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Boulevard | Jürgen Klopp entrenará al Mallorca pero veranea en Eivissa

El próximo Día del Libro saldrá a la luz la esperada segunda parte de ‘Queridos Mallorquines’, el fenómeno editorial de Carlos García-Delgado o Guy de Forestier, ahora en serio

Jorge Campos, diputado de Vox, preside en la posición más encumbrada la celebración religiosa del domingo de Pascua en Alcúdia.

El axioma fundamental de la isla destaca por su sencillez, «Mallorca es más importante que cualquier persona que se encuentre en ella». Su aplicación hubiera ahorrado salvajadas urbanísticas irreversibles, y la adoración a fantoches que se creyeron por encima del paraíso que pisaban. Esta semana ha vuelto a aplicarse la ley infranqueable. Jürgen Klopp, multipremiado entrenador del Liverpool, sacudía al planeta cuando declaraba que el club español donde encajaría mejor es «quizás en el Real Mallorca. Sería bonito, por lo menos para vivir».

Es decir, Klopp se sometía a Mallorca, no al Mallorca. El actual entrenador del club, Luis García Plaza, intentaba el viernes prestigiar a su equipo por atraer al entrenador más sugerente de la última década. Falso. El entrenador alemán no pensó en la escuadra de Etoo y otros, sino en la isla destrozada que es un objeto de culto en su país. Como todas las personas inteligentes, conocía la infalibilidad asociada a la apelación a la geografía mágica.

La prueba es muy sencilla. Klopp entrenará al Mallorca, pero veranea habitualmente en Eivissa y Formentera, al menos en tres ocasiones durante el último lustro. De nuevo, su fidelidad pitiusa no corrigió su adhesión al mito mallorquín. Con lo cual llegamos al segundo axioma fundamental. «Mallorca es la isla fundamental de los alemanes que no viajan a Mallorca». Ante todo, la impagable promoción del entrenador es gratuita, y debiera servir para exigir la devolución de haberes a los ídolos de barro que han cobrado por la promoción de esta tierra.

Para quienes no acaben de entender lo anterior, el próximo Día Clandestino del Libro se lanza la esperada segunda parte de Queridos Mallorquines, sin duda el mayor fenómeno editorial de la historia de Mallorca. El arquitecto Carlos García-Delgado desempolva a su Doppelgänger irónico Guy de Forestier, para una segunda salida por los campos de la isla. Y dado que ahora todos bromean con los nativos, el autor ha decidido tomárselos en serio.

La querella de un policía contra otro inspector de policía destinado en el aeropuerto y contra el jefe de seguridad de Aena, no solo destapa el funcionamiento habitual de la Jefatura Superior, que la ha conducido al ridículo judicial en su celo exculpatorio de Bartolomé Cursach. También ha colocado en un brete al ente extranjero que gobierna el aeropuerto de Palma, y que no solo reconoce que «ha contestado tarde el derecho de reclamación» de un ciudadano sobre la utilización de imágenes de su vehículo. También ha tenido que excusar de modo pedestre la existencia de cámaras que captan a los coches donde admite que «no tiene expuestos carteles que avisen de la existencia de zonas vídeo vigiladas», pese a que en los hechos querellados se utilizaron con ese fin. Las balbuceantes excusas refuerzan las sospechas sobre la forma de actuar en el enclave marciano alrededor del cual orbita la vida de Mallorca.

En la imagen que hoy nos ilustra, se observa el esplendor en Alcúdia el pasado domingo con motivo de la celebración del Encontre, allí llamado procesión «dels tres botets». En primer plano aparece la alcaldesa socialista Bàrbara Rebassa y, presidiendo el acto en toda su magnificencia desde el centro de la fila superior, Jorge Campos. La entronización del diputado supercatólico de Vox demuestra la asimilación de la ultraderecha moderada, además de encumbrar a los asistentes de acuerdo a su religiosidad. Después de la elevación a los altares, algún día todos estos políticos aparecerán bajo palio.

Duermo a diario bajo una litografía de Guinovart que lleva por título Salvem la Real, sobre la crucifixión hospitalaria del monasterio. Por tanto, no me guía la animadversión al constatar que su conjunto escultórico del Parc de la Mar tiende a lo laberíntico. Hasta el punto de que la restauración de los 500 metros cuadrados conllevó momentos de zozobra y extravío, al surgir dudas razonables sobre la correcta ordenación de las piezas. Cualquier alteración hubiera desvirtuado la intención del artista.

La mayoría de teólogos te excluyen del catolicismo inhumano, Hans Küng te convertía a un cristianismo ineludible para seguir siendo humano.

Reflexión dominical macroeconómica: «Tu vida no vale ni una décima del PIB».

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