Manuel Muñiz está al frente de la secretaría de Estado para la España Global, organismo que en 2018 dio el relevo al Alto Comisionado para la Marca España. El miércoles se desplazó a Mallorca para barajar con el Govern y el sector turístico opciones de movilidad de cara al verano. «Va a ser una temporada central, haremos lo posible para restituir los flujos con criterios de movilidad segura», subrayó en conversación con este diario.
¿Qué ocupa a la secretaría de Estado de la España Global?
Coordinamos las labores de posicionamiento estratégico del Ministerio de Exteriores; llevamos la dirección general de Comunicación, la reputación de nuestro país en el exterior y todo lo que tiene que ver con aliviar la movilidad dentro de un panorama de restricciones.
¿De qué hay que preservar la imagen de España?
Nuestra imagen internacional es fuerte y resiliente. Esto nos lo trasladan estudios serios e importantes sobre la imagen de nuestro país en el mundo. Se construye sobre nuestra lengua, cultura y la experiencia personal de los millones de personas que nos visitan. En cambio, detectamos una diferencia significativa entre cómo nos perciben desde fuera y cómo nos percibimos a nosotros mismos.
¿Y cómo nos percibimos?
Tenemos una autocrítica excesivamente severa. Si tomamos determinados indicadores como corrupción, calidad institucional o calidad de nuestra economía, vemos que la percepción de los españoles es hasta catorce puntos más negativa que cómo nos perciben desde fuera. Esto le pasa a un número de países que se cuentan con los dedos de la mano. Es consecuencia de esta autocrítica tan severa que nos hacemos, y también del hecho de que se haya instrumentalizado el debate de la imagen. Se usa como arma arrojadiza en la política para dañar a quienes actualmente ocupan las instituciones, pero eso nos deja un poso de fragilidad como sociedad.
Respecto a Balears, ¿la mejor campaña de imagen como destino seguro este verano es una incidencia de contagios baja?
Podemos hacer dos cosas para que este verano se acerque a la normalidad en términos de movilidad. Primero, avanzar en la campaña de vacunación y llegar al objetivo del 70% de población vacunada a finales del verano. Eso hará caer la incidencia porque la vacuna también reduce la transmisibilidad, no solo la virulencia. La segunda clave es la aprobación del certificado verde digital.
Es lo que antes se llamaba pasaporte de vacunación.
Es el mismo concepto, pero el término pasaporte llevaba a error porque los pasaportes otorgan o restringen derechos. No es el caso del certificado. Recogerá información de vacunación y quienes no estén vacunadas podrán seguir desplazándose, pero les pedirán pruebas PCR o antígenos en origen y destino. España apuesta por el certificado, la Comisión Europea lo ha adoptado como un reglamento, y el objetivo es que se apruebe en la primera quincena de junio. Informará de si la persona se ha vacunado, si ha superado la enfermedad y por tanto es inmune, y si ha sido sometido a alguna prueba diagnóstica reciente. Quien lleve ese certificado estaría exento de la PCR, lo que facilitaría mucho la movilidad entre países.
¿Las imágenes que se repiten de fiestas en la calle en Madrid sin respetar las restricciones dañan la imagen de España y de Balears como destino seguro?
Todos los países de nuestro entorno se han enfrentado al reto de la pandemia de la mejor manera posible. Y durante este año hemos visto comportamientos mayoritariamente responsables y algunos irresponsables. Aquí el Gobierno pidió reducir la movilidad en Semana Santa para llegar al verano en una situación epidemiológica segura, clave para la recuperación.
Reino Unido plantea eliminar la cuarentena para los viajeros que regresen de Balears. ¿Se establecerá algo así como un corredor turístico seguro?
Tiene un componente de corredor porque implicaría un tratamiento singular para las islas. Ya en octubre y noviembre negociamos en el seno de la UE una serie de recomendaciones sobre movilidad y España defendió que la evaluación epidemiológica del semáforo europeo no se hiciera por países, sino por regiones. Eso fue muy importante para Canarias y Balears.
¿Le gustaba la Superliga europea?
No se siguieron los cauces de diálogo ordinario en el seno de las federaciones y de la UEFA, y eso ha herido de muerte el proyecto. Lo que se pide a todo el mundo es volver al cauce del diálogo, y entonces podremos valorar lo que se plantea. Actuar desde la unilateralidad, al margen de clubes y federaciones, no parece la senda más adecuada.
