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Un joven de Vigo que vino a Mallorca: “Era como volver a los años de antes de la covid”

¿Eran conscientes los chavales del riesgo que corrían al participar en estas fiestas multitudinarias sin distancia y sin mascarilla? La respuesta es sí

Jóvenes en uno de los macrobotellones celebrados en s'Arenal.

Más de 1.100 contagios, 14 hospitalizados en Son Espases –un joven alicantino de 18 años se encuentra ingresado en la UCI del Hospital General Universitario de Elche–, cerca de 250 aislados en hoteles y miles en cuarentena distribuidos en nueve comunidades, entre estas Galicia, es el balance provisional del macrobrote de covid-19 vinculado a viajes de fin de curso a Mallorca. ¿Eran conscientes los chavales del riesgo que corrían al participar en estas fiestas multitudinarias sin distancia y sin mascarilla? La respuesta es sí. Al menos así lo reconoce uno de los jóvenes que viajó con el grupo de estudiantes de Vigo, que ha sumado nueve casos positivos tras la excursión de fin de curso a la isla balear.

“Sabíamos el riesgo que corríamos, pero la gente se dejó llevar por la fiesta”, afirma Luis, nombre ficticio de este joven de 17 años, que prefiere mantener en secreto su identidad.

El grupo, formado por una veintena de estudiantes, salió de Vigo el pasado sábado 12 y regresó el 17 tras pasar unos días en s'Arenal, celebrando el final del bachillerato y que habían aprobado la selectividad. Volaron desde Oporto, por lo que tuvieron que hacerse pruebas antes de embarcar, tanto en el viaje de ida como en el de vuelta. Luis dio negativo en la prueba requerida para el vuelo de regreso, pero un compañero no pudo embarcar con ellos porque dio positivo. Otros ocho compañeros darían positivo también en las PCR realizadas ya de vuelta en casa.

Sin embargo, puede haber más casos en la provincia vinculados al macrobrote estudiantil de Mallorca de los contabilizados oficialmente. Así lo cree al menos este joven vigués. “Al menos tres estudiantes de un grupo de otro instituto de Vigo también han dado positivo, pero como volaron desde Santiago y no necesitaron una prueba de PCR ni de antígenos negativa para embarcar y se la hicieron después por su cuenta no se tienen en cuenta como positivos del macrobrote, pero, al fin y al cabo, fue el mismo viaje. También otros grupos de otras partes de España llegaron a la isla en ferri desde Valencia y tampoco necesitaron hacerse ninguna prueba y ahí hubo prefiesta y postfiesta, con todo el mundo bebiendo y sin mascarillas”, explica.

Luis califica Palma como “una ciudad sin ley”, donde las mascarillas no se llevaban ya ni en los hoteles y donde las fiestas se repetían todos los días hasta altas horas de la madrugada. “Las playas estaban cerradas por la policía, pero la gente subía a riadas a un sitio que llaman ‘el monte’. Era impactante e impresionante. ver a miles y miles de personas de nuestra misma edad, aunque también había algunos guiris”, explica. Tanto le impactó que hizo fotografías y vídeos con su móvil. “Era como volver a años atrás, antes del covid”, añade.

S'Arenal, epicentro del brote de covid entre estudiantes de la península en Mallorca

S'Arenal, epicentro del brote de covid entre estudiantes de la península en Mallorca Asociación de Vecinos Amics de s'Arenal

Luis subió en dos ocasiones, el segundo y tercer día, aunque asegura que no permaneció mucho tiempo y que mantuvo la mascarilla puesta. “Sabíamos el riesgo que corríamos al subir allí, era algo asumido, pero no queríamos coger el covid. Nosotros tuvimos mucha suerte de no cogerlo, aunque aquí también entra la responsabilidad de cada uno. Ni mis amigos ni yo nos quitamos las mascarillas, porque podías coger el covid y cuatro cosas más, pero allí no las llevaba nadie. Yo escuché frases como: ‘Si no damos positivo de covid a la vuelta es que el virus no existe’, afirma.

Subir al “monte” era casi una cuestión de inercia. “Subía todo el mundo. Si no lo hacías te quedabas solo”, afirma. Asegura, además, que esos macrobotellones no parecían el resultado de quedadas espontáneas, sino más bien eventos organizados. “Había coches con música sincronizada que no sabemos de quiénes eran y la ubicación del lugar te llegaba por WhatsApp porque si no eres de la zona no sabes llegar a ese sitio”, explica.

Conseguir acopio de bebidas alcohólicas tampoco fue complicado. “La gente podía comprar alcohol hasta las cinco de la madrugada. Sin preguntas. Las tiendas estaban cerradas, pero pasaban por debajo de la verja. Había riadas de gente subiendo y bajando a todas horas de las tiendas a la fiesta con botellas”, reconoce.

A pesar de la polémica del viaje, asegura que la experiencia mereció la pena. “Mi visión es diferente a la de mis padres. Ellos dicen que la culpa es suya por mandarme. Pero había que celebrar el bachillerato y la selectividad. Yo lo pasé muy bien después de un bachillerato muy duro, por lo que el viaje rentar, rentó, y creo que incluso quienes regresaron con covid también dirán que les rentó y que repetirían, y yo los entiendo”, comenta.

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