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En contra
Dolors Sanahuja Licenciada en Filología Catalana y Psicología, doctora en Historia y catedrática de Instituto

«Es muy fácil dar consejos si no vives en el aula con 30 alumnos»

Dolors Sanahuja (Blancafort, Tarragona, 1955) no tiene rival al explicar las aulas, tras cuatro décadas en otros tantos centros de profesora de Sociales. Licenciada en Filología Catalana y Psicología, doctora en Historia y catedrática de Instituto, recoge su experiencia con adolescentes en ‘El que vaig aprendre a Secundària’

Dolors Sanahuja DM

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Suspender da morbo?»

No a un buen profesional, pero determinadas personas se sienten poderosas al saber que tienen en su mano abrir o cerrar la puerta a una criatura. No son mayoría.

¿Usted suspendía mucho?

No, pero tampoco daba aprobados fáciles porque creo en la exigencia. Entre el diez y el quince por ciento de suspensos.

¿La vocación ha muerto?

Con tantísimos educadores, cómo se puede pedir que vivan su trabajo de forma vocacional. Se les puede exigir que sean profesionales y que su trabajo esté bien hecho.

¿El profesor ya no puede reñir al alumno?

Por qué no. Puede reñirle y es aconsejable que lo haga. Igual que sus padres, mal iríamos en caso contrario. Lo que no debe es ponerlo en ridículo ni tratarlo con agresividad. Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie.

En Francia matan a un profesor por explicar las caricaturas de Mahoma.

Me espanta hasta qué punto cualquier dogmatismo puede convertirse en un arma peligrosa. Se la entregas a personas mentalmente alteradas, y se convierten en elementos potencialmente destructivos.

¿Los colegios ocultan los casos de ‘bullying’?

Seguro, sobre todo la privada. Me molesta profundamente que los medios detallen el nombre de un instituto con problemas, pero apliquen el silencio administrativo si no es público. Lo he visto varias veces.

Se recomienda a la víctima que cambie de colegio.

Para quitarse el problema de encima, para que no haga ruido. Como si iluminar lo que pasa fuera pecado, cuando se trata de una realidad. La educación montada como un entorno competitivo favorece la tensión entre niños, y crea los sentimientos de menosprecio.

Si la mitad de alumnos han sufrido acoso, no hay acosadores suficientes.

Esa proporción es una exageración descomunal. Se ha de subrayar que hay niños que sin ninguna responsabilidad, pero por su carácter muy tímido o retraído, es fácil que se conviertan en objeto de burla. El adulto ha de tener en cuenta a los potencialmente vulnerables.

¿La profesora sabe que un alumno sufre ‘bullying’?

No siempre. En primer lugar puede lamentablemente no fijarse, me refiero al que enseña matemáticas y ve alumnos pero no personas. Entonces no apreciará cuando traspasan un límite.

¿Y la profesora responsable?

Tampoco siempre, porque el bullying explícito de persecución convive con otro muy sutil. Y luego está la utilización de teléfonos móviles, que complica la detección.

Vade retro, pedagogos y psicólogos.

Sí, vade un poco retro, porque es muy fácil dar consejos si no vives en el aula con 30 alumnos. Cuando estás dentro, te das cuenta de que necesitas tener autoridad para que te escuchen.

¿Pagaremos el confinamiento de los niños?

Lo pagaremos, sobre todo las pobres criaturas. Es terrible que una compañera me diga que tiene alumnos «que solo han vivido la covid». Y pese a la buena voluntad, la presencia del profesor en el aula es insustituible.

¿Los alumnos educados en catalán hablan un buen castellano?

Mira, vivo en un pueblo de la Catalunya Central básicamente catalanoparlante. Cuesta hablar en castellano, no es tu lengua nativa ni convives con castellanoparlantes. Si no lees, solo a través de la televisión lo entiendes y te defiendes, pero no lo hablas bien. Y lo mismo le sucede al castellanoparlante de Barcelona con el catalán.

Macron se casó con su profesora, 24 años mayor.

No lo aconsejaría. Hay quien busca una «mami» y, si ambos están de acuerdo y son mayores de edad, no lo censuraré pero tampoco lo recomendaré. Mejor que la tenga de buena amiga.

Aprender exige sacrificio, en el gimnasio y en el aula.

Así de claro. Se ha de enseñar a tener hábitos, a valorar la concentración. Nada de recorta, engancha y pega. No es verdad que las cosas sean fáciles.

La educación religiosa goza de buena salud.

Los periodistas deberían explicar el peso enorme de la Iglesia española en el campo educativo. Dicen que las clases no las dan sacerdotes y monjas. Por el amor de Dios, escogen el profesorado y les dicen cómo han de enseñar. Cuando empecé en 1978, me escuchaban las clases.

Cada generación cree que la siguiente es más tonta.

Y no es cierto. Muchos jóvenes no tienen la misma formación que yo con 67 años, pero tienen otra. Quiénes somos los adultos para juzgar que la nuestra es mejor que la suya.

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