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Otra Semana Santa atípica en Mallorca: Desescalada turística y residentes confinados

La isla vivirá los días festivos con la mejor situación epidemiológica en ocho meses pero con la preocupación del efecto que tendrá el aumento de la socialización en la incidencia del coronavirus

Turistas alemanes toman el sol en la terraza de un hotel de la Playa de Palma

“Baleares se lo juega todo a partir de junio”. Son palabras de la presidenta del Govern, Francina Armengol, para quien la Semana Santa es un gran escollo en el camino de la temporada turística, que ya ha empezado su desescalada, una inoportuna prueba de fuego de cuyo resultado depende todo el verano y la recuperación de la economía de la comunidad, la más castigada por la pandemia, con una caída del PIB del 27%, 85.000 parados y 30.000 trabajadores en ERTE.

 A la cita llega con la mejor situación epidemiológica en ocho meses, pero con la preocupación del efecto que tendrán los días de fiesta en la incidencia del coronavirus, que el 14 de marzo invirtió su tendencia a la baja lograda tras tres meses y medio de duras restricciones y desde entonces sufre un repunte que ya ha elevado el nivel de riesgo en Mallorca y en el conjunto de Baleares, con la cepa británica del virus detrás del 85% de los nuevos casos.

Turistas alemanes llegan al aeropuerto de Palma para pasar las vacaciones de Semana Santa en Mallorca Manu Mielniezuk

 Frente a la nueva escalada de contagios, lenta todavía, pero ininterrumpida desde la fecha en que se invirtió la tendencia, el Govern ha impuesto restricciones severas a los ciudadanos especiales para los días de fiesta: limitación de reuniones a los convivientes en el domicilio; un cierre perimetral que impide salir de la comunidad a los residentes; clausura del interior de los bares y los restaurantes, con terrazas al 50% de su aforo y cierre obligatorio a las 17.00 horas; y cierre del gran comercio a las 20.00 horas con limitación y aforo al 50%. Se mantiene el toque de queda a las 22.00 horas con operativo especial de vigilancia los festivos y vísperas de festivos.

 Las procesiones de Semana Santa han sido suspendidas, así como todos los actos en el exterior de las iglesias. Y las celebraciones religiosas han adelantado horarios para no interferir con el toque de queda, además de tener que cumplir con las limitaciones de aforo del 50%.

 Por su parte, los teatros y los cines que todavía abren sus puertas deben restringir un 50% sus aforos y mantener el adelanto de horarios.

Turistas alemanes cargan sus bultos en un autobús de TUI tras aterrizar en el aeropuerto de Palma Manu Mielniezuk

Pero de todas las restricciones, la que ha causado más polémica es la imposibilidad de viajar fuera de la comunidad, porque no afecta a los turistas, que desde el 21 de marzo ya aterrizan en Mallorca procedentes de Alemania con una PCR negativa y se alojan en los 95 hoteles abiertos en la isla, concentrados en Playa de Palma, Magaluf, Cala d’Or y Alcúdia. Los aeropuertos de Fráncfort, Múnich, Hannover, Düsseldorf y Stuttgart multiplican cada día sus conexiones con Mallorca, ante la desesperación del Gobierno alemán que ve con preocupación la escalada de contagios que vive el país y recomienda a sus ciudadanos encarecidamente que no viajen a Mallorca, a la vez que les ha impuesto la obligación de regresar con una PCR negativa, a riesgo de quedarse fuera del país si la prueba diagnóstica da posiivo

La consellera de Salud del Govern balear, en cambio, justifica las bondades de la desescalada turística con un argumento que ha causado indignación ciudadana y un alud de matizaciones en el propio Govern. Patricia Gómez afirmó que la transmisión del virus es más probable entre los residentes que entre los extranjeros que visitan la isla. “Nos movemos más y las celebraciones familiares preocupan, mientras que los turistas llegan con PCR negativa y se alojan en su hotel”, subrayó.

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