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OPINIÓN

Cada cuatro meses, oleada del virus

Una enfermera inyecta una vacuna en el Germans Escales

Se acabó la tregua, comienza el embate cuatrimestral de la pandemia. Cabe hablar de programación regular, porque la sacudida se ha reiterado seis veces. Ugur Sahin y Özlen Türeci, los médicos germanoturcos que desarrollaron la vacuna de Biontech/Pfizer, pronosticaban en septiembre que la covid no desaparecerá «pero asustará menos».

El susto no depende en exclusiva de los datos epidemiológicos, la respuesta a la pandemia contribuye al pánico. El coronavirus se monta ahora en la sexta ola a nivel mundial, la semana próxima rebrotarán las pulsiones confinadoras. En Alemania ya se prohíben mercadillos navideños tras coronar una nueva cima de contagios diarios, Holanda vuelve a encerrarse.

Hasta la fecha, las oleadas cuatrimestrales se suceden implacables con independencia de las promesas con vitola científica de que cada arremetida sería la última. Ha quedado inutilizado el criterio de sacrificar las Navidades para salvar la temporada veraniega. Son sucesos independientes, la reacción a cada ataque debe atender en exclusiva a aminorar las bajas del bombardeo en cuestión. Se burlaban del epidemiólogo sueco Anders Tegnell cuando anunciaba que «esto es un maratón, no un sprint».

Para el virus, Mallorca es el mundo y viceversa, porque ambas realidades geográficas marchan acompasadas. Todas las sociedades se debaten entre los miedos al contagio y al confinamiento. Si se aúnan los dos temores, la sociedad entera se coloca al borde del colapso. Por tanto, cabe exigir que las autoridades locales traten a los indígenas como a turistas.

De nada sirvió a efectos preventivos la penitencia balear de junio, además de la calificación de ilegal que le endosó el Supremo. En verano se compensó por exceso, apisonando la salud con las urgencias económicas. Eivissa se mantuvo sin un mínimo cierre perimetral, pese a una incidencia acumulada que se contaba en miles. Es un precedente a consignar, para sofocar las vocaciones redentoristas.

La covid se jugaba en la vacunación. Balears paga la factura de un año a la cola, una evidencia mentida más que desmentida. A casi diez puntos de la media nacional también estancada y a quince de Asturias o Galicia, la tercera parte de mallorquines no está vacunada, la mitad se debilita por un efecto vacunal menguado. Es una lástima, porque solo uno de cada diez inmunizados artificialmente se ha contagiado en la comunidad, y hasta la fecha ha muerto de covid una de cada doscientas mil personas con la pauta completa.

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