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Opinión

Reino Unido nos saca los colores | Por Matías Vallés

El primer ministro británico, Boris Johnson Reuters

La obsesión del Govern con el Bar le ha despistado del Var, la revisión de mercados que maneja el Reino Unido. Los británicos nos han sacado los colores, por desgracia no nos han puesto verdes. Su semáforo nos asigna el ámbar de la ambigüedad mallorquina, castigando con una cuarentena a quienes se atrevan a veranear en la isla.

La influencia de Madrid y Palma sobre Londres es menor que nula. Con la corrección demográfica, Gran Bretaña registra el equivalente a treinta nuevos contagios diarios en Balears, en el mismo rango. En cambio, el ritmo de vacunación británico triplica al balear. La sociedad paga la relajación de las autoridades en la inmunización y en la negociación con Europa.

Londres es menos crédulo que el Tribunal Superior, al menos en su vertiente masculina. Para aprobar la permanencia del toque de queda por la mínima, se han tragado un hipotético «riesgo de nuevas oleadas», alegado por el Govern. No han sentido la mínima curiosidad jurídica de plantearse por qué estamos como «al inicio de la segunda y tercera oleada», con calificación de «riesgo medio», tras seis meses de aplicar las restricciones más duras del planeta, prorrogadas ahora tras su fracaso.

Por primera vez, el Govern desnuda que «por el riesgo que supone la llegada de viajeros nacionales e internacionales», hay que disminuir «la presencia de personas en espacios cerrados», con mención singular a «los domicilios particulares». Vienen turistas, encerrad a los malditos nativos.

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