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La factura de la luz asfixia a los comercios de Palma: «En mi casa puedo poner velas, pero en mi local no»

La franja horaria más cara de la factura de la luz coincide con las horas de mayor actividad comercial y muchos buscan la manera de cubrir el mismo servicio consumiendo menos

Natalia, en la puerta de su papelería, a punto de atender a una clienta.

El último golpe de gracia para el pequeño comercio, en medio de una pandemia que no perdona a nadie, ha sido la factura de la luz. Este verano, el precio de la electricidad ha alcanzado cotas sin precedentes, encadenando máximos diarios hasta perder la cuenta.

Julio se convirtió en el mes más caro de la historia, y agosto pulverizó este récord. No parece que septiembre vaya a dar tregua, y lo peor es que nadie sabe dónde está el techo. Esta misma semana, el precio medio diario en el mercado mayorista ha llegado a triplicar el de hace exactamente un año.

Los tramos horarios de la luz tampoco dan un respiro a los negocios. La franja más cara coincide con las horas de mayor actividad comercial, y muchos buscan la manera de cubrir el mismo servicio consumiendo menos electricidad. A este arte se le llama eficiencia energética; un quebradero de cabeza para los que no entienden de kilovatios y bombillas incandescentes.

Otra vuelta de tuerca

Por si el castigo para los negocios fuera leve, se suma a una recesión que se ha ensañado con la economía balear, de la que el sector del comercio intenta levantar cabeza. La presidenta de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB), Carmen Planas, ha recordado que esta comunidad autónoma sufrió una caída del 25% del PIB, la mayor contracción del país. En este contexto, Planas ve poco acertado añadir otra vuelta de tuerca: «Es el momento menos indicado para que la luz siga subiendo».

Con más gastos fijos, los autónomos acabarán planteándose cómo asumir el coste añadido, y eso, de una manera u otra, afectará a empleados y clientes: o suben los precios, o reducen la plantilla de trabajadores. «Este aumento enorme del recibo de la luz repercutirá en la calidad del empleo, en los consumidores y en el bienestar de los ciudadanos», ha zanjado la presidenta de CAEB, que también prevé una subida inminente del IPC.

En un panorama en el que el precio de la luz continuará desbocado, Planas ha asegurado que lo lógico sería echar un cable a los autónomos.

Rebajar la presión fiscal, agilizar los fondos europeos o establecer bonificaciones de la Seguridad Social son algunas de las soluciones que proponen desde CAEB. En cualquier caso, mientras no lleguen las ayudas y el precio de la electricidad siga en sus trece, los locales tendrán que abrir las ventanas y aprovechar la luz natural.

«La factura me ha subido un 160% y voy como loca apagando las luces»

En un alarde de valentía, Natalia se embarcó en su negocio en plena pandemia. Lo que no se esperaba es que, pocos meses después, el recibo de la luz empezaría a desbocarse y eclipsaría la ilusión de un nuevo comienzo.

En solo un mes, su factura aumentó más de un 160%, de 49 euros a 131 en el último recibo. En septiembre, se ha cambiado de compañía eléctrica buscando pagar menos, pero su gestor ya le ha advertido de que poco puede resolver cuando todo el mundo está igual.

«La factura me ha subido un 160% y voy como loca apagando las luces».

NATALIA PRAT - Propietaria de la Papelería Bons Aires

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«Voy como una loca apagando las luces, pero no puedo hacer mucho más. En mi casa puedo poner velas, pero en mi local no», lamenta Natalia mientras señala la zona de los refrescos y se ríe. Una vez, para intentar ahorrar electricidad, apagó la nevera al final de su jornada. Al día siguiente, al entrar al local, se le había inundado la papelería y se le puso todo malo. Ese día decidió que no le queda más remedio que agachar la cabeza y seguir pagando. 

«Cada día se bate un nuevo récord. Nos tienen a todos asustados»

Lorenzo le tiene pánico a la factura de la luz. De momento, en un año ha pasado de pagar unos 300 euros de electricidad, a unos 490 en los dos últimos recibos. Pero sabe que puede aumentar: «Cada día se bate un nuevo récord. Nos tienen a todos asustados», asegura mientras seca tazas de café con un trapo.

Lorenzo posa frente a su local, en pleno centro de Palma. Irene R. Aguado

Después, camina hasta el mostrador, lleno de quesos y embutidos, y sigue explicando: «No puedo cambiar nada. El cliente quiere venir, consumir, pagar y ya está; no entiende de luces apagadas o sitios sin aire acondicionado». 

«Cada día se bate un nuevo récord. Nos tienen a todos asustados».

LORENZO DELGADO - Gerente de la charcutería-cafetería Casa Delgado

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Peor aún ve subir los precios: «No puedes hacerle eso a los clientes, se irán al bar de al lado». Las pérdidas tendrán que remendarse de otra manera, porque en su negocio, la lealtad al consumidor es lo primero. Visto el panorama, que no invita a pensar que el precio de la luz bajará, su única esperanza es reducir el uso del aire acondicionado en cuanto llegue el invierno: «No me atrevo a hacer más».

«Ahora que estábamos recuperando algo del año pasado, volvemos para atrás»

Lo único que ha podido hacer Juanan para esquivar el golpe de la factura de la luz es poner la lavadora nada más llegar a la peluquería, a las nueve de la mañana. Pero según relata, algunos compañeros de oficio han tenido que llevarse la lavadora a casa para ponerla de noche, en el tramo barato.

«Ahora que estábamos recuperando algo del año pasado, volvemos para atrás»

JUANAN COLL - Gerente de la Peluquería Carju

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Igualmente, en Carju, lo que más electricidad consume son los secadores y el aire acondicionado, que están todo el día a plena potencia.

De un año a otro, a Juanan le ha subido la factura de la luz un 30%, y para afrontar las pérdidas no puede plantearse reducir todavía más la plantilla. «Ahora que estábamos recuperando algo del año pasado, volvemos para atrás», lamenta. Lo único que puede hacer es esperar a que las peluquerías suban los precios, algo que suele suceder cada mes de septiembre: «Las demás opciones son inviables. Todos los peluqueros estamos igual».

Juanan Coll es el gerente de la peluquería Carju, en Palma. Guillem Bosch

«Después oyes los beneficios que tienen las eléctricas y da vergüenza»

Lo que peor lleva Vicente es pensar en que alguien se lucra de todo esto: «Después oyes los beneficios que tienen las eléctricas y da vergüenza. Es un abuso», asegura. Este contexto poco alentador se suma a su época de vacas flacas, porque aunque cueste creerlo, su temporada baja es en verano.

Vicente, en su local, frente a la estantería de suplementos deportivos. Irene R. Aguado

Aun así, abre su local desde las 7:00 hasta las 20:30 horas. Más de nueve horas de aire acondicionado en marcha, letreros luminosos y luces encendidas prometen cifras sobrecogedoras en el recibo de la luz.

«Después oyes los beneficios que tienen las eléctricas y da vergüenza»

VICENTE LÓPEZ - Propietario del Centro de Entrenamiento Fitness Sport

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«A las compañías les pediría un poquito de consideración, que ellas ya ganan suficiente», añade. De todas formas, para él, está claro que hay que bajar los impuestos: «Producir luz es baratísimo. Un kilovatio no vale nada. De hecho, gran parte del recibo son impuestos. De luz apenas pagamos nada».

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