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Nicolau Dols Presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans

«Nos han educado en la ignorancia de la diversidad lingüística»

El filólogo mallorquín y catedrático de la UIB ha sido nombrado presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans

Nicolau Dols es el nuevo presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans. G. Bosch

¿Qué es el Institut d’Estudis Catalans?

Es una institución que tiene como objetivo principal la investigación sobre todo lo referente a la lengua catalana, fijando la normativa para su uso, trabajo que la institución delega en una de sus cinco secciones, la filológica.

¿Cuál será su dedicación? ¿Es compatible con sus trabajos en la UIB?

Sí. Podré seguir con mis clases y otros trabajos en Mallorca, pero deberé ir semanalmente a Barcelona para físicamente poder hacer un seguimiento. De todas maneras, en esa época de pandemia, hemos aprendido a reunirnos de forma virtual, cosa que seguramente habría agradecido Antoni Maria Alcover, que también fue presidente de la misma sección y no dejó de residir en Mallorca.

Usted sustituye al presidente en funciones, después de que la presidenta anterior, Teresa Cabré, fuera nombrada presidenta del Institut. ¿Es un primer paso pasar por la sección filológica para presidir la institución?

(Sonríe) Más bien todo lo contrario, al menos estadísticamente, pues Cabré ha sido la primera presidenta del Institut que proviene de la sección filológica, después de la reforma de los estatutos, pues antes el cargo era rotativo. Alcover, por ejemplo, lo fue varias veces, pero siempre por turno, no por elección.

¿Cuáles son los puntos en los que usted incidirá desde la presidencia?

No puedo ni debo hablar en primera persona pues nos hemos presentado formando un equipo, que, de entrada, continuará con los trabajos que el equipo anterior había comprometido, que son, entre otras la investigación descriptiva sobre la lengua catalana. Por otra parte, queremos insistir en el hecho de acercarnos a la sociedad y preparar lo que será la elaboración de un nuevo diccionario normativo. Cosa, esta última, que costará mucho trabajo, pues se reformará el existente de arriba a abajo.

¿Podemos decir que el Institut d’Estudis Catalans es al catalán lo que la RAE es al español?

No exactamente pues en el Institut hay cinco secciones que van desde la arqueológica a la histórica, pasando por las científicas y la filológica. Eso ya lo hace diferente. Pero además hay otro elemento diferencial muy importante que funciona desde la fundación del Institut a principios del siglo XX y es que las personas que lo integran no ocupan un lugar por haberse significado en el uso de la lengua y por eso se les honora como final de una carrera, más bien al contrario, ser miembro del Institut es una carga, pues se debe trabajar, aportar ideas e investigar.

¿Cómo traduciría lo de «Limpia, fija y da esplendor»?

(Sonríe). No lo sabría traducir, aunque las tres funciones que la sección filológica tiene encomendadas son fijar la normativa de la lengua, estudiarla científicamente y velar para que se desarrolle armónicamente la normalización lingüística en todos los territorios de habla catalana.

¿Por qué, si la gramática catalana es relativamente moderna, tienen tantas excepciones?

Me da la impresión de que la gramática no se explica bien y que no sé por qué razón hemos creado un estado de inseguridad en el hablante. Debemos estar muy abiertos a la manera de hablar de cada momento para poder detectar cuándo esa manera se ha convertido en estable y no se trata de una moda pasajera para luego elevar esa manera a la categoría normativa. Cierto es que vivimos una situación de interferencia constante con otras lenguas y entonces se plantean dos posibilidades: o darlo todo por válido y hacer que los catalanohablantes que también hablan español vayan por un camino y los que hablan francés vayan por otro o crear una lengua artificiosa, creando una inseguridad. Por otra parte, hay un hecho importante y es que en las últimas décadas han desaparecido los monolingües en catalán. Tampoco no es admisible que los catalanoparlantes aprendamos nuestra lengua como si fuera una lengua extranjera. Y si el problema es político, debe resolverse por la vía política y si necesitamos una nueva legislación, que permita vivir en catalán si uno quiere, entonces debemos exigirla.

¿Se puede vivir en catalán en Mallorca?

Es muy difícil y, por supuesto, mucho más que vivir en castellano. Vivir veinticuatro horas en castellano es muy fácil, hacerlo en catalán prácticamente imposible. Y aquí sí hay un germen de desigualdad, que no debe permitirse en una sociedad democrática.

Usted, sin embargo, me consta que habla seis idiomas, entre los cuales está el esperanto.

Cierto, y es que debemos ver como un enriquecimiento el conocer otras lenguas, faltaría más. De hecho, recomendaría a todo el mundo que no fuera monolingüe, lo que pasa es que no se puede obligar a nadie a no ser monolingüe con otra lengua previamente decidida por el estado. Está muy bien ser plurilingüe, pero en las lenguas que cada uno elija.

Si en Madrid fueran bilingües ¿las cosas serían diferentes?

Si en Madrid tuvieran otra sensibilidad, las cosas podrían ser diferentes en el terreno lingüístico. No entiendo cómo en la España de habla castellana no se incluye el aprendizaje de las otras lenguas del estado, aunque fuera de manera optativa. Esto entraría dentro de un estado normalizado y que reconoce las diferencias. En este momento el desconocimiento de las diferentes maneras de hablar que hay en el estado español es casi total. Hace unos días puse a mis alumnos dos audiciones, una en euskera y la otra en urdú. No supieron reconocer ninguna de las dos. Entiendo que para reconocer la segunda tuvieran más problemas, pero que no supieran que la primera estaba en euskera es triste. No digo que la entendieran, pero sí que supieran localizarla. Nos han educado en la ignorancia de la diversidad lingüística.

Modelo belga, suizo, canadiense ¿Cuál es su modelo?

El que permita los derechos territoriales. La manera de asegurar la pervivencia de las lenguas es hacer que cada una sea oficial, de pleno derecho, en cada territorio. Una cosa es declarar que una lengua es oficial y otra decir que todos los ciudadanos tienen la obligación de conocerla. En la situación actual, muchas personas que residen aquí exigen poder ser ignorantes a la hora de conocer nuestra lengua. Si los que hablamos catalán somos un subconjunto de los que hablan español, el catalán está en desigualdad de condiciones y a la larga se convierte en prescindible. No quiero solamente que el catalán sea una lengua atractiva, lo que pretendo es que sea necesaria y hoy por hoy no lo es.

¿Está en peligro la lengua catalana en el mundo?

Sí. Y no en cuanto al número de personas que lo hablan, pero sí en el porcentaje de esas personas respecto del total. Entre nosotros cada vez hay más gente que habla español, por la inmigración, con lo cual el porcentaje de catalanohablantes se reduce.

Y en Balears, ¿cuál es la situación del catalán?

La situación es la que indicaba antes, no perdemos hablantes, pero sí perdemos porcentaje de hablantes respecto del total. Hay un descenso porcentual. Somos uno de los lugares europeos que aceptamos más gente extranjera, que no tiene por qué ser malo, pues si vienen y de forma continuada significa que los necesitamos. Lo que falla es nuestra capacidad de acoger a esas personas para hacerles ver que el catalán es una herramienta de cohesión. En una encuesta reciente, muchas personas comentaban que sí entendían el catalán, que lo podían hablar, pero pocas eran las que afirmaban utilizarlo habitualmente. Hay una percepción, falsa, de que a la hora de hablar con un desconocido es más cómodo hacerlo en castellano.

¿Es la inmersión lingüística la panacea?

En la situación actual sin duda. En otra situación en la que se aseguraran los derechos de la lengua, entonces no sería necesaria. La inmersión lingüística no impide que los alumnos aprendan el castellano, pues su presencia social es tan grande que, incluso si desapareciera del sistema escolar, los niños tendrían asegurado su conocimiento. La inmersión lingüística ha funcionado muy bien y ha creado ciudadanos capaces de hacer servir correctamente dos idiomas. Nunca podremos agradecer lo suficiente a los maestros que han trabajado en este sentido.

¿Cómo se ha generado, entonces, el conflicto?

A través de la justicia. Me gustaría conocer cuáles son los informes pedagógicos que han hecho servir los jueces del tribunal superior de Cataluña a la hora de emitir las sentencias últimas respecto a la lengua catalana.

¿Cómo ve el tema que ha surgido en Canet?

Sin un cambio legislativo tiene un mal final. La realidad se ha magnificado y nos ha llegado distorsionada. Por lo que sé, no se había producido un conflicto grave, ni para esta criatura ni para ninguna otra. En todo caso, si surge un problema concreto, debería tratarse familia a familia y siempre dentro del ámbito escolar, nunca en el de la justicia. Me cuesta pensar que esa familia hubiera sido discriminada o mal tratada en la escuela.

Y, en todo esto, ¿dónde ponemos el mínimo porcentaje de doblar al catalán las series de las plataformas?

Es ridículo. Nos permite ver cómo el estado exige a las plataformas de contenidos audiovisuales que doblen al castellano, apuntalándolo más, si cabe. En cambio, el catalán queda sin defensa legislativa, lo que ha motivado la tramitación de enmiendas por parte de los gobiernos catalán y valenciano, cosa que todavía no ha hecho el balear.

Usted es conocedor del esperanto y no será el primer presidente de la sección filológica del Institut que hable esta lengua.

En efecto, Carles Riba también era esperantista. Incluso ganó un premio de poesía en los Jocs Florals en esta lengua cuando tenía catorce años.

Como usted mismo.

(Sonríe). Cierto, pero no lo gané siendo tan joven.

Hablamos de catalán, de esperanto, pero su libro más citado es en inglés.

(Sonríe, de nuevo). Fue en mi época de lector de catalán en una universidad británica, la de Sheffield a la que fui a través de un proyecto que había impulsado Nadal Batle, un rector del que nunca valoraremos lo suficiente su labor en pro del catalán. Allí, junto a Alan Yates y Max Wheeler, con quien hice mi tesis doctoral, trabajamos la redacción de una gramática catalana para ingleses. Fue una experiencia enorme y un honor trabajar con esos dos lingüistas, hoy miembros de honor del Institut d’Estudis Catalans.

Casi al mismo tiempo de su nombramiento, su hermano Antoni ha sido nombrado nuevo canónigo de la Seu de Mallorca.

En la familia, en broma, decimos que entre los dos nos acercamos a un solo Alcover, que fue canónigo y presidente fundador de la sección filológica. De todas maneras, en la mitad que me corresponde, estoy a años luz de tener la energía, la luz y la intensidad del maestro Alcover.

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