El PP mallorquín está condenado por pagar actos de partido con fondos públicos. Por tanto, el desplazamiento masivo de veinte de los 89 diputados nacionales a la isla para coronar a Marga Prohens también se carga al contribuyente, ahora a través del Congreso. En el último fin de semana de julio, cuando hubieran viajado incluso a proclamar a Biel Company. El patriotismo bien entendido empieza por uno mismo, y a nadie debería escandalizarle que España pague los fastos de su partido más acentuado, como de costumbre.
Cada PP llega al poder desvinculándose de la corrupción de sus predecesores. A continuación, cada PP reincide en los comportamientos corruptos de sus antecesores, de la Caja B a la Caja C del Congreso. El enfurruñamiento de Génova, al negarse a confirmar que Pablo Casado viaja a actos partidistas con fondos del Congreso, reafirma la coherencia sin fisuras con la estirpe de Rodrigo Rato, Jaume Matas o el Rajoy de Bárcenas. Los portavoces del partido deberían refugiarse en que su presidente viajó a Palma a insultar al catalán, una tarea eminentemente patriótica y digna de subvención.
La Gürtel no era «una trama del PP, sino una trama contra el PP», así que el tropel festivo a la Mallorca de vacaciones «no es un viaje del PP, es un viaje contra el PP». Y ahora, a denunciar los vuelos de Pedro Sánchez con el Falcon, desde el Falcon Crest de Casado con fondos públicos. No les mueve la sed de justicia, solo la envidia.