El refugio Pare Gaspar Aguiló de la Asociación altruista Es Refugi acoge, en estos momentos, a un total de 20 personas sin hogar, la mayoría afectadas por la crisis económica derivada de la pandemia de la covid-19.

El gerente de Es Refugi, Toni Cañellas, explicó que antes predominaba el perfil de una persona en situación de vulnerabilidad crónica, mientras que ahora la mayoría de los beneficiarios son gente que no ha podido hacer frente al pago de alquileres u obligaciones familiares debido a la covid.

«La inserción sociolaboral durante la pandemia ha sido nula porque se ha priorizado preservar su estado de salud, sin embargo ahora empezamos a tener esperanza con los planes de inclusión social», añadió.

El presidente de la asociación, Fernando Villalobos, expuso que el objetivo de Es Refugi es dar una salida de vivienda «a aquellas personas que por las circunstancias de la vida se han encontrado sin techo y están en situación de exclusión social casi plena». «Tenemos a gente que trabaja, pero con un trabajo tan precario que, teniendo en cuenta el precio de los alquileres, si ganas 800 euros y resulta que te cobran 600 en cualquier lugar», indicó.

Ángel Masegosa, uno de los usuarios de la asociación, cuenta que tenía una habitación alquilada, pagaba 300 euros cada mes, pero la encargada le dijo que debía irse con 20 días de antelación. «Según la ley tiene que avisar con dos meses de antelación. Alquilé un trastero para poner mis cosas, fui al ayuntamiento de Palma a hablar con la asistenta social y me envió a Ca l’Ardiaca, pero me equivoqué de timbre y me admitieron aquí», señaló.

«Se quedó de un día para otro en la calle y a pesar de que tiene posibilidades económicas, no tenía dónde alquilar. Vino a pedir ayuda y ahora, cuando hace dos meses que está, habremos conseguido con otra entidad que esté en un piso tutelado y habremos cumplido nuestra misión», aseguró sobre él el gerente de la entidad.

Actualmente, la casa acoge a unos 20 usuarios y de media, cada año, a unos 60. La mayoría son hombres de entre 18 y 75 años, con una relativa baja formación y rotura de lazos familiares, con necesidad de tener un techo porque ni las pensiones ni lo que cobran les llega para poder pagar un alquiler.

«Muchas de las personas que acogemos provienen de la crisis del 2008 y, francamente, es imposible que puedan volver al mercado laboral», afirmó Villalobos.

Por su parte, Cañellas destacó que «la intención es limitar las estancias a una temporalidad ajustada a las características de las personas». La estancia es entre seis meses y un año, pero si la persona tiene que estar más tiempo «se respeta su ritmo y se le acompaña hasta que pueda estar bien», añadió. Es Refugi cuenta con el apoyo de la conselleria de Asuntos Sociales del Govern.