¿Eres pobre? Tendrás una atención sanitaria peor. ¿Eres una persona vulnerable socialmente? Serás vacunada más tarde que cuando deberías haberlo sido.

Llevo meses planteando la necesidad de que la vacunación tenga en cuenta no sólo el criterio de edad, además del ser profesional sanitario o sociosanitario, sino que las personas con enfermedades crónicas por un lado y las personas pertenecientes a poblaciones vulnerables por su situación socioeconómica, se añadan a estos grupos, junto al de profesiones esenciales. Se consideró mas fácil vacunar por grupos etarios ante la dificultad de acceso a estos colectivos de personas con vulnerabilidad social.

La crisis sanitaria provocada por la covid-19 ha puesto de manifiesto de nuevo el peso de los determinantes sociales de la salud, de tal forma que la pandemia no afecta a todos los grupos de población por igual y estos determinantes ilustran la relación entre la pandemia y la vulnerabilidad social.

La vulnerabilidad socioeconómica, de la que hay evidencia científica de que favorece, no solo la gravedad y mortalidad de la covid-19, sino la mayor exposición al contagio, ha sido eliminada en las actualizaciones de la estrategia nacional de vacunación, no considerándose finalmente en los grupos priorizados para ser vacunado. Y se optó por considerar solo la vulnerabilidad por edad o por comorbilidad como criterio en el cronograma de vacunación, y desapareció la vulnerabilidad socioeconómica.

El Ministerio de Sanidad no ha dado ninguna instrucción sobre cómo vacunar a sus grupos de riesgo social. Y así nos va. Algunas comunidades han tomado medidas para que el plan de vacunación no excluya a las personas sin tarjeta sanitaria, como habilitar números de teléfono, pedir listados a ONG o enviar indicaciones a los centros de salud. Las organizaciones piden más coordinación al Gobierno central. Balears asegura estar trabajando en un plan de acción con las ONG y recursos sociales para llegar a la población sin tarjeta sanitaria.

Aunque el plan de vacunación incluye a todos los residentes en España, independientemente de su nacionalidad y tipo de seguro, la falta de un plan estatal, el retraso de la activación de medidas autonómicas claras para llegar a estas personas y la escasez de información pública al respecto, sigue obstaculizando el acceso a la inmunización de quienes no tiene tarjeta sanitaria.

Ante esta situación, algunas comunidades autónomas han impulsado medidas para que los residentes que no están dados de alta en el sistema de salud público puedan ser citados. Sin embargo, no todos los procedimientos son claros y accesibles y muchos afectados siguen encontrándose trabas y requieren la intervención de colectivos sociales para lograr su cita.

El principal problema radica precisamente en que por NO contar con tarjeta sanitaria no están ya incorporadas al sistema y esto obliga a buscar iniciativas ‘ad hoc’ bastante rudimentarias en muchos casos, como que soliciten a ONG el listado de personas que deberían ser vacunadas por su edad pero no tiene tarjeta sanitaria. Las organizaciones especializadas piden también más coordinación al Ministerio de Sanidad.

En general, las medidas activadas a nivel de CCAA intentan, por un lado y en ocasiones sin éxito, establecer un canal para que la ciudadanía sin tarjeta sanitaria que quiera vacunarse puedan solicitar el alta en el sistema de salud de la comunidad que le corresponda y, así, sus datos pasen a formar parte de los listados de personas pendientes de vacunar y puedan ser citados. El otro tipo de planes en los que trabajan algunas comunidades busca una fórmula para llegar a aquellas personas extranjeras sin tarjeta sanitaria que, por desconocimiento, falta de información o por encontrarse en situación de exclusión, no acuden a los centros de salud a pedir ser vacunados, como la colaboración con ONG o instituciones sociales. En este grupo también se encuentran los dispositivos activados para alcanzar a las personas sin hogar, para las que algunas comunidades como Balears están manteniendo reuniones con ONG como Cruz Roja.

Será la vacuna monodosis de Janssen, la que se administrará a este colectivo vulnerable, entendiendo que sería más difícil la pauta de dos dosis. Así se prevé también para temporeros o inmigrantes en situación irregular. No se puede dejar a ningún colectivo fuera, eso es una realidad.

Hubiera sido interesante incluir personas con trabajos precarios, carentes de marco regulatorio (por ejemplo, economía sumergida, etc.), personas que viven en viviendas precarias (mal ventiladas, sin suministros básicos), con alta densidad de convivientes o en las que conviven diferentes generaciones en una misma vivienda, personas que viven en viviendas colectivas (como residencias o albergues) y personas sin hogar, o personas con situaciones económicas precarias (por ejemplo, personas preceptoras del Ingreso Mínimo Vital, cheque comedor, usuarias de comedores sociales, desempleadas de larga duración, sin hogar) y/o que viven en barrios menos favorecidos.

Las únicas variables sociales con las que podemos operar son prácticamente: sexo, edad y lugar de residencia. Y se preguntaba Javier Segura: ¿Tan difícil sería acceder a las personas inmigrantes en situación irregular, o personas con vulnerabilidad social, para vacunarlas, mediante un llamamiento público y contando con el trabajo de las organizaciones defensora de la sanidad universal, las asociaciones de inmigrantes, ONG y profesionales de la mediación sociocultural?