El fundador del mayor grupo hotelero español, el mallorquín Gabriel Escarrer, ha hecho memoria para relatar su trayectoria y compartir sus vivencias. En Mi vida cuenta cómo llegó a forjar el emporio Meliá Hotels International a partir del alquiler de un pequeño establecimiento en Palma, con espíritu de sacrificio, tenacidad y creatividad.

Con motivo de la publicación de estas memorias, Escarrer responde por escrito en una entrevista con Efe.

- ¿Qué le lleva, con 21 años, a querer ser hotelero y a buscar financiación?

- Siempre fui un chaval bastante despierto, con inquietudes, y desde muy joven quería "comerme el mundo". Llamé la atención de la directora de mi academia de idiomas, que me recomendó de aprendiz en una de las primeras agencias de viajes que se abrieron en Palma, allá por los años 50. Allí tomé contacto con el incipiente negocio del turismo y me percaté del enorme potencial de futuro que tenía en una isla como Mallorca.

Aunque yo era como una esponja para aprenderlo todo, carecía de recursos económicos, y por ello tuve que desplegar todas mis dotes de convicción, y pedir incluso la recomendación del párroco de la iglesia donde era monaguillo, para que una señora de Palma me alquilara mi primer hotel, con solo 21 años y sin más avales que mi experiencia en la agencia, la fe en mí mismo, y mi "don convincente".

- Aunque estudió comercio e idiomas, ¿se podría decir que su mayor formación fue el trabajo?

- Sin duda. Visto que no podía ir a la universidad por razones económicas, puesto que en aquellos tiempos Mallorca no tenía universidad y era muy costoso estudiar en Barcelona o en Madrid, decidí que los estudios de Comercio eran lo mejor para las inquietudes que tenía como emprendedor. Pero mi gran escuela fue sin duda la Agencia de Viajes Wagon Lits, donde aprendí el negocio turístico y adquirí una gran agenda de contactos con los principales agentes de viajes europeos, y sobre todo, el periodo de prácticas de cuatro meses que realicé en Londres, en la sede central de Thomas Cook.

- ¿Cómo fueron esos primeros años, cuando viajaba por Escandinavia e Inglaterra con maletas llenas de folletos?

- Realmente tuve mucho valor y mucho espíritu de sacrificio para recorrer, durante varios meses cada año, media Europa cargando con maletones de 50 o 60 kilos cargados de folletos de mis hoteles. En aquellos viajes todo era una epopeya: desde pasar las maletas sin pagar aduanas, hasta arrastrarlas por toda la ciudad. Una vez casi me congelo cuando, por ahorrar tiempo, me subí a un avión postal de carga. Recuerdo que le dije al piloto que estaba recién casado, para que tuviera más cuidado, pues aquello no me inspiraba demasiada seguridad.

- ¿Qué fue más importante: pasar de alquilar hoteles a construirlos, o lanzarse casi a ciegas a la expansión internacional en un destino tan ajeno a España como es Bali?

- El paso de alquilar a construir hoteles representó una transición importante, y de nuevo me fue muy útil mi ingenio, y mis relaciones con grandes turoperadores que en muchas ocasiones financiaban buena parte de la construcción de los hoteles a cambio de garantías de plazas para los años siguientes.

Pero sin duda alguna, la internacionalización fue el mayor salto cualitativo, y la decisión mas importante que nunca hemos tomado en nuestra empresa, comenzando con aquel primer hotel nada menos que en Bali, antes de saltar al Caribe.

- ¿Fue más importante el crecimiento con las compras de Hotasa, Entursa, CHM y Melià, o el salto a Asia y al Caribe?

- Es difícil comparar ambos procesos. La internacionalización fue la mayor decisión que nunca habíamos tomado, pero el salto cualitativo que representó la adquisición de Hotasa y Melia, incorporando mas de 70 hoteles en propiedad en apenas dos años, además de otras cadenas menores, fue sin duda lo que nos puso en otra dimensión, nos metió en la liga de los grandes grupos mundiales.

- Fue visionario en la sostenibilidad cuando nadie conocía aún ni la palabra. ¿Cómo logro implantar en una gran hotelera ese respeto por el entorno e implicación de la población local?

- La experiencia de construir un gran resort en Bali desde cero, en un paraíso natural, de la mano de los expertos del Banco Mundial que sabían mucho de turismo y eran muy exigentes con el desarrollo sostenible, ya en aquel 1984, y el contacto con la propia cultura y sensibilidad balinesa, que con su filosofía "Tri Hita Karana" buscaba la armonía con la naturaleza y la sociedad, fue para mi un descubrimiento, y un gran aprendizaje que pude aplicar en nuestra expansión en España y el Caribe cuando, efectivamente, casi nadie hablaba todavía de sostenibilidad.

- ¿Qué es el efecto "wow"?

- Hay diversos factores claves para determinar la excelencia y el éxito de un hotel: la ubicación, a la que Conrad Hilton otorgaba la máxima importancia con su "Location. Location. Location", pero igualmente importante es para mi el proyecto del hotel. Hay muchos requisitos que deben cumplir en cuanto a su belleza, funcionalidad, y por supuesto, también, a eso que llamamos "magia" o "efecto wow", y que marca esa diferencia intangible que genera una conexión emocional de los clientes con nuestro hotel, que nos provoca sensaciones agradables y nos deja memorias imborrables.

- ¿Sigue visitando los hoteles?

- Por supuesto, cuando me lo permite el dolor de espalda. Aunque no los visite tanto como antes estoy al corriente de su evolución por mi hijo, mantengo reuniones comerciales, mi pasión, y hablo regularmente con los directores de algunos de nuestros hoteles más importantes.

-¿De qué se siente más orgulloso?

- Creo que haber creado esta empresa de la nada, sin contar con recursos ni experiencia hotelera en mis comienzos, es uno de los aspectos de los que más orgulloso me siento, pero sobre todo, me llena de satisfacción haber creado -y mantener actualmente- cerca de 45.000 puestos de trabajo, porque hablamos de 45.000 familias que también han hecho de Meliá, en cierto modo, el proyecto de sus vidas.

- ¿Cómo ve la situación actual del sector hotelero y del turismo mundial? ¿En qué cambiará con la pandemia?

Si algo nos ha demostrado la pandemia, a pesar del durísimo golpe que ha supuesto para la industria turística, es la fortaleza y resiliencia de la demanda turística, con la que no ha podido ni siquiera la covid. Tan pronto como se han ido retirando las restricciones, las ganas de viajar han resurgido y se ha propulsado la recuperación, aunque todavía parcial y desigual, con incertidumbre y sobresaltos como los generados por la última variante de covid.

Pero más allá de superar la crisis y recuperar el valor que se ha perdido, la industria turística está experimentando una profunda transformación: por una parte, en la dimensión de las empresas, donde se estaría produciendo un proceso de consolidación en un entorno aún más competitivo que antes de la covid; y por otra también están cambiando los hábitos de compra y de viaje. Los viajeros postpandemia son más conscientes y cautos, más digitales, más comprometidos con la sostenibilidad, y viajan más a los destinos domésticos o más cercanos.