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Pesca

Revalorizar el pescado local balear para evitar la venta ilegal

Fundación Marilles concluye que Balears es una de las alumnas más aventajadas de todo el país en la lucha contra la pesca irregular aunque «de una clase no demasiado brillante»

Las langostas ibicencas incrementaron mucho su valor con el "sello de calidad"

La pesca y venta ilegal de las capturas es una práctica ampliamente extendida en todo el archipiélago balear y salpica a todas las modalidades pesqueras: la recreativa, la submarina y la profesional. Y en la lucha contra esta actividad económica sumergida Balears es una de las regiones del país más activas y eficaces. Estas son las principales conclusiones de una investigación sobre este asunto presentada ayer por la Fundación Marilles cuyo director, Aniol Esteban, matizó que las islas son efectivamente «una de las alumnas más aventajadas en esta lucha, aunque de una clase no demasiado brillante».

La consellera de Agricultura y Pesca, Mae de la Concha, que asistió a la presentación, apuntó que la solución a este problema pasa por generalizar un «sello de calidad» que identifique al pescado extraído en aguas de Balears y que resulte rentable comercializarlo tanto para el restaurador como para el consumidor final. 

Sobre la falta de recursos de su Conselleria para controlar la pesca furtiva e ilegal en las áreas marinas protegidas, De la Concha avanzó que el próximo ejercicio dispondrán de dos vigilantes más aunque admitió que es difícil controlar todo el litoral de este archipiélago que, destacó, «tiene más kilómetros de costa que los de las comunidades autónomas de Cataluña y Valencia juntas».

Por su parte, Aniol Esteban, planteó un reto: «Si no conseguimos frenar la pesca ilegal, no conseguiremos situar a Balears como una región líder en conservación marina».

Joan Mercant, director general de Pesca, y Antoni Grau, jefe de Recursos Marinos, coincidieron con la apreciación de su consellera y recordaron que se ha visto refrendada por los hechos: En Eivissa se decidió en 2014 etiquetar las langostas capturadas en sus aguas como reclamo comercial y los resultados fueron espectaculares porque no solo «afloraron» el doble de capturas declaradas anteriormente sino que su precio se incrementó considerablemente. Ganaron todos. El pescador, que pudo comercializar sus capturas legalmente y a mejor precio; el restaurador, que pudo ofrecer un producto de proximidad, fresco y de gran calidad también con mejores resultados y, por último, la Administración que ha podido gravar con impuestos esta actividad.

Las etiquetas usada por Peix Nostrum Peix Nostrum

Grau quiso quitarles el sambenito de furtivos y comercializadores ilegales que todavía acompaña a los pescadores submarinos. «Hace treinta años podía ser, pero no ahora. La mayor parte de las ventas ilegales proceden de la flota de artes menores y lo es básicamente por un problema de logística. Para vender sus capturas a restaurantes han de desplazarse hasta la lonja de Palma y hacerlo de manera presencial, no se puede hacer telemáticamente. Y hay veces que por el escaso volumen de sus capturas no les compensa hacer el traslado. El pescado nunca llega a Palma», explicó exonerando a la pesca de arrastre de estas prácticas irregulares.

Aunque el informe de Marilles ha detectado otras formas de actuar. Así apuntó a casos de connivencia entre pescadores profesionales y recreativos para «blanquear» las capturas; pescadores submarinos furtivos altamente especializados que obtienen elevadas sumas (el documento habla de hasta 3.000 euros al mes) con las que amortizarían las multas si son sorprendidos así como comercializaciones de subsistencia para llegar a final de mes hasta grupos organizados para sortear a los inspectores de pesca. 

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