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Opinión | «Los datos de las pateras son irrisorios»; por: Matías Vallés

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14 personas rescatadas y tres desaparecidos en aguas de Cabrera B. Ramon

Nadie dejó de cenar ayer tras la conmoción causada por el naufragio en Cabrera, así que convendrá evitar el racismo de la derecha soldada a Vox con la misma cirugía que la tartufería de la izquierda caritativa. Y a pesar del carrusel de fallecidos suministrado en la tarde de ayer como datos oficiales, por fortuna en sentido decreciente, tal vez ha llegado el punto de inflexión.

Sería fácil remitirse a las declaraciones de María Salom negando las mafias del tráfico de seres humanos desde la Delegación del Gobierno, pero la representante de Madrid se llama hoy Aina Calvo, y le pertenece la extraordinaria frase de que «los datos de las pateras son irrisorios». Fue pronunciada menos de un año atrás, y en este 2021 la redondeó con el calificativo de «insignificante», en la misma senda.

Se define «irrisorio» como aquello «que provoca risa y burla». Alguien esperará aquí el alegato humanitario habitual en los progresistas con dos casas que guardar. Más modestamente, a las autoridades empezando por la delegada del Govern se les debió congelar ayer la sonrisa irisada e irrisoria, cuando anunciaron 17 muertos que no se habían producido pero que a nadie hubieran extrañado.

«Irrisorio» es un término compartido a izquierda y derecha. Los progresistas querían significar que se podían asumir más pateras sin riesgo, los conservadores mostraban su desprecio por los recién llegados. Quienes poseían los datos eran más cuidadosos. En la cumbre hispanoitaliana celebrada en Palma por Pedro Sánchez y Giuseppe Conte el pasado noviembre, la primera referencia efectuada por cada uno de ellos a la migración incluyó la palabra «mafia».

Un tráfico mafioso no es «irrisorio». Condenar a seres humanos al punto en que la distinción entre la vida y la muerte carece de importancia no es «irrisorio». En una súbita toma de conciencia, Mallorca se incorporó ayer a las rutas del tráfico de esclavos. Ya solo falta la inminente apertura de un centro de internamiento camuflado, para la incorporación definitiva de la isla a la realidad de la orilla sur del Mediterráneo. Irrisorio, sin duda.

Los tres desaparecidos ayer son tres más que los extraviados entre millones de viajeros a Son Sant Joan. Pese a ello, nadie solucionará el problema irrisorio, aunque la pandemia debería haber enseñado al menos que los comportamientos acarrean consecuencias.

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