«Sigo llevando la alianza de boda. Sé que voy a ser condenado, pero les pido una condena digna y justa». José Ignacio B.B., el acusado de matar a su mujer tras propinarle una patada mortal en la cabeza, utilizó el torno de última palabra. Habló al jurado tras escuchar los informes de la fiscalía y de la acusación popular, que lo acusan de un delito de asesinato y reclaman 26 años de prisión. El acusado insistió en que él no tuvo intención de matar a su mujer. «Es muy pesada la cruz que llevo encima. Ojalá el muerto fuera yo».

En la tercera sesión del juicio frente a un jurado popular, ayer quedó visto para sentencia el proceso contra este hombre que está acusado de unos hechos ocurridos en julio de 2020, en una casa del barrio de Son Cotoner.

Antes de la exposición de los informes de los letrados, declararon tres doctoras, que coincidieron en que la lesión que sufrió la víctima, una mujer sueca de 52 años, era mortal. La esposa del acusado recibió una fuerte patada en la cabeza, que le hizo perder el equilibrio y golpearse contra el suelo. Fue una contusión directa, que le provocó una mortal lesión cerebral. La mujer murió a los ocho días de los hechos.

El fiscal Jaime Guasp califica este episodio de violencia familiar de un delito de asesinato y otro de maltrato. Explicó al jurado que basaba su acusación, sobre todo, en la declaración del testigo que presenció la pelea, que ante el jurado desmontó la coartada del acusado, al negar que la mujer le hubiera amenazado con un cuchillo. También recordó las pocas palabras que pudo pronunciar la mujer a los policías, al decirles que su marido le había propinado una fuerte palabras. 

El fiscal acusó al marido de ser un maltratador habitual y recordó que un año antes ya fue condenado por agredir a su esposa. Lo calificó de «persona asocial», incapaz de comportarse de una forma civilizada, y reiteró la vida de sufrimiento que padeció la mujer en su relación con José Ignacio B.B. «No les pido venganza contra el acusado, les pido justicia para la víctima», señaló Guasp, que insistió en que la mujer no tuvo la oportunidad de defenderse de la agresión y que el acusado reiteró su deseo de que su esposa se muriera.

En parecidos términos se expresó la letrada de la comunidad autónoma, que actúa como acusación popular. También pide una dura condena contra el acusado.

Quien no dio un paso atrás, a pesar de las contundentes conclusiones de los médicos, fue el abogado defensor. Si bien reconoce que su cliente agredió a su mujer con una patada en la cabeza, sostiene que los hechos se enmarcan en un delito de homicidio por imprudencia, con la eximente de legítima defensa, ya que insiste en que la mujer le estuvo amenazando con un cuchillo.

El abogado fue muy crítico con el testigo de los hechos, asegurando que estuvo mintiendo desde el primer momento, ya que antes de la agresión su deseo era que el acusado abandonara el piso y la mujer se quedara, porque le agradaba su forma de cocinar.

La defensa resume los hechos en una pelea de un matrimonio y niega que existiera una agresión previa, como sostiene la fiscalía, dado que estos golpes se apreciarían en el rostro de la mujer y no presentaba ninguna lesión en la cara. También insistió en que la causa de la muerte había sido el golpe contra el suelo y no la patada en la cabeza.