No ha parado de crecer en los últimos años: la inmigración irregular ha pasado de 4.552 llegadas en 2014 a 40.106 el año pasado, aunque las rutas que conducen a España han variado en este tiempo ya que el control migratorio de las fronteras no sólo contiene los flujos, sino que los desplaza.

Pese a ser la más peligrosa para llegar a Europa por mar, la ruta canaria es la más transitada (en los primeros ocho meses del año han arribado a las islas 9.255 personas), si bien las llegadas a la Península y Baleares a través de la ruta argelina y la del Mar de Alborán se han tornado más habituales en los últimos tiempos (9.075).

Almería, Murcia, Alicante y las Pitiusas han sido escenario durante el pasado fin de semana y el comienzo de esta semana de la llegada irregular de medio millar de inmigrantes, entre los que uno ha resultado fallecido al precipitarse por un acantilado tras alcanzar tierra en la localidad almeriense de Carboneras.

El control migratorio define las llegadas

"Las rutas no desaparecen, van cambiando", constata a Efe la investigadora del área de Migraciones en el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Blanca Garcés, que advierte de que aunque el "foco mediático" se fije en Canarias, el resto de rutas siguen activas.

El efecto sobre las llegadas depende del control migratorio en los distintos puntos de la fronteras. "Hay un claro efecto de vasos comunicantes: más control en el Estrecho, más salidas desde África occidental", precisa Garcés.

Ruta del estrecho y Mar de Alborán

Varias son las fechas claves en ese "desplazamiento" de las rutas, según explica a Efe la portavoz de la ONG Caminando Fronteras, Helena Maleno, que recuerda que en 2005 la crisis de las vallas en la ruta del Estrecho movió el flujo a Mauritania y Senegal y "puso en marcha" la ruta canaria, que vivió la crisis de los cayucos en 2006 con casi 32.000 llegadas a las islas ese año.

En 2009, el colectivo, que recibe regularmente avisos de las familias de las pateras que parten o que llevan unos días en el mar, constató las primeras 'toys' (embarcaciones precarias de plástico sin motor) usadas por subsaharianos para cruzar el Estrecho, cuyo auge se experimentó de 2013 a 2015 con barcas "casi a diario".

Al mismo tiempo estaba "muy activa" la ruta del Mar de Alborán, desde la zona de Alhucemas y Nador, en el norte de Marruecos, hacia Málaga, Granada y Almería, y, a partir de 2015, esta vía adquiere un protagonismo que la equipara a los niveles del Estrecho.

Ante el cierre de las vías del Mediterráneo oriental y central, las rutas de Alborán y del Estrecho son la alternativa a quienes migraron en 2018, cuando se marcó la cifra más alta de llegadas a España por mar de la historia, con 57.500.

Canarias, la vía más activa y más peligrosa

Sin embargo, la "militarización" de las rutas del norte de Marruecos, el alto nivel de violencia, una mayor presencia de la Agencia Europea de Fronteras y Costas (Frontex) y la "precarización" en los servicios de rescate, ha obligado a las poblaciones subsaharianas a explorar otras rutas más peligrosas como la canaria y la argelina.

La gente se ha marchado a "dar el salto" desde el Sahara, a Dajla (a unos 450 kilómetros de Gran Canaria) y a El Aaiún (a 125 de Fuerteventura) y los campamentos están desapareciendo: "En Nador había más de 30, ahora quedan 5 ó 6, y Tánger está prácticamente vaciada. La gente está en Casablanca y Rabat, incluso llegan a Lanzarote desde Safi, Agadir y Mohammedi", detalla Maleno.

Las cifras constatan que la ruta canaria es la más activa de todas las puertas de entrada de la inmigración irregular a España: 23.023 personas arribaron el año pasado al archipiélago frente a las 16.610 que llegaron a las costas de la Península y Baleares.

También es la más mortífera: fallece una persona por cada 19 que llegan a las islas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas.

La invisibilidad de la ruta argelina

Al este de Alborán, se solapa la ruta argelina, transitada fundamentalmente por ciudadanos de ese país a bordo de embarcaciones a motor, que inicialmente fijaban su objetivo en la costa almeriense. Sin embargo, en los últimos tiempos, para sortear el control migratorio, la ruta se ha expandido hacia Levante y Baleares.

"Incluso durante el confinamiento del año pasado, esta ruta ha estado muy activa", menciona Maleno, que lamenta su invisibilidad por la opacidad del país y porque que los argelinos no suelen alertar a los servicios de rescate por el miedo a las deportaciones.

"Son rutas más peligrosas pero acaban siendo las únicas posibles cuando la del Estrecho se cierra", asume Garcés, que remarca que el Gobierno español fue pionero en la externalización de las fronteras a raíz de la crisis de los cayucos y que esas políticas "han determinado" las de otros países europeos.

Marruecos, guardián de la frontera española

En el caso de la frontera española, es fundamental el papel del Estado marroquí porque cumple "el papel de guardián", lo que se apreció claramente con la entrada masiva de unos 10.000 inmigrantes el pasado mes de mayo a Ceuta, apunta la investigadora.

"Al alcanzar acuerdos bilaterales con países de origen y de tránsito para controlar los flujos desde fuera, la actuación del Gobierno marroquí ha sido siempre aceptado y cuando su papel pasa a ser fundamental, la inmigración pasa a ser una carta de uso político para reivindicar determinados posicionamientos en política exterior", opina Garcés.

Coincide la portavoz de Caminando Fronteras en que intereses geopolíticos y económicos están detrás del "uso perverso" que hacen algunos países del control migratorio; "se han dado cuenta de que la migración es una moneda de cambio y un chantaje en las relaciones bilaterales", remacha.

Mientras, la llegada de inmigrantes por mar no cesa. Esta madrugada la Guardia Civil ha rescatado una patera en la que viajaban diez marroquíes, uno de ellos menor, que habían salido desde las costas de Ceuta en dirección a Cádiz.