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Medio Ambiente

Centinelas de un mar global

El IMEDEA ha comenzado un ambicioso estudio que se prolongará durante diez años y que inicialmente usará a meros con transmisores para obtener información del medio marino

Uno de los receptores de las señales.

El Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) en colaboración con la dirección general de Pesca autonómica y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) han puesto en marcha un ambicioso proyecto científico que se prolongará durante diez años y con el que, utilizando a diferentes peces con la telemetría acústica, evaluarán los efectos del cambio climático en la biodiversidad marina, las consecuencias de la sobrepesca o la aparición de especies invasoras.

«Generaremos información científica de verdad», se congratula Josep Alós, doctor en Ecología Marina e investigador titular del IMEDEA, en relación a un proyecto que se prolongará en el tiempo y permitirá realizar evaluaciones más fidedignas, acordes a lo que está aconteciendo en realidad en el Mar Balear.

Los primeros «voluntarios» reclutados para esta investigación han sido los meros, el rey del Mediterráneo situado en la cúspide de su pirámide trófica. Alós explica que la telemetría acústica consiste en insertar en estos peces dispositivos electrónicos inocuos capaces de enviar señales acústicas cada tres minutos a unos receptores previamente instalados en los fondos marinos.

«Nos remitirá información sobre la temperatura del agua, la profundidad en la que se encuentran y dónde se halla, si permanece en la reserva marina o si ha salido de ella, con una suerte de geolocalización menos precisa que la de nuestros móviles», explica el investigador principal.

Pero lo importante para Alós de esta investigación es evaluar cómo afectan los aumentos de las temperaturas en estos meros o si sus poblaciones se encuentran en buen estado de salud porque este hecho repercutirá sobre el resto de especies que conforman la cadena trófica. Y, más importante aún, hacerlo durante una década para conseguir datos fiables. «Aunque cada año tendremos resultados sobre cómo interactúan los peces «reclutados» con el clima, la sobrepesca o las especies invasoras», añade.

Para recoger las señales enviadas por los dispositivos electrónicos colocados en esta fase inicial en meros de las reservas marinas de El Toro y las Malgrats (Calvià) se han instalado receptores en todas las reservas marinas de esta comunidad, uno por cada área protegida con un radio de recepción superior a un kilómetro.

El transmisor en la espina dorsal.

Esta red de receptores forma parte de la Balearic Tracking Network que, a su vez, se integra dentro de la European Animal Tracking Network cuyo objetivo es crear una red global de receptores para estos monitoreos de la fauna marina.

Por de pronto, Alós revela que gracias a la colaboración del IEO el pasado mes de mayo detectaron en aguas de Balears atunes rojos llegados desde aguas de Dinamarca que, tras reproducirse, regresaron a su hábitat en septiembre para alimentarse. Al parecer, las oligotróficas aguas del Mediterráneo son ideales para que las larvas de las diferentes especies prosperen pero no tanto para que sus nutrientes basten para alimentar a los ejemplares adultos.

El investigador del IMEDEA también confía en que esta red global de receptores marinos permita certificar un hecho aún no demostrado empíricamente: que las llampugas, convertidas ya en poderosos dorados, regresan a aguas de Balears para reproducirse tras su periplo por el Atlántico y el Caribe. Los receptores ubicados en esas áreas podrían corroborarlo al recoger las señales emitidas por ejemplares marcados aquí.

Uno de los receptores de las señales

Por eso, tras haber «marcado» con los dispositivos electrónicos ya a unos 15 meros en las reservas citadas de Calvià y tener previsto hacerlo con otros 15 más, Alós prevé ampliar su red de receptores a sa Dragonera para ver si los meros se mueven entre ambos espacios protegidos y, ya el año que viene, colocar los dispositivos emisores en otras especies como las llampugas y las rayas.

No lamentaría el investigador que los meros usados como transmisores sean presa de los pescadores submarinos ya que, apunta, este hecho formaría parte del apartado de la movilidad que abarca el estudio. Siempre y cuando, matiza, hayan sido capturados fuera de las áreas protegidas.

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