidad cada vez más importante. Estuvo moderado por la periodista Mar Ferragut.

El presidente de la Obra Cultural Balear, Joan Miralles, explicó que se trata de un tema «muy pertinente» porque Balears es tierra de acogida, donde se hablan más de 100 lenguas: «Forman parte del paisaje lingüístico, pero el catalán debe tener un trato especial de las instituciones y la ciudadanía». Recuerda que un 50 por ciento de la población que vive en las Islas ha nacido fuera y, por tanto, existe un «reto evidente» porque no tienen el catalán como lengua propia: «Tiene que haber una voluntad de integración e interés, y los que hablamos en catalán tenemos que evitar cambiar la lengua. Giramos la lengua pensando que hacemos un favor a la otra persona, pero no es así».

Los conferenciantes, ayer, junto a las autoridades en el momento previo al acto. | G.BOSCH

El miembro de la Comisión permanente da Mesa Pola Normalización Lingüística de Galicia, Paulo Filgueiras, apunta que un alumno puede hacer un curso sin saber gallego, pero no puede hacerlo sin saber castellano. En este sentido, afirma que Galicia no tiene una situación equiparable a un territorio como Cataluña, donde el numero de inmigrantes es mucho mayor: «Se cumplen 12 años del decreto contra el gallego del gobierno liderado por Alberto Núñez Feijóo, que fue la primera vez que se legisló para reducir la presencia del gallego en la enseñanza. En 2007 se establecía un 50% de gallego, pero el decreto de plurilingüismo de Feijoo decía que el máximo de gallego tenía que ser el 33 por ciento y las matemáticas no podían ser en gallego».

Expresa que ha habido una caída generacional en el uso del gallego, sobre todo en zonas urbanas, donde hay un porcentaje de gente nueva que no habla gallego: «Mantener la lengua en el instituto es difícil, algunos niños hablan gallego en casa pero en castellano en el colegio».

Vanesa Palomino y Hyun-Ju Chong Park ofrecieron su testimonio a los asistentes. | G.BOSCH

La técnica de normalización lingüística del Consorcio por la Normalización Lingüística de Cataluña, Esther Martí Accensi, relató que, hasta la década de 1990, todos los organismos funcionaban de forma autónoma, pero actualmente hay 22 centros de normalización lingüística. Otro de los retos importantes, apostilla, es la dinamización lingüística y que el catalán salga del aula: «Uno de los problemas es el complejo de inferioridad, no empezar la conversación cuando tiene dificultades es un desastre».

Martí lamenta que, pese a ser cooficiales tanto el castellano como el catalán, «a la hora de la verdad no lo son». Pese a ello, «somos proclives y tolerantes con todas las lenguas que vienen, porque la lengua es un elemento de cohesión social, y si una persona habla catalán, ya la consideramos como catalana, sea de donde sea»: «Falta educar a los catalanohablantes en la paciencia, para que los que no lo hablan no se sientan provocados». Además, critica que España no es un buen ejemplo de Estado plurilingüe.

Por otro lado, el secretario general de Euskalgintzaren Kontseilua, Paul Bilbao, reivindica que la lengua debe ser uno de los ejes sociales, aunque en el caso de Euskadi la acogida se suele dejar en manos de las organizaciones no gubernamentales, que no suelen tener una perspectiva lingüística: «Nos la jugamos en el ámbito educativo, es uno de los pilares para tener nuevos hablantes. Tenemos un problema de base porque el sistema educativo no garantiza a los inmigrante y nativos el conocimiento adecuado de las lenguas oficiales».

Bilbao también apunta que, en un contexto donde no están normalizadas las dos lenguas, el bilingüismo no existe, y por ello se debe crear la necesidad de utilizar el euskera: «Si hubiera un respeto por la pluralidad lingüística, incidiría en las políticas que hacemos».

El presidente de la OCB, Joan Miralles. G. Bosch

En este sentido, asegura que existe un problema en el poder judicial porque, por ejemplo, «un magistrado se permite decir cuánto catalán debe haber en un curriculum escolar. La involución es muy grave».

Al final de la conferencia, Vanesa Palomino y Hyun-Ju Chong Park ofrecieron su testimonio como aprendices de catalán. Palomino cuenta que es maestra de infantil y lleva casi un año en Mallorca. Aprendió catalán por necesidades relacionadas con el trabajo, pero manifiesta que la vergüenza es «un poco mala»: «Tengo que hablar más. Aprender idiomas no es difícil, incluso es agradable porque conozco la lengua del lugar en el que vivo».

Chong sostiene que, pese a vivir aquí desde hace 20 años, siempre tenía vergüenza de no entender a la gente de Mallorca que habla en catalán: «Poder entender a la gente de aquí me ha abierto nuevas puertas, estoy muy agradecida por las oportunidades».

Aun así, confiesa que muchas personas le hablan directamente en castellano, por lo que pide más oportunidades para aprender a hablar en catalán de forma presencial

«Conozco mucha gente de fuera que quiere aprender catalán, pero no hay clases. Cuando se aprende por obligación no disfrutas, pero si se organizan actividades, sí», añade.

Finalmente, la vicepresidenta del Consell de Mallorca, Bel Busquets, recordó que este debate está activo desde hace por lo menos 15 años, lo que obliga a gestionar la diversidad y la integración: «No vale con solo poner la presión sobre la ciudadanía, porque las instituciones tenemos que garantizar que todas las personas puedan vivir de manera normal en catalán».