Dos comunidades. Dos presidentas. Dos maneras de gestionar la pandemia. Isabel Díaz Ayuso y Francina Armengol. Por un lado, Madrid, con bares y restaurantes abiertos hasta las once de la noche, tanto interiores como terrazas, y una incidencia del coronavirus que vuelve a superar los 370 casos por cada 100.000 habitantes. Por el otro, Baleares, con los interiores todavía cerrados y las terrazas abiertas solamente hasta las cinco, pese a una incidencia que se mantiene estable en 60 casos por cada 100.000 habitantes.
Es el contraste del momento. La cara y la cruz de la comunidad con menores restricciones y una de las mayores incidencias y la comunidad con mayores restricciones y una de las incidencias más bajas. Dos modelos de gestión de la pandemia que, con la campaña electoral de fondo y una omnipresente Ayuso, se contraponen.
Armengol sabía que en algún momento iba a pasar. Que el PP balear la compararía con la presidenta de Madrid. Por ello, a la primera exigencia de los populares de relajar las restricciones en la hostelería bajo la premisa de que «aquí es necesario encontrar el equilibrio entre salud y economía, que es lo que hace Madrid», la presidenta ya sacó el dato: «Mientras desgraciadamente tenemos aquí 779 fallecidos, con la proporción que tiene Madrid tendríamos más de 3.000». Fue hace dos semanas. La pasada, en una entrevista en este diario y preguntado por ello, el líder de los populares de las islas, Biel Company, volvía y aseguraba que «de mucho» Ayuso ha encontrado mejor el equilibrio entre salud y economía que Armengol: «Se puede morir gente por no tener una buena situación económica», alertó.
«Salvar vidas» o «libertad»
Sin duda, ambas representan dos estrategias opuestas que se han ido definiendo con claridad con el paso de los meses. Mientras la madrileña ha sido la que siempre ha alzado la voz en contra de más restricciones, pidiendo en junio acelerar la desescalada en la capital y negándose en septiembre al cierre de su comunidad que le pedía el Gobierno, Armengol si ha levantado la voz ha sido para pedir el cierre de los aeropuertos durante la primera ola, más controles en las entradas y salidas o, ahora, para poder mantener el toque de queda. Mientras Ayuso ha sido la abanderada del laissez faire con las mínimas restricciones, desembocando en la icónica foto de turistas franceses cubata al cielo en las calles de Madrid, Armengol ha tenido manifestaciones por la dureza de sus restricciones.
En algunos momentos han llegado a coincidir: en la segunda ola ambas estrenaron el cierre perimetral por barrios, en un momento en que lideraban la incidencia en Europa. Sin embargo, poco a poco y especialmente a partir de la tercera ola, una y otra han ido apostando por una estrategia cada vez más clara: en un caso la de «salvar vidas,» proclamada por la presidenta balear, en el otro el de la «libertad», leitmotiv de la presidenta de Madrid.
Los resultados sanitarios parecen claros. Aunque el dibujo de las olas y de la evolución de la pandemia se asemejen, los récords tanto de incidencia como de muertes de Madrid trituran los de Balears. Y en relación a su población, claro. En estos momentos, la incidencia en la capital multiplica por seis la de las islas, con niveles parecidos de testeo. La proporción también se traslada a la ocupación de las camas de UCI: Madrid, con un 40 por ciento, multiplica por seis la ocupación de las islas, ahora en un 7%.
Madrid, el triple de mortalidad
La tasa de mortalidad, el principal indicador al que estas semanas han recurrido tanto desde el Govern como desde el PSOE para defender la estrategia balear, es demoledora: mientras los 781 fallecidos en Balears hasta la fecha dejan una tasa de 64 por cada 100.000 habitantes, los óbitos en Madrid suponen 218 muertos por cada 100.000 habitantes.
Según el sistema de monitoreo de mortalidad MoMo, mientras que en las islas ha habido dos periodos de exceso de mortalidad, ambos durante la primera ola de la pandemia, que dejan un exceso de 89 muertes, 7,6 por 100.000 habitantes, en Madrid se han registrado siete excesos, dos en los últimos tres meses, con 18.357 muertes encima de la media, 271 por cada 100.000 habitantes.
Precisamente, los defensores de la gestión de Ayuso destacan que el mayor exceso de mortalidad en la comunidad fue entre marzo y mayo de 2020, durante el mando único por parte del Gobierno de Sánchez y que en los últimos meses, con una densidad de población más alta, las diferencias en las tasas de mortalidad entre Madrid y el resto son menores.
Sin embargo, en las islas ha muerto una persona en la última semana por covid, 84 en Madrid.
La economía balear cae el doble
Por contra, donde Armengol presume de haber «salvado vidas», Ayuso presume de haber salvado la economía. En la comparación con Baleares, efectivamente sale ganando: la economía de las islas cae el doble que la de Madrid, tiene cuatro puntos más de paro y el doble de trabajadores en ERTE en relación a sus afiliados a la Seguridad Social. No obstante, más que a las restricciones, las diferencias parecen atribuibles a la dependencia turística de Baleares, ya que el PIB madrileño no cae menos que comunidades como Cataluña o Comunidad Valenciana, con altos niveles de restricciones.
Sea como sea, las encuestas apuntan que Ayuso habría convencido a una mayoría de madrileños con su gestión, acercándola a la mayoría absoluta. Quedará por ver si Armengol habrá convencido o no con su gestión de la crisis a los ciudadanos de Baleares.