Diario de Mallorca

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Entrevista
Christian Völkers Fundador de Engel & Völkers

Christian Völkers: «En Mallorca tenemos más de cien propiedades a partir de ocho millones»

El empresario inmobiliario aborda la estrategia detrás de la venta parcial de Engel & Völkers, el sector del lujo en la isla y la reconstrucción de su finca Son Coll, en Port d’es Canonge

Christian Völkers, en la terraza del hotel Can Alomar, en Palma. | NELE BENDGENS

Christian Völkers está inmerso en la reconstrucción de Son Coll en Port d’es Canonge (Banyalbufar), destruida por la tormenta de agosto de 2020. El empresario inmobiliario de Hamburgo, de 65 años, lleva décadas arreglando esta possessió y ahora tiene que volver a empezar. También está centrado en el reajuste de la empresa que fundó. El fondo de inversiones Permira se ha hecho con el 60% de las acciones de Engel & Völkers AG. Junto con Permira y el consejo de administración, Völkers pretende impulsar la transformación digital de la compañía. Vendió el 15% de sus acciones, operación que se calcula le ha reportado unos 100 millones de euros.

¿Influyó la destrucción de Son Coll en su decisión de vender la mayoría en Engel & Völkers?

No, fue solo una coincidencia en el tiempo. El reajuste fue el resultado de un proceso más largo que implicó la decisión estratégica de hacia dónde queremos llevar la empresa en los próximos años. La venta no estaba en primer plano, sobre todo porque sólo vendí una pequeña parte.

¿Y la pandemia?

No. Tras la fuerte incertidumbre provocada por el coronavirus en la primavera de 2020, pudimos ajustar rápidamente nuestros procesos empresariales. Debido a las restricciones, tuvimos que cerrar más de 900 tiendas y oficinas. Pero gracias a nuestra infraestructura digital, pudimos continuar con nuestras actividades de intermediación. Muchos clientes se dieron cuenta de que la casa en la que vivían acabaría desempeñando un papel mucho más importante en sus vidas que antes de la pandemia. Esto desencadenó una gran oleada de compras, que ha dado lugar a una demanda de inmuebles residenciales que nunca antes habíamos visto.

Cuando la demanda aumentó, los planes de Permira ya estaban en marcha...

No empezamos a pensar en ello hasta otoño. El reajuste estratégico de la empresa tuvo su origen hace dos años. Después de pasar del Consejo Ejecutivo al Consejo Asesor analicé la evolución y el potencial del mercado con un pequeño equipo. Descubrimos lo bien valoradas que están en el mercado las empresas inmobiliarias digitales, las llamadas proptech. Entonces fundé inicialmente una empresa por mi cuenta, TechRock AG

¿Necesitaba a Permira?

Este cambio es una inversión muy, muy grande. Inicialmente pensamos en una ampliación de capital el pasado otoño y hablamos con los demás accionistas. No todos querían hacer este viaje. Las acciones de estos inversores fueron compradas por Permira, uno de los principales inversores tecnológicos del mundo. También vendí una pequeña participación, pero la familia sigue teniendo el 40% de las acciones y yo el 75%. Permira cuenta con personas muy preparadas a las que podemos acceder.

¿Qué importancia tiene Mallorca para Engel & Völkers?

Fue nuestro primer mercado de segunda residencia. Empezamos en Hamburgo y nos dimos cuenta de que muchos se sentían atraídos por Mallorca. Para mí, claro, fue estupendo porque mis padres tienen una casa aquí desde hace 45 años. Mallorca sigue teniendo un estatus muy alto. No hay ningún mercado en Europa que esté tan densamente y bien ocupado por nosotros como Balears. Y también seguimos viendo un interés ininterrumpido por parte de la gente por venir a Mallorca y vivir aquí, no solo durante las vacaciones, tendencia que se ha acentuado en los últimos doce meses no solo por la pandemia, sino también porque ahora se trabaja mucho más a distancia.

¿Hay suficientes viviendas en Mallorca?

La relación entre la oferta y la demanda es distinta en el mercado de primera residencia. Siempre hay escasez de oferta, lo que se debe a que la vivienda habitual no se pone a la venta como una oportunidad, sino porque se quiere cambiar. En el mercado de la segunda vivienda, en cambio, suele haber un exceso de oferta. El apego emocional a la casa y también su uso diario no son tan grandes y el propietario a veces se siente inclinado a vender, también por el precio. En Mallorca, sin embargo, desde el año pasado se da la situación de que la demanda supera a la oferta.

¿Y los multimillonarios? En 2013 me dijo que aún no se habían dado cuenta de las oportunidades que ofrece la isla. Ahora comercializan una casa en Son Vida por 65 millones de euros.

Mallorca se ha puesto claramente al nivel de los precios alcanzados en otros mercados de segunda residencia, como Cerdeña o la Costa Azul. Sin embargo, seguimos teniendo una clientela diferente que da especial valor a los inmuebles de prestigio, por ejemplo, no compran una possessió en el campo. Además, hay muchos lugares atractivos en Mallorca.

¿Cuánto representa su segmento de lujo en Mallorca?

Tenemos más de cien propiedades en venta con un precio de compra a partir de ocho millones de euros. Este mercado fue especialmente fuerte en 2020.

En el mercado local los precios vuelven a ser demasiado altos para muchos asalariados. ¿Le preocupa que la brecha se amplíe?

Sí, no solo en Mallorca. La escasez de viviendas es un problema en todas partes, especialmente en los centros urbanos. Los políticos y el Estado están llamados a proporcionar suficientes viviendas asequibles. Y esto también tiene que ver con la rapidez de los permisos de construcción y la forma en la que se pueden desarrollar nuevos terrenos.

Eso va a costa del territorio.

Sí, pero ello tiene que ver también con el crecimiento de la población. Y no estamos hablando de que todo el mundo quiera vivir en una casa grande con un gran terreno, sino de que hay que crear más viviendas para una población que crece.

¿Comprende a aquellos mallorquines que tienen la sensación de que los extranjeros se están haciendo con toda la isla?

Lo comprendo muy bien y además es un tema del que se puede y debe hablar públicamente. Si solo se ve desde una perspectiva —los extranjeros comprando propiedades—, sí que es un problema. Pero también hay que ver el otro lado, el de los vendedores. Muchos propietarios mallorquines que venden su propiedad hoy en día están muy sorprendidos por los precios que se alcanzan. Valen hoy mucho más que hace 20 años. Esto ha hecho que muchos se hayan vuelto muy pudientes. Además, los que compran casas de alta gama suelen traer también mucho dinero a la isla, se transfiere permanentemente para pagar, por ejemplo, al personal de mantenimiento o un proyecto de construcción. Este tipo de clientela también visita los restaurantes y el comercio minorista. Esto es muy diferente de lo que ocurrió durante muchos años en el turismo de masas, donde la gente venía en un viaje de todo incluido por 500 euros. De este dinero per cápita quedaba relativamente poco en la isla.

La calidad de la oferta ya está mejorando.

Están ocurriendo muchas cosas, pero las consecuencias que se están extrayendo a nivel político no son del todo rigurosas. Un buen ejemplo es la reducción de los permisos de construcción en el contexto de la superficie edificable y el tamaño de las viviendas. Si se reduce el tamaño del edificio a una escala que puede dejar de ser interesante para los clientes adinerados, se ofrece menos incentivo para la inversión inmobiliaria residencial. Y eso hace que se gaste menos dinero en todo lo demás. Es decir, en lo que, en última instancia, constituye el PIB de esta isla.

¿No me estaba diciendo que el negocio iba muy bien?

No me quejo, el negocio también funcionará con casas más pequeñas. La cuestión está en qué tipo de clientes pretende la isla. ¿Se quiere a aquellos que se interesan por bienes inmuebles de alta calidad, lo que también puede incluir propiedades por 500.000 euros? Hacer de Mallorca un destino de lujo quizás no sea ideológicamente lo más popular en este momento. Sin embargo, desde el punto de vista económico y ecológico, tendría sentido para la isla.

Conozco a un columnista que ahora polemizaría: a la población local solo le quedará hacer de sirvientes.

No sé qué hay de malo en ganar un buen dinero como contratista o empleado de servicios, ya sea en una empresa de jardinería o una constructora. Al fin y al cabo, nosotros mismos somos proveedores de servicios en el ámbito de la intermediación inmobiliaria.

Quieren entrar en el turismo de alta gama con un hotel de equitación en Campos.

Todavía no puedo decir mucho, estamos pensando en una apertura tranquila en otoño de 2022. También aquí de lo que se trata es de ponernos en contacto con los propietarios en una fase temprana y acompañarlos en sus viajes. También entra en juego el tema del alquiler vacacional: el arrendador de hoy es el vendedor de mañana y el inquilino de hoy es el comprador de mañana. Todavía hay un potencial importante para nuestra marca. A partir de 2022, seguramente seremos más activos en este ámbito, también aquí en Mallorca.

¿Cómo va la reconstrucción de Son Coll?

Probablemente no podremos volver a mudarnos hasta 2024 como muy pronto. Un ejemplo: para la reforestación, hay que cercar la zona para que las cabras salvajes no destruyan los árboles jóvenes. Pero esto requiere un permiso, que puede tardar meses, incluso años. Me gustaría que esto se acelerara mucho.

¿Ha solicitado ayudas?

Averiguamos qué era factible, pero al final no solicitamos nada. Las inversiones son enormes, no solo en cuanto a la casa, sino también en lo que se refiere a la reforestación. Hemos perdido 30.000 árboles. Solo restaurar el valle supone una inversión de unos dos millones de euros. Y no hay ayudas para ello. La casa supondrá otros cuantos millones. Tras la tormenta, solo quedaron en pie los muros exteriores de quinientos años de antigüedad; el techo y todo el interior tienen que ser reconstruidos.

¿Ha pensado en vender?

No. Aunque el apego emocional no es tan fuerte hoy como lo era hace un año y medio. Hay que motivarse una y otra vez cuando se ve la falta de progreso en la obra y se sabe que la reconstrucción tardará aún más.

¿Relaciona esta destrucción con el cambio climático?

Soy extremadamente sensible al cambio climático y esto no ha cambiado mi perspectiva en absoluto. Nunca antes se había producido un acontecimiento meteorológico como este en Mallorca, y se produce ahora, en un momento en el que estamos inmersos en un cambio climático global. Esto no es una coincidencia. Lo uno tiene que ver con lo otro. Y el cambio climático afectará a Mallorca también de otras maneras, en suministro de agua, calor, nivel del mar. Todos estos son temas en los que pensamos mucho, que nos preocupan, como propietarios de una finca en Mallorca, pero también como personas y empresarios.

¿Cuál puede ser su contribución para hacer algo al respecto?

Reforestar un valle de 50 hectáreas y plantar allí árboles, entre ellos 6.000 olivos, es ya una pequeña contribución, para la isla, pero también para el clima. Pero eso no es suficiente, por supuesto. Tiene que pasar mucho, mucho más. También como empresa estamos trabajando intensamente en ello.

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