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¿De Mallorca? La denominación de origen empieza en el laboratorio

El grupo de Ingeniería Agroalimentaria de la UIB valida los alimentos que aspiran a ser DOP

Valeria Eim muestra el aceite y la miel que analizan en el grupo de Ingeniería Alimentaria de la UIB.

El interés de los consumidores ha virando hacia los alimentos de proximidad, una fórmula que da sustento a los productores de la isla con un menor coste medioambiental. El aceite, la miel o las naranjas locales tratan de diferenciarse —y protegerse— en un mercado global y abonado a los fraudes. «Mallorca es un territorio pequeño que no puede competir en cantidad, pero sí en calidad», afirma Valeria Eim, miembro del grupo de investigación de Ingeniería Agroalimentaria de la UIB.

Este grupo lleva a cabo diversos proyectos para identificar y poner en valor las singularidades de los alimentos que son, o aspiran a ser, Denominación de Origen Protegida (DOP) o Indicación Geográfica Protegida (IGP). «El objetivo es demostrar que un producto tiene unas características diferenciales que se deben a su vinculación con el entorno o a la manera tradicional de elaborarlo. Es decir, se trata de poner en valor la calidad físico-química o sensorial de ese alimento y además comprobar que tenga una alta tradición de consumo con ese nombre», explica Eim.

La «segunda vida» del aceite

El grupo de Ingeniería Agroalimentaria colabora con instituciones públicas y también con el sector alimentario de Mallorca, empresas y productores que pasan por este laboratorio para validar que su producto puede salir a la venta con el etiquetado DOP o IGP que les distinguirá por su calidad y, además, justificará un precio de venta algo superior. Carmen Rosselló encabeza un grupo de investigadores que incluye a Susana Simal, Antoni Femenia, Beatriz Rayo y a la propia Eim.

Valeria Eim muestra el aceite y la miel que analizan en el grupo de Ingeniería Alimentaria de la UIB. Carmen Rosselló lidera el equipo, que incluye a Susana Simal, Antoni Femenia y Beatriz Rayo.

Precisamente esta investigadora acaba de concluir un estudio sobre la vida útil del aceite de oliva virgen extra. «Fue un encargo del Consejo Regulador de l’Oli de Mallorca, financiado por la CAIB para saber cuánto tiempo mantiene sus propiedades una vez abierto. Es una información necesaria para el consumidor, que pagan por un virgen extra y tienen derecho a saber hasta cuándo mantendrá sus propiedades desde el momento en que empiezan a consumirlo. No es un problema de que vaya a caducar; se trata de poner fecha a esa segunda vida que tiene el aceite», subraya Eim.

Escudriñan en la miel y en el 'pebre coent' por encargo de la conselleria de Agricultura para convertirse en DOP o IGP

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El grupo tiene ahora muestras de miel bajo el microscopio por encargo de la conselleria de Agricultura. Escudriñan entre los componentes de este alimento para validar si reúne los requisitos necesarios para convertirse en Miel de Mallorca y lucir una DOP o una IGP en su etiquetado. «Y no es tan sencillo», advierte esta experta.

«Hay que demostrar a través de su perfil polínico que esa miel se ha generado con plantas que crecen en un determinado entorno y no en otro, al menos en una proporción importante. Para que sea de Mallorca hay que vincularla al medio y validar que tiene características claramente diferenciadas de otras mieles », explica esta investigadora.

¿De Mallorca? La denominación de origen empieza en el laboratorio

En la misma línea ha desarrollado un proyecto, también encargado por la conselleria de Agricultura, con el pebre coent como protagonista. El estudio, cuya investigadora principal es Simal, ha demostrado las características diferenciales y su vinculación con Mallorca en vistas a una posible solicitud de reconocimiento para convertirse en DOP», según reza la web de esta investigación.

Mayor interés del consumidor

Los alimentos con denominación de origen cotizan al alza en los estantes de los supermercados, sobre todo ahora que los consumidores quieren saber de dónde viene lo que comen. Por este motivo el terreno está abonado al fraude. «Los cinco productos que más se alteran son la leche, la miel, el aceite de oliva, los zumos y el azafrán. Unos por su alto consumo, y otro por su alto valor. Conocer las características físico químicas y sensoriales del alimento es una potente herramienta para evitar el fraude.

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