De nuevo una sentencia de la jueza Xisca Ramis nos reconcilia con la Justicia. Aunque no fuera de su agrado, la profesora Mariluz Esún ha demostrado gran valentía llevando su caso hasta los tribunales, algo que nunca debió suceder si la conselleria de Educación y el inspector responsable del Instituto Madina Mayurqa hubieran hecho su trabajo.
«El inspector valoró los correos electrónicos [que el condenado por coacciones remitió a Esún], pero consideró que no reunían las condiciones necesarias para abrirle un expediente, no había base suficiente», sostuvieron desde la Conselleria en junio, al preguntarles este diario por el caso. Uno solo de los mails citados «es, en opinión de esta juzgadora, insuperablemente elocuente de que [el acusado] estaba obsesionado en tener una relación sentimental con su compañera de trabajo, que ella rechazaba», les enmienda la plana la magistrada. «Habrá que esperar a la sentencia para saber qué opinan los jueces sobre este tema», terció en su día el conseller Martí March. Pues bien, el profesor acosador «ejerció violencia psíquica sobre Mariluz», quien vivió «una pesadilla continua», prosigue el relato judicial, que deja retratados a Educación y a su titular. «Las declaraciones del conseller de que se actuó ante mi denuncia son falsas», sostuvo entonces y ahora la profesora hostigada sexualmente en su ambiente laboral.
«Faltó perspectiva de género», fue la valoración light de Maria Duran también al ser interpelada por la prensa. El IB-Dona que dirige, como su homólogo en el Consell a cargo de Rosa Cursach, fueron «perversos e hipócritas», denunció ayer Esún. Que la víctima se sienta totalmente desamparada dice mucho de las instituciones duplicadas para proteger a la mujer. A las puertas del 25-N March, Duran y Cursach pueden ir preparando sus lazos morados. La sentencia sobre el caso Madina Mayurqa deja las políticas feministas del Govern en puro postureo.
