Los estragos del coronavirus también llegan a los mercados. Pese a que por estas fechas los compradores ya están llenando sus cestas de Navidad para preparar el gran festín, este año es diferente.

La mayoría de negocios del Mercat de l’Olivar y el de Santa Catalina, dos grandes oasis culinarios en Palma, han visto cómo los consumidores retrasan sus compras a la espera de ver si, finalmente, se toman medidas restrictivas para sentarse a la mesa por la evolución de la pandemia.

«La gente tiene miedo a hacer un gasto grande y luego no poder juntarse con su familia», explica la presidenta de Mercado de Santa Catalina, Aina Moyà. Los pasillos menos concurridos de lo habitual y el poco ruido en el interior del mercado confirman las palabras de la vendedora, que entre cliente y cliente explica que en estas Navidades, de momento la mayoría de usuarios «se pasean, miran los escaparates, comparan precios y compran poco».

Por su parte, el presidente de la Asociación de Usuarios del Mercado del Olivar, Jaime Aguiló, también nota la «prudencia» de los clientes, a los que ve «más cohibidos de lo normal».

Sin embargo, los responsables no descartan que, durante la última semana antes de Navidad, los consumidores se animen y realicen todas las compras de golpe al ver que las fiestas se podrán celebrar con normalidad.

No obstante, la incertidumbre por la pandemia no es el único motivo que retrasa los planes navideños. Llenar la cesta de la compra es más caro este año, y eso repercute de manera indiscutible. Los precios de productos estrella como el cordero o el marisco son los que más han aumentado.

Para Enric Fernández, comprar en el Mercat de l’Olivar para las fiestas de Navidad es un ritual. En su mesa, en la que «si todo va bien» se sentarán una veintena de familiares, no falta el pavo, la lechona, los langostinos y el turrón de postre.

Aunque el mallorquín confía en que podrá reunir a su familia, todavía no se ha animado a hacer grandes compras. «De momento, solo mantecados, polvorones, y orejones, que nos gustan mucho. Lo compro porque en casa nos lo comeremos igual, aunque no podamos reunirnos todos», confiesa.

Por otro lado, otras circunstancias como la «escasez de suministros», explica Aina Moyà, también suponen un problema para algunos negocios, sobre todo en las carnicerías y pescaderías. «Hay menos demanda y, por tanto, menos producción», aclara la representante.

La huelga de transportistas convocada para el próximo 20 de diciembre tampoco augura buenas noticias para los vendedores, que todavía no saben si el parón repercutirá de forma significativa en la mercancía que llegue a los puntos de venta.

Con todo, los comerciantes afrontan la campaña navideña con ganas y optimismo. Sus puestos, ya engalanados y decorados para la ocasión, están preparados para las adversidades, y esperarán con paciencia a que los compradores lleguen con deseos de preparar el menú de Navidad.