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Santa Lucía enciende la Seu

La tradicional festividad vuelve a la Catedral después del año de la pandemia en un formato distinto, con los niños separados en cuatro grupos, dado que las restricciones por la covid permiten coros de 40 personas como máximo

Santa Lucía enciende la Seu

Santa Lucía enciende la Seu G. Bosch

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Santa Lucía enciende la Seu Irene R. Aguado

Después de un año de parón por la pandemia, los alumnos del colegio sueco volvieron a iluminar ayer la Catedral de Mallorca con su tradicional festividad de Santa Lucía. Unos 140 niños y niñas de la escuela escandinava deleitaron al público en el presbiterio de la imponente Seu con 17 villancicos navideños.

A las 18:30 horas, las puertas de la Seu empezaron a llenarse de padres, madres, familiares, profesores y fieles al espectáculo. El templo acabó a rebosar, ofreciendo una imagen que recordaba a una estampa de los años precovid.

Los alumnos entraron en la sala capitular puntuales, pocos minutos después de las ocho de la tarde, en una procesión encabezada por la angelical Santa Lucía, con las manos juntas en un gesto de oración.

El silencio sepulcral invadió la Catedral justo antes de que un melódico piano empezara a sonar mientras los niños desfilaban lentamente, nerviosos, por el pasillo central.

Al llegar al presbiterio, los jóvenes se congregaron en cuatro grupos y se fueron turnando para entonar villancicos en castellano, catalán, sueco e inglés. Los cirios, las varitas estrelladas y las velas que portaban en las manos iluminaron la Seu y embelesaron al público.

Así, el formato que en otros años brindó a más de 100 niños cantando a la vez, en esta edición se han tenido que separar, obedeciendo a las restricciones que permiten, como máximo, a 40 personas en un coro.

El villancico de Santa Lucía abrió y cerró el espectáculo músical, que ya lleva 36 años haciéndose, antes en la plaza de Cort, y desde 2017 en la Seu —exceptuando el año pasado, en el que la pandemia trastocó esta tradición navideña—.

La leyenda dice que Lucía es una antigua figura mítica que representa a la portadora de luz en la oscuridad de los inviernos suecos.

En Ciutat, además de luz, el espectáculo también trae la ilusión, la esperanza y los buenos sentimientos que siempre vuelven por Navidad.

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