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Los jóvenes de Baleares viven una situación de «emergencia social»

«Tienen muy pocas opciones de emancipación por un mercado laboral precario y el desorbitado precio de la vivienda», subraya Teresa Vallespir - Necesitarían destinar el 115% de su salario al pago del alquiler

La pandemia ha precarizado todavía más la vida de los jóvenes de las islas. UNSPLASH

Ha llovido sobre mojado para los jóvenes de las islas como consecuencia de la pandemia. Un mercado laboral sinónimo de precariedad y la dificultad —más bien imposibilidad— de acceder a una vivienda ha ensombrecido todavía más el presente de un colectivo que teme al futuro.

«Los que más han sufrido la pandemia son los jóvenes porque son los que tienen los trabajos más precarios, con contratos temporales y parciales que no les han protegido porque no les han dado la posibilidad de acogerse a prestaciones como los ERTE o las ayudas a los fijos discontinuos. En su caso se han acogido al último recurso de protección social, que es la Renta Social Garantizada [RESOGA]. Por eso el número de jóvenes que han accedido a esta prestación se ha quintuplicado», subraya Teresa Vallespir, directora general de Servicios Sociales en la conselleria de Asuntos Sociales y autora de uno de los artículos recogidos en el Anuario de la Juventud de Balears 2021.

El texto, que analiza el impacto de la pandemia en la población de las islas entre 18 y 30 años, es la radiografía de una generación atrapada entre dos crisis, la de 2008 y la derivada de la covid. «Se tendría que declarar una emergencia social para estos jóvenes. Por eso el Govern ha puesto en marcha una estrategia para ayudarles. Es hora de pensar en ellos porque si queremos mantener el estado de bienestar y el sistema de pensiones tenemos que darles oportunidades de emancipación y de ocupación digna. Es un pacto inergeneracional, aquí tenemos que sumar todos», reclama Vallespir.

El artículo ofrece un dato rotundo: un joven de las islas de entre 16 y 29 años tendría que destinar el 115% de su salario neto al pago del alquiler de una vivienda. Este porcentaje se reduce al 82% en la población de entre 30 y 34 años. «Tienen muy pocas opciones de emancipación por la combinación de un mercado de trabajo precario y el precio desorbitado de la vivienda. Y como resultado muchos jóvenes que se acercan más a los 30 años que a los 20 tienen que seguir en casa de sus padres», destaca la directora general de Servicios Sociales.

Tanto en las islas como en el resto del Estado «el perfil de una persona pobre ha cambiado, ahora son jóvenes», pero Vallespir confía en la «oportunidad» que suponen los fondos europeos Next Generation. «El Govern presentó un plan muy ambicioso que va en la línea de fomentar acciones de formación y educación que mejoren su cualificación», manifiesta.

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