La vacunación irregular del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, estalla de pleno a la presidenta del Consell, Catalina Cladera. El prelado no solo se saltó el protocolo para inmunizarse antes que nadie de la covid; también habría incurrido en un fraude administrativo de tintes legales: Taltavull se dio formalmente de alta como residente de la Casa sacerdotal de la diócesis tan solo unos días antes de recibir las dos dosis del fármaco, y con esta única finalidad.

Pese a no ser una residencia autorizada de ancianos, durante toda la pandemia la Casa se viene beneficiando de dicho estatus otorgado por el Consell. Este trato preferente al Obispado, unido a los contactos políticos de los que se jacta el propio Taltavull, posibilitó que la conselleria de Salud le dispensara las vacunas contra el coronavirus incluso antes que muchas residencias de mayores de la isla legalmente reconocidas.

Entre la población de riesgo priorizada por el ministerio de Sanidad no entraba el obispo ni por edad (73) ni por ser residente. Los dos sacristanes en torno a los 40 años que asisten al prelado en la Catedral también se han vacunado.

En Mallorca todavía quedan 3.382 mayores dependientes y otros 1.261 usuarios de residencias de personas con discapacidad pendientes de recibir la primera inyección.

Al inscribirse en el Registro de altas y bajas de usuarios de residencias de personas mayores, que controla el Consell a través del Instituto Mallorquín de Servicios sociales (IMAS), el obispo se hace pasar oficialmente por un anciano residente en un geriátrico, cuando no lo es en realidad. De este modo pudo colarse con las espaldas a cubierto entre el listado de curas a vacunar, en su mayoría de avanzada edad, que sí residen en la Casa sacerdotal.

Solo pernoctó para evitar a la prensa

Tanto antes como después de vacunarse, el obispo no ha dejado de habitar en el Palacio episcopal. Así lo afirman fuentes eclesiásticas conocedoras de la maniobra llevada a cabo, y que reclaman máxima confidencialidad. La única noche que monseñor Taltavull pasó en la ‘residencia’ sacerdotal fue la víspera de ponerse la segunda dosis, con el solo objetivo de evitar a la prensa.

En ningún momento de la polémica el prelado ha argumentado públicamente que se había inscrito en el Registro oficial de mayores residentes a escasos días previos a inmunizarse. Todo lo contrario, ha asegurado por escrito que es «usuario activo» de la Casa sacerdotal desde su llegada a Mallorca, así como de sus servicios sanitarios.

El pasado 5 de enero, Taltavull recibió la primera dosis de la vacuna anti covid en la mencionada Casa. El proceso para llegar hasta ahí constó de dos fases. En primer lugar, durante la primera ola de la pandemia el IMAS dio al lugar el tratamiento de «residencia sociosanitaria no reconocida», como ha desvelado su director, el canónigo y deán de la Catedral, Teodor Suau. Uno de los médicos de la conselleria de Salud que coordina y supervisa las residencias de ancianos, buen amigo de Taltavull y antiguo colaborador de la diócesis, también habría facilitado las gestiones, señalan varias fuentes.

Con este trato VIP, el Consell asimiló al grupo de sacerdotes diocesanos que viven juntos a las 40 residencias de personas mayores públicas y privadas sí reconocidas legalmente en Mallorca. La deferencia no se ha hecho extensiva a los conventos de religiosas ni a las comunidades masculinas de mayores como los franciscanos o los hermanos de la Salle en es Pont d’Inca. Todos esperan aún su turno para vacunarse.

El Obispado adquirió por tanto el derecho a recibir la vacuna junto a los colectivos más vulnerables, «residentes y personal sanitario y sociosanitario que trabaja en residencias de personas mayores y de atención a grandes dependientes», según fija el protocolo del ministerio de Sanidad ratificado por Baleares.

Faltaba simular que el obispo era un usuario más de la ‘residencia’ sacerdotal. Para ello, se inmatriculó en el Registro del IMAS jornadas antes de que tocara vacunarse a los curas de la Casa. Es de suponer que la inscripción se hizo a instancias de Taltavull, o con su consentimiento. En todo caso, también lo ha ocultado.

Al contrario que en Valencia, donde la Generalitat investiga si el exobispo de Mallorca Jesús Murgui (actual titular de Orihuela-Alicante) se vacunó irregularmente, hasta ahora aquí Govern y Consell se han desentendido de hacerlo con Taltavull. Dedican sus esfuerzos a tratar de minimizar lo ocurrido. Su connivencia se explica mejor al haber trascendido que varios cargos del PSOE de ambas instituciones se pusieron la vacuna Pfizer el mismo día que llegaron las primeras dosis a Palma. Taltavull también ha sido de los primeros en inmunizarse.

No se cotejan las listas

El pasado viernes, preguntada por la polémica en los micrófonos de IB3 Ràdio, la directora de Asistencia Sanitaria del IB-Salut, Eugènia Carandell, reconocía que Salud no confecciona las listas, sino que se limita a recibirla de las residencias y que tampoco se verifica si las personas que aparecen en ella son usuarios o trabajadores. «Nosotros recibimos la lista y no vamos a pedir el contrato laboral para saber si uno es o no trabajador», puso como ejemplo la responsable sanitaria, que defendió que se vacunara a los residentes de la casa sacerdotal con independencia de su estatus, debido a que «la población institucionalizada es de mayor riesgo».

Salud ya defendió, al conocerse la vacunación del obispo, que dada la cantidad de personas en el listado no podía comprobar caso por caso.