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OPINIÓN

Cómo se atreve Merkel

La canciller Angela Merkel.

Angela Merkel abre las floristerías y cierra Mallorca, retoma su papel de veraneante en los Alpes que solo viaja a su colonia insular cuando la convoca Zapatero para una cumbre hispanoalemana. Entonces pronuncia un tranquilizador «nos sentimos muy bien aquí», tan parecido al «no es lo mismo Balears que Madrid» emitido un año atrás por su ministro de Exteriores.

Se acabaron las bromas en pro de «nuestra isla favorita», otra vez Heiko Maas, el canciller de la cancillera. Pese a que Merkel ha dilapidado su prestigio con la gestión zigzagueante de la pandemia, cómo se atreve a prohibir los viajes a Mallorca. En la pasada temporada veraniega que en realidad fue invernal, la Dama de Hielo concedió incluso una prórroga cuando Balears superó los cincuenta casos simbólicos en agosto, antes de asestar el mazazo con un cierre que el archipiélago no amortizará en años.

Ahora, Merkel requiere a los presidentes de los Länder un cierre preventivo de Mallorca, sin contemplaciones. No ha cambiado tanto la percepción de la pandemia como el autoritarismo desenfrenado de los gobernantes. Prohibir es el virus más contagioso, y el veto contiene el prejuicio moral de cercenar una fiesta desatada que la cancillera no asume. La única esperanza para Mallorca radica en la rebelión de las regiones germanas, más hartas de restricciones que los bares y restaurantes mallorquines. El Govern no participará en la reunión, pero será su protagonista principal.

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