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Ibiza y Mallorca, un reclamo en otras geografías

Los desarrollos turísticos utilizan en todo el mundo nombres de Baleares como referencia para promocionar sus proyectos

El complejo Blau Portopetro. BLAU HOTELS

A nadie debería extrañarle que Google plantee a sus usuarios la pregunta «¿Es Mallorca un lugar real?» El papel simbólico de la isla se ha derramado en numerosos proyectos inmobiliarios y turísticos por todo el planeta. En el papel de referente para establecer comparaciones turísticas, la isla solo marcha a la zaga de la vecina Ibiza, utilizada como sinónimo universal del ambiente festivo. A la sombra de los dos enclaves más poblados de Baleares, se promocionan desarrollos en lugares inesperados.

Los hoteleros baleares mantienen su sempiterna obsesión geográfica con la competencia de Grecia o Turquía, cuando tal vez debería mirar hacia Occidente. En el verano de 2019, el prestigioso Wall Street Journal encabezaba una de las piezas de su suplemento inmobiliario con el titular «Los promotores contemplan la costa portuguesa de Comporta como la Nueva Ibiza». El subtítulo añadía que «Después de décadas de escaso desarrollo inmobiliario, el litoral está preparado para nuevos proyectos hoteleros y residenciales».

El impacto del titular no provenía de la ubicación en Portugal, sino de la comparación con Ibiza, que servía de señuelo de los treinta kilómetros de playas situados a hora y media en coche desde Lisboa. Para confirmarlo, las menciones se multiplicaban en el texto. La profusión de referencias ibicencas obligaba a plantear si se estaba levantando un duplicado de la isla en la costa portuguesa.

El Journal percutía que «Comporta es a menudo comparada con los Hamptons de los setenta o la Ibiza de veinte años atrás». Uno de los promotores reincidía en que esperaban «atraer visitantes durante todo el año, al igual que Ibiza». Es decir, el rigor informativo es superfluo, y se inventa un invierno ibicenco multitudinario con tal de explotar el fetiche.

Al margen de la descarada imitación , la emigración de Baleares a la nueva Ibiza portuguesa ya ha comenzado. Los promotores del complejo son los banqueros caídos de la familia Espiritu Santo, con intereses y yates en Mallorca. Uno de los primeros exiliados de las Pitiusas es el célebre diseñador Philippe Starck, que vendió su original casa en Formentera para comprar en Portugal. Y Sandra Ortega, hija de Amancio Ortega con residencia en Menorca, también quiere resarcirse con una inversión en el litoral luso de los disgustos hoteleros que le proporciona Kike Sarasola.

Mallorca en el Caribe

La denominación de origen mallorquina sirve asimismo como marca a imitar. Sin embargo, la Riviera Maya mexicana conocida a menudo como Mallorca en el Caribe no solo debe su nombre a la similitud entre los desarrollos inmobiliarios de ambas ubicaciones, sino a la presencia en dicha península de buena parte de los hoteleros que triunfaron antes en el Mediterráneo.

También en la Riviera Maya Mallorquina se perciben los síntomas de la pérdida de fuelle de los empresarios baleares, en competición con industriales de otros países. Así, la compra de Formentor por el magnate mexicano Fernando Chico Pardo supone una singular devolución de la moneda conquistadora, puesto que opera el aeropuerto de Cancún y resorts hoteleros en la zona de Chichen Itzá y Tulum. Por tanto, la península mallorquina ha pasado a ser México sobre el Mediterráneo.

La estación de esquí austriaca de Ischgl se incorpora a la historia epidemiológica reciente con el triste título del foco supercontagiador del coronavirus a toda Alemania, así como a la mitad de los nativos en la oleada inicial. Esta capacidad de transmisión demostraba que la actividad deportiva al aire libre estaba eclipsada por la intensidad de las fiestas nocturnas en interiores. De ahí que la denominación comercial del entorno fuera Ibiza en los Alpes. Incluso había adaptado un eslogan ibicenco, «Relájate,... si puedes». La pandemia ha rebajado la gradación del ambiente discotequero y los espectáculos sexuales, otra adaptación de la suavización del frenesí en la matriz mediterránea.

Antes que Magaluf, reinaba icónicamente el Ballermann 6. La difusión planetaria de Mallorca o Ibiza incluye el reciclado de sus productos basura en otras zonas costeras, y el balneario de la Playa de Palma fue reconstruido masivamente en la costa búlgara con la misma denominación. Atrae a un público masivo, no tan sensible a las recomendaciones de la distancia social porque el país receptor se ha convertido en un foco de la covid. De hecho, ha captado con fuerza a los negacionistas alemanes, a sus anchas en un entorno con menos restricciones y la inevitable evocación al Mediterráneo balear.

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