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Las islas, la calculadora de la huella ecológica en el planeta

El proyecto de la investigadora del Imedea Anna Traveset pretende crear una base de datos única que comprenda la biodiversidad de cinco archipiélagos del mundo, entre ellos Baleares

La investigadora del Imedea, Anna Traveset, junto a una tortuga gigante en Bird Island, Seychelles. Rodolfo Rubio

La biodiversidad en el mundo disminuye a un ritmo sin precedentes. El devastador impacto del ser humano tiene bajo amenaza a todo el planeta, pero existe un ecosistema especialmente vulnerable a la actividad antropogénica: el de las islas. No es casualidad que el 80% de extinciones registradas sean especies insulares.

Antes de que el humano aniquile la vida terrestre de los archipiélagos, es urgente describir la biodiversidad única que albergan y comprender su complejidad para mitigar el efecto de nuevas pérdidas. Este, que precisamente es uno de los grandes retos de las ciencias naturales, es el objetivo que se ha marcado Anna Traveset en su proyecto IslandLife, seleccionado recientemente por el Consejo Europeo de Investigación con una dotación de 2,5 millones de euros.

La investigadora del Imedea (CSIC-UIB), al frente de la iniciativa, y nueve científicos más, recorrerán el planeta para llevar a cabo el proyecto, centrado en cinco archipiélagos: las islas Galápagos, Seychelles, Svalbard, Canarias y Baleares. De esta manera, el estudio contempla varias latitudes y cuatro de los cinco océanos que existen. Además, en cada localización se realizarán dos muestreos, uno en primavera y otro en otoño, con el fin de capturar más biodiversidad.

Con el mismo protocolo de muestreo en todas las ubicaciones, los investigadores compararán en cada archipiélago una isla virgen y otra habitada por el ser humano. En el caso de Baleares, por ejemplo, se examinará el islote de Na Redona, de unas diez hectáreas, con una zona de un tamaño similar de la isla de Cabrera Gran; se presume que la primera es una pequeña isla prístina, mientras que la otra está perturbada por la huella humana. Jinetas, ratas, conejos o erizos, todos ellos presentes en Cabrera Gran, son solo algunos ejemplos de especies invasoras introducidas por la actividad humana a lo largo de los años.

También se observarán y registrarán las interacciones entre especies, es decir, las relaciones que existen entre los seres vivos dentro del ecosistema: quién es el depredador y quién la presa, cómo se comunican las plantas y los insectos o qué organismos habitan los parásitos, por ejemplo. Una titánica tarea que ayudará a describir la red trófica de la comunidad, y para la que dispondrán de tecnologías de última generación y sofisticadas metodologías de análisis.

Con este estudio sin precedentes, Traveset y su equipo pretenden crear una gigantesca base de datos única, que será de libre acceso y servirá a científicos, investigadores y gestores medioambientales en su labor. Por si fuera poco, crearán también un programa informático para identificar polinizadores (insectos y animales que transportan el polen de unas plantas a otras) y que se pueda utilizar para monitorearlos, por ejemplo, en reservas o parques naturales.

En definitiva, el proyecto IslandLife, que tendrá una duración de cinco años, pretende arrojar luz en el desafío de comprender la complejidad de la naturaleza, utilizando para ello una de las mejores calculadoras de la huella ecológica: las islas, cuyos ecosistemas atesoran una riqueza de especies que merece la pena contemplar antes de que el paso del ser humano lo extermine.

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