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En contra
Carlos López Otín Catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo

«Los altruistas viven más y mejor que los egoístas o los hedonistas»

Carlos López Otín (Sabiñánigo, 1958) es catedrático de Bioquímica en Oviedo, premio nacional de Investigación y autoridad mundial en genética del cáncer y enfermedades ligadas al envejecimiento, con medio millar de artículos. Pronunció la lección final de un máster de la UIB sobre su especialidad

Carlos López Otín

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Cuál es la buena noticia en la guerra contra el cáncer?»

Que hoy es más fácil sobrevivir a la enfermedad que sucumbir a ella. Es decir, que se curan más de la mitad de los tumores malignos. Y no es una guerra, hay que huir del lenguaje bélico en asuntos de la salud.

No ha habido un ‘proyecto Apolo’ contra el cáncer.

Ha habido algún intento. Pese a su mala fama, Nixon atrajo recursos y científicos en 1971. Son más de doscientos tipos de tumores, y cada paciente es distinto.

El balance que usted hace huele a derrota.

No hay una solución única, el cáncer no se erradicará porque forma parte de la naturaleza. Había tumores en los dinosaurios, también los tienen las plantas.

¿Hay que vivir continuamente esperando un cáncer?

Hay que vivir asombrados y maravillados de estar vivos, y de no tener todos cáncer al poco de nacer. Es milagroso que no lo tengamos pronto, lo cual se debe a las múltiples defensas tumorales de nuestro organismo, si no lo sometemos a un estrés biológico excesivo.

¿La covid ha entorpecido la lucha contra el cáncer?

Sí. Los sistemas sanitarios son limitados y el virus del miedo ha provocado que disminuyera la atención a los pacientes de cáncer, con 287 mil casos en España el año pasado, que pueden llegar a 300 mil en el actual.

¿Por qué lo llama «virus del miedo»?

Porque llega y produce gran extrañeza, excepto a los científicos. El planeta bulle de virus, no es el primero que ha venido, y otros llegarán después.

¿Cuántas veces se ha llevado las manos a la cabeza durante los dos años de pandemia?

Jajaja. Casi todos los días. ¿Por qué? Porque como científico acostumbrado a solucionar problemas complejos, sorprenden las actitudes erráticas, el escaso compromiso social, la heterogeneidad. Todo ha sido muy aleatorio.

¿Se ha vacunado del todo?

Lo antes que pude y en cuanto me tocó, rigurosamente. Nos dan vida, y gratis. Todas las vacunas me inspiran la misma confianza, porque he trabajado con el ARN mensajero. También conozco en detalle los argumentos de los antivacunas y eran radicalmente incorrectos, pero al menos los tenían.

Habrá más centenarios, pero no habrá más que centenarios.

Pese a los gurús que prometen edades de trescientos años. En España hay 30 mil centenarios y algunos con muy buena salud como mi tía Joaquina a los 106, pero 120 es el límite en nuestras actuales condiciones, y nadie ha igualado los 122 años de la francesa Jeanne Calment. Yo me siento cumplido con 63 años, y cada día es un regalo.

Bezos, Zuckerberg y Google se han empeñado en la vida eterna.

Han ganado fortunas muy jóvenes, y con tanto futuro por delante necesitan otros objetivos. Estos señores tratan de comprar tiempo, lo único que no pueden adquirir. Si conocieran El Inmortal de Borges, Los Viajes de Gulliver o las Mitologías de Robert Graves, se darían cuenta de que todos los inmortales desean ser mortales.

¿Qué dice la naturaleza sobre la inmortalidad?

En el laboratorio tenemos medusas que son inmortales, capaces de rejuvenecerse. Pero son descerebradas y no tienen corazón.

Todo científico busca su bálsamo de Fierabrás.

Mi bálsamo es ni más ni menos que la curiosidad, un elixir de longevidad. Otro es el altruismo, que repercute en el sistema inmune. Los altruistas viven más y mejor que los egoístas o los hedonistas.

Un científico que ha visto a un niño morir de cáncer no puede creer en Dios.

No creo en Dios, absolutamente. Tuve una fe adolescente, la perdí y no la he vuelto a recuperar. A cambio he aprendido a disfrutar de una espiritualidad que no llamaré estar en zen porque se abusa mucho del término, así que la denomino «armonía molecular».

Usted se curó diciendo adiós al mundanal ruido.

He reflexionado mucho sobre el ruido, el biológico y el social que nos generamos unos a otros. Este último es insoportable y muy tóxico, hay que alejarse de él. No es cancerígeno en sí mismo, pero crea un entorno favorable para una mutación de ese género.

¿El Nobel es una opción plausible?

No. Hubo un momento de contribuciones muy prometedoras porque introdujimos conceptos nuevos. Algunas entidades me propusieron, pero hoy me alegro con Borges de los premios que otros han recibido y del respeto de mis alumnos.

«Trato de sobrevivir, simplemente».

Fue una época. Ahora me acerco a la fase de vivir, de disfrutar plenamente.

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