La tensión en los juzgados de Inca fue creciendo ayer con el paso de las horas y estalló cuando la Guardia Civil sacó al acusado por la puerta trasera del edificio para evitar males mayores. Un grupo de personas, entre ellas varios familiares de las víctimas, se lanzó contra las puertas del edificio y rompió una cristalera. Volaron también varias vallas y los agentes acabaron dispersando a la multitud congregada.
La expectación era grande ya por la mañana. La Guardia Civil reforzó la seguridad en los alrededores del juzgado para evitar problemas. A las doce y veinte del mediodía, Alí Kouch llegó en un coche camuflado y entró en el edificio custodiado por seis guardias civiles. La multitud le increpó al grito de «¡asesino!» y otros insultos de gran calibre.
Algunos allegados a la mujer y el niño asesinados aguantaron varias horas allí, a la espera de que el acusado saliera del juzgado. A las cuatro y media de la tarde, la Guardia Civil situó un furgón en la puerta principal y la multitud se arremolinó junto a él. Había unas 30 personas esperando que el sospechoso saliera camino de prisión y el ambiente estaba muy caldeado. Los agentes abrieron el portón del vehículo y alejaron a quienes esperaban, pero jugaban al despiste. A Kouch lo estaban sacando discretamente por la puerta trasera.
Contrariados, un grupo de jóvenes se abalanzó entonces contra las puertas del juzgado y alguien rompió una de las cristaleras de una patada. Un hombre comenzó a lanzar a la calzada las vallas de seguridad que se habían colocado para controlar a la muchedumbre. Los altercados fueron atajados por la Guardia Civil y la Policía Local, que desplegaron a una decena de agentes por la zona y lograron dispersar a la multitud. La situación quedó bajo control en pocos minutos.
