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El acusado del crimen de la Colònia de Sant Jordi dice que sufrió un arrebato

Afirma que la víctima no era su pareja, solo compartían piso y que solía descargar toda su rabia sobre él, hasta que «se me fue la cabeza»

El acusado del crimen de sa Colònia de Sant Jordi durante el juicio. B. Ramon

El hombre que se enfrenta a un juicio por la muerte de una mujer alemana en la Colònia de Sant Jordi, hecho ocurrido el 22 de septiembre de 2019, se confesó ayer autor del crimen, aunque con matices. Intentó convencer al jurado que la víctima, una mujer alemana llamada Verónica Hoffmann, era una persona desequilibrada, con ataques de ira, que descargaba toda esta violencia verbal sobre su persona, hasta que explotó y «perdí los papeles». Celestino R. agarró un cuchillo de cocina y asestó varias puñaladas a la mujer, hasta que la mató. 

El acusado, Celestino R., para el que reclaman 16 años de cárcel, quiso dejar muy claro que la mujer alemana no fue nunca su pareja sentimental, solo compartían piso. Se conocieron pocas semanas antes a través de una voluntaria de un centro donde se cuidaban gatos. El hombre dormía en la calle, sin apenas recursos, y la mujer alemana le ofreció su casa para poder vivir hasta que lograra superar esta crisis

La acusación sostiene que el hombre apuñaló a la mujer alemana porque no le gustó que esa noche regresara tan tarde a casa y el ataque respondió a una reacción celosa. El acusado rechazó esta teoría, asegurando que «jamás» marcó el horario de Verónica, hasta el extremo de que no sabía ni de qué trabajaba ni qué amistades tenía.

El hombre no guardaba un grato recuerdo de las semanas que estuvo viviendo en ese apartamento de la Colònia de Sant Jordi. «Esa mujer [en ningún momento la mencionó por su nombre] me daba unas broncas tremendas. Siempre me estaba gritando, por cualquier cosa se alteraba», señaló.

La estrategia de la defensa se basa en que su cliente actuó bajo los efectos del alcohol. El acusado reconoce que esa noche bebió una botella de ginebra, pero dejó claro que no tenía costumbre «ni de beber, ni de drogarme».

Las horas previas al ataque el acusado las pasó en vela, sin dormir, bebiendo alcohol. Antes de que llegara la mujer a su casa, Celestino descubrió que los gatos habían defecado sobre el sofá y él lo limpió. Después le contó lo ocurrido a la mujer alemana. Cuando ella estaba en la terraza «empezó a gritarme. Yo no entendía lo que me estaba diciendo. No pude más. Perdí los papeles y no se cómo, cogí un cuchillo de la cocina y se lo clavé. Fue un arrebato. No recuerdo cuantas veces la ataqué, pero supongo que fueron varias. Ella estaba frente a mí, pero no dijo nada».

Aunque no hubo testigos de la agresión, los vecinos sí se dieron cuenta de la pelea y escucharon los gritos de la mujer pidiendo ayuda. Nadie estuvo a tiempo de prestarle ayuda, ya que cuando accedieron al apartamento la víctima alemana yacía muerta en el suelo. Los que conocían a la mujer coincidieron en que era una persona muy reservada, que apenas tenía relación con sus compatriotas. Tampoco conocían el tipo de relación que mantenía con Celestino, si bien una vecina afirmó que una vez la escuchó decir que «había encontrado a su media naranja», aunque no pudo aclarar si se estaba refiriendo al acusado.

La Guardia Civil confirmó también que el acusado esa noche estaba borracho.

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