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¿Cómo se formó la ola de polvo sahariano?

Calima sobre Balears (5/2/2021).

Como predictor del tiempo casi siempre que miro el devenir de la atmósfera miro hacia arriba en dirección a lo que nos pueda bajar de latitudes más septentrionales: que si una entrada de aire Siberiano, que si una gota fría, una borrasca Atlántica o un frente, todo parece venir de arriba, ésta es una generalización que incluso yo mismo hago en algunas ocasiones. A veces olvidamos que al sur de Balears, a menos de medio millar de kilómetros, tenemos un vecino que impone mucho y que se llama desierto del Sáhara. Quinientos nos pueden parecer muchos kilómetros pero comparado con un desierto de más de nueve millones de kilómetros cuadrados de superficie esa distancia es como un viaje de ida del salón al baño.

Dicha cercanía nos afecta de muchas maneras, sobre todo en verano como es lógico. Una de ellas son las entradas de polvo en suspensión como la que tuvimos en Balears entre el viernes y el sábado. Estas entradas se producen de manera regular en los meses de finales de primavera y durante el verano, pero en febrero son del todo inusuales. Habitualmente oímos hablar de este fenómeno en las islas del levante de Canarias, dando lugar a episodio de calima. La calima es la suspensión en el aire de partículas sólidas no acuosas, no son gotitas de agua como una niebla típica y van acompañadas de aire seco con un contenido muy bajo de humedad.

Esto ocurre cuando fuertes vientos del sur generan tormentas de arena en el Sáhara o el Sahel que son transportadas hacia el norte por ríos de viento en niveles medios y altos de la Troposfera. La del viernes se inició al noroeste de Argelia y la cercana Mali. Antes de entrar en el Mediterráneo, el polvo mineral choca con la gran elevación de la cordillera del Atlas, un sistema montañoso que recorre el norte de África a lo largo de 2400 kilómetros.

Imagen de satélite Sentinel 2 sobre el Mont d’Olmes (Pirineo)

El Atlas provoca una especie de efecto trampolín, por lo que la mayoría de entradas de polvo en suspensión en Balears se dan a una cierta altura sobre el suelo (entre los 3000 y 4000 metros). Los síntomas visibles son que el cielo sustituye su típico color azulón por un tono blanco opalescente y las puestas de sol se tornan impresionantes: vemos el disco solar como si tuviera un enorme filtro delante, igual que en la película Memorias de África.

El viernes tuvimos polvo mineral a todos los niveles, llegando a la superficie en forma de calima y reduciendo considerablemente la visibilidad. La ausencia de precipitación nos libró de una lluvia de barro de órdago que hubiera generado colas interminables en los lavaderos de coches. En Mallorca se midieron concentraciones de aerosoles PM10 superiores a los 200 microgramos por metro cúbico cuando el umbral de riesgo para la salud establecido por la OMS es de tan solo 50.

La elevada presencia de partículas de polvo en suspensión se asocia a numerosas enfermedades del sistema respiratorio como el asma o incluso daños cardiovasculares. Por suerte la advección del viernes duró tan solo unas horas.

Puesta de sol con calima, Calvià.

La lengua de polvo en suspensión siguió su camino hacia el norte y a su llegada al Pirineo y los Alpes generó un fenómeno curioso. La nieve que cubría las montañas pasó de ser blanca a marrón oscuro y las pistas de esquí recordaban al planeta Tatooine (para los fans de la saga de Star Wars). Las imágenes de satélite revelaron un Pirineo de color marrón, una imagen que ha ocurrido otras veces en el pasado pero que en febrero se hace inusual.

Quizás en el escenario de cambio climático en el que estamos inmersos debamos seguir muy de cerca a nuestro vecino del sur. La presencia cercana de un desierto como el Sáhara es un factor que jugará en nuestra contra en las próximas décadas si mantenemos el actual ritmo de emisiones y calentamiento global. El almanaque de consecuencias directas sobre Balears ya ha sido estudiado por diversos investigadores en la UIB. Por ejemplo, la extensión del verano hacia la primavera (A. Jansà, 2012) o un incremento anual en el número de olas de calor.

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