Numerosas personas se congregaron ayer en los arenales de Can Picafort para presenciar lo que el mar había arrastrado hasta allí: unas desproporcionadamente grandes medusas de la especie más habitual en estas aguas, la Pelagia noctiluca.

De hábitat pelágico (alta mar), estas medusas en forma de seta y de un característico color rosáceo, flotan en superficie y pueden llegar a formar grandes bancos que pueden llegar a las costas litorales en forma de enjambres sobre todo en primavera y verano.

Tiene ocho tentáculos marginales y cuatro lóbulos bucales muy largos y 16 pequeños. De noche posee fosforescencia. Segrega un líquido urticante, que provoca dolor intenso, inflamación y enrojecimiento de la piel.

Es numerosa por la falta de su principal depredador, la tortuga y es más abundante en los veranos muy secos por la escasez de lluvias que actúen de barrera natural que impidan su llegada.