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Uno de cada 5 bolivianos residentes en Mallorca tendría el mal de Chagas

Son Espases ya ha atendido a unas 400 personas por problemas cardiacos derivados de esta enfermedad y que se dan en el 30% de los contagiados

Detrás del mal de chagas está el parásito Trypanosoma cruzi, que se propaga por la picadura de este insecto (Triatominae) y causa grandes problemas en Sudamérica.

El Mal de Chagas, provocado por la picadura del parásito Trypanosoma cruzi, puede sonar a enfermedad exótica. Pero de la mano de la globalización ya no lo es tanto.

La internista María Peñaranda, que conduce una consulta específica de medicina tropical en Son Espases, revela que el 90% de los casos de esta patología se da entre bolivianos, país del mundo con mayor prevalencia de esta enfermedad parasitaria común en Latinoamérica, especialmente en áreas rurales y de escasos recursos.

«El 90% de los casos que vemos se dan entre bolivianos, aunque también hemos visto alguno de Brasil, Argentina, Paraguay y Ecuador», acota revelando que un reciente estudio realizado sobre la prevalencia de esta enfermedad entre los bolivianos residentes en Mallorca ha puesto de manifiesto que casi uno de cada cinco (el 19%) de ellos es portador del parásito y puede llegar a desarrollar algún tipo de complicación con el paso de los años.

En otro estudio realizado por Atención Primaria con un espectro poblacional más amplio, el de todos los latinoamericanos residentes en la isla, se concluyó que entre un 2% y un 3% de ellos estarían afectados de una u otra manera por el mal de Chagas.

Pero circunscribiéndonos a los bolivianos, si casi el 20% de ellos porta en su organismo el parásito no supondría un problema de salud menor habida cuenta de que el padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente a enero de este mismo año cifraba en 3.112 los bolivianos residentes en el archipiélago, 1.543 hombres y 1.569 mujeres.

La experta explica que la enfermedad de Chagas es una patología inflamatoria e infecciosa causada por el parásito Trypanosoma cruzi. Este parásito se encuentra en las heces del insecto triatomino (reduviid) que es conocido por diferentes nombres por toda Latinoamérica, aunque los de vinchuca, chipo o chinchorro son los más habituales.

«El insecto, al picarte, te introduce el parásito en el sistema linfático y en la sangre y al cabo de los años puede llegar al corazón, al sistema digestivo y al sistema nervioso. Una vez infectado, se puede tardar entre cinco y diez años en desarrollar la enfermedad y entre un 60% y un 70% de los portadores nunca llegarán a manifestar ningún problema de salud», explica la doctora María Peñaranda.

La experta revela que un 30% de los afectados desarrollan problemas de insuficiencia coronaria entre los que cita las temidas arritmias que pueden provocar muertes súbitas o imprevistas paradas.

Entre otro 10% y 15% de los afectados pueden padecer enfermedades digestivas como el megacolon (deterioro de este órgano que le resta funcionalidad), dolores de barriga y estreñimientos crónicos y entre un 5% y 10% de los portadores pueden sufrir problemas neurológicos como ictus y otras hemorragias cerebrales.

Aranda revela que desde el año 2006 han tratado a no menos de 400 pacientes con alguna de estas patologías provocadas por el mal de Chagas y se congratula de que pese a que algunos de sus pacientes lleven marcapasos o desfibriladores, no ha tenido que lamentar el fallecimiento de ninguno.

Transmisión de madre a hijo

«También se puede trasmitir de madre a hijo durante el embarazo, circunstancia que se produce entre el 1% y el 10% de las gestaciones», explica la especialista que desde el año 2006 en el que se impuso la realización de analíticas específicas para detectar el parásito, las transfusiones de sangre y los trasplantes de órganos ya no constituyen una vía de contagio.

«Lo importante es el diagnóstico en niños y mujeres jóvenes antes del embarazo para evitar la transmisión vertical ya que los tratamientos no se pueden dar durante la gestación y hay que hacerlo después con menor eficacia», concluye la doctora recordando que los tratamientos son más eficaces en personas jóvenes y que pierden efectividad en pacientes más provectos que ya han desarrollado problemas cardiacos.

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