Casi la mitad (el 45%) de las 40 diferentes especies de peces, moluscos y crustáceos muestreadas han ingerido microplásticos. Esta es una de las muchas conclusiones a las que ha llegado el segundo Informe del Mar Balear (IMB) 2021 presentado ayer por la Fundación Marilles

En este segundo documento se han analizado hasta 150 indicadores diferentes, casi un tercio más (49) que su primera edición presentada el año pasado en el Parlament, justo antes del confinamiento poblacional.

Aún es pronto para evaluar si la menor presión humana sobre el medio marino a consecuencia de la limitación de movimientos y actividades impuestos por la pandemia ha repercutido positivamente sobre algunas especies o hábitats. 

Los científicos e instituciones que han colaborado en este informe estimaron que un solo año de menor presión humana por la covid-19 es muy poco tiempo para evaluar sus posibles efectos benéficos sobre unos hábitats que, como las praderas de Posidonia, tardan miles de años en conformarse, subrayó Raquel Vaquer, una de las coordinadoras y «almas» de este Informe del Mar Balear.  

Diez nacras vivas

Un documento en el que se ha analizado también el estado de la nacra, el mayor molusco bivalvo del Mediterráneo que en 2016 padeció un evento de mortalidad a causa de un agente patógeno que acabó con el 99% de los ejemplares presentes en el litoral balear. Y se revela que la conselleria de Medio Ambiente, en colaboración con el IMEDEA e investigadores del Instituto Oceanográfico, mantienen vivos a diez ejemplares de la especie amenazada por el parásito (Pinna nobilis). 

Asimismo, otra especie de nacra no afectada por el patógeno, la nacra de roca (Pinna rudis), tiene en Cabrera su particular paraíso ya que en el archipiélago protegido alcanza una de las densidades más altas de todo el mundo con 6,9 individuos por cada 100 metros cuadrados.

Volviendo a la presencia de microplásticos, el informe destaca que el 88% de las zonas de fondo marino muestreadas presentan residuos de este material mientras que, en general, la costa de Balears es una de las principales áreas de acumulación de plásticos del mar Mediterráneo. Todas las redes de arrastre superficial muestrearon residuos de este material.

El cambio climático podría provocar un retroceso de las playas en el año 2100 de entre siete y cincuenta metros

Y, aunque pudiera parecer contradictorio, el documento también destaca que en 2020, el 82% de los puntos de muestreo en playas de Balears mostraron una calidad excelente. El mayor número de zonas de muestreo con calidad suficiente e insuficiente se dio en Eivissa (7%) y en Menorca (6%). Las playas urbanas de Balears son las que suelen mostrar una calidad más baja de las aguas de baño.

El informe también analiza las Áreas Marinas Protegidas (AMP) y recuerda que en el Mar Balear existen siete que protegen el 21,5% de sus dimensiones aunque tan solo un 0,16% (45 kilómetros cuadrados) de esos espacios están cerrados a la pesca. 

Las Reservas Marinas de interés pesquero que han experimentado aumentos más considerables de biomasa y riqueza de especies de peces son la de la Isla del Toro y la de los Freus de Eivissa y Formentera, que se erige como la zona con mayor aumento en número de especies en las aguas superficiales.

En la primera de ellas, situada en el Ponent de Mallorca, se obtiene el valor más alto de biomasa (48 kilos de peces en 250 metros cuadrados) en aguas profundas aunque Natalia Barrientos, otra de las investigadoras principales del IMB que realizó la presentación junto a Raquel Vaquer, lo achacó a los fondos profundos y rocosos de los que goza ese paraje. 

Dos nuevas reservas

Tanto la Fundación Marilles como la Federación Balear de Cofradías de Pescadores, por la que habló su secretario general, Antoni Garau, se mostraron a favor de unificar las reservas marinas de El Toro y las Malgrats, ambas en el término municipal de Calvià, y de crear una nueva en el litoral de la Serra, cerca de Sóller. Esta última requeriría del beneplácito del Gobierno central ya que se encuentra en aguas exteriores de su exclusiva competencia.

El IMB también ha analizado la subida del nivel del mar en el Mediterráneo occidental, que se ha acelerado en los últimos años. Ha aumentado 1,32 milímetros/año durante los últimos 134 años (con un incremento acumulado de 17,7 centímetros durante este periodo). 

50 metros menos de playas

Las proyecciones para dos escenarios de emisiones de CO2 muestran que el nivel del mar podría haber aumentado entre 57 y 75 centímetros a final de siglo. Esto se traduciría en un retroceso de las playas de Balears de entre 7 y 50 metros en el año 2100.

Aunque no se puedan evaluar sus efectos, el año pandémico ha aliviado la presión humana sobre el litoral balear. En 2020 el Indicador de Presión Humana (IPH) máximo fue de 1.609.033 personas, comparable a niveles del año 2002. En 2020 se ha pasado de unos 16,5 millones de turistas a 3 millones debido a la crisis sanitaria provocada por la covid-19 (una reducción de más del 80 %). 

Y lo mismo puede decirse del transporte marítimo: entre los años 2019 y 2020, el número anual de escalas de barcos en puertos ha disminuido un 42,3 % (pasando de 54.002 escalas en el año 2019 a 31.151 en 2020).

La pesca profesional está en claro declive desde 1950, periodo en el que las embarcaciones se han reducido un 78% y un 90% las tripulaciones. Las capturas y su valor económico también retroceden a niveles alcanzados hace casi dos décadas, en 2002.

Que el peso de la pesca recreativa es cada vez mayor como que es casi imposible saber su impacto sobre las especies al no poderse controlar las capturas se constata en otros datos del IMB: En la actualidad hay 45 embarcaciones de pesca recreativa por cada barco profesional y el número de licencias ha pasado de las 27.500 que se emitían en el año 2000 a las 43.400 tramitadas en 2019.

El informe completo puede consultarse en la dirección www.informemarbalear.org pero no hay mejor manera de terminar que con las tortugas marinas, especie de la que se hallaron dos nidos en 2019 y tres en 2020 cuando hay que remontarse hasta finales del siglo XIX para documentar un hallazgo similar en las Illes Balears.

El informe, "en su infancia"

Aniol Esteban, director de la Fundación Marilles, principal impulsora del Informe Mar Balear (IMB) se congratuló de que este estudio haya crecido «en ambición y en número de participantes en un año muy difícil».

No obstante advirtió de que esta iniciativa, vital para recabar datos concluyentes en series de tiempo prolongadas que permitan gestionar mejor el medio marino en el que se sustenta buena parte de la economía balear, «está en su infancia (el informe presentado ayer es el segundo) y debe consolidarse con más compromiso, más participación y más financiación», reclamó.

Y es que, aparte de las «aportaciones en tiempo de todas las instituciones (Govern y principales centros de investigación marina en las islas)», el IMB ha contado tan solo con el apoyo financiero de la propia Fundación Marilles y Fundatur. Aunque se declara «abierto a otras fuentes de financiación».

Un dinero que servirá para consolidar los avances conseguidos en una segunda edición que analiza 150 indicadores, 49 más que en la primera de la que también se han actualizado otros 50. En él han colaborado 30 entidades (5 nuevas) y si en el documento inicial (2020) colaboraron 60 investigadores/técnicos, en este lo han hecho 98. Puede consultar el informe completo en www.informemarbalear.org.