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Ingreso mínimo vital denegado: «Me han sacado del sistema, me busco la vida como puedo»

Jorge Iván Pulgarín llegó a Palma de Colombia en 2019 con su mujer e hijos y le denegaron el asilo

Jorge Iván Pulgarín, ayer, en Palma.

Jorge Iván Pulgarín aterrizó con su familia en Mallorca el 2 de febrero de 2019. «Huíamos de Colombia porque yo era militar en mi país y estaba amenazado de muerte». Al llegar a la isla, solicitó el asilo. «Como solicitante puedes hacer vida aquí. Conseguí un trabajo, pero en la empresa tuvieron que rescindir mi contrato porque el año pasado me denegaron el refugio», explica.

Con el finiquito se fue a casa hasta que esos fondos se agotaron. Encontrar trabajo de forma legal sin papeles era imposible. Y ahí empezó un día a día marcado por una burocracia infernal. «Me informé sobre el Ingreso Mínimo Vital (IMV) y cómo solicitarlo, y ahí ya me encontré con una primera barrera: me dijeron que sin permiso de residencia no podía tramitarlo, pero sé que con pasaporte sí podía hacerse», puntualiza. De la Seguridad Social hubo de poner rumbo a Delegación de Gobierno. «Allí me dijeron que sí podía pedir ese subsidio porque yo ya había tenido la residencia aquí durante dos años. No tenía demasiadas esperanzas y, menos mal, porque me lo desestimaron».

A Pulgarín (40 años) le quedaba la vía de la Renta Social Garantizada del Govern (RESOGA). «Me dijeron lo mismo, que sin documentos no podía solicitarla. Pero yo había trabajado de modo legal en España y lo que quería era cobrar lo que me tocaba por haber pagado mis impuestos correspondientes. Pero te sacan del sistema y te mandan de un sitio a otro», denuncia. «Como no podía entregar la solicitud en ventanilla, tuve que hacerlo telemáticamente», agrega. «Me dijeron que me la podrían dar si traía el libro de familia y me hacían pasar por unidad familiar vulnerable, pero el documento que tengo es colombiano y no sirve. También me comentaron que, si trabajaba diez días más, que era lo que me faltaba, me la concederían. Pero eso también era imposible: ¡sin la residencia nadie iba a hacerme un contrato!», lamenta desesperado y con la sensación de estar atrapado en la pegajosa telaraña de una Administración que no le daba ninguna opción. «Duele mucho la frialdad con la que te dicen las cosas. Tengo un coche que no puedo emplear porque no tengo dinero, he de pagar el alquiler, las facturas, la educación de mis hijos. No podemos comprar ropa para los chicos. Les tengo que decir que se pongan dos camisetas o dos pantalones si hace frío», narra destrozado.

«Si quieres comer, no puedes pagar el alquiler ni las facturas; y si las pagas, no comes», plantea. «En nuestro caso, el dinero lo destinamos prioritariamente al alquiler para no quedarnos en la calle. La propietaria entiende la situación y nos ha bajado cien euros la renta», apunta.

Es en este contexto extremo, sin IMV y sin RESOGA, cuando Pulgarín acude a Cáritas. «Allí me dicen que me van a ayudar. Me asisten con la educación de mis hijos y me dan un bono de alimentación», refiere.

Regresar a Colombia no es una posibilidad. «A mi hermano lo mataron y mi madre tuvo que salir del país. Nosotros tuvimos que abandonar nuestra casa de la noche a la mañana. No entiendo cómo me han denegado el asilo porque entregué muchísimas pruebas», asegura. «Ahora nos buscamos la vida como podemos, pedimos ayuda a Cáritas y no nos queda otra que estar en la economía sumergida», reconoce.

En la actualidad, Pulgarín ha echado los papeles «en algo que se llama ‘arraigo laboral’. Yo debería conseguirlo porque he estado dos años y seis meses trabajando aquí. Mi objetivo es conseguir un contrato laboral para regularizar mi situación».

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