No hay ningún fallecido por covid-19 tras vacunarse: una extraordinaria noticia entre los miles de vacunados en ensayos clínicos y en la población real ya vacunada. Y más aún: sabemos que las vacunas están haciendo decrecer la incidencia de la enfermedad grave. Así, la probabilidad de dar positivo en un test, se reduce en un 33% con la primera dosis de la vacunación y en Israel, apenas un 0,04% de los vacunados con la segunda dosis (371 de más de 715.000) sufre covid-19. Esto supone, sobre el terreno, una eficacia real del 92%. El efecto es especialmente pronunciado en los ingresos hospitalarios: entre las personas mayores de 60 años, los casos hospitalarios graves han caído un 26%; se dice además que hay una caída del 41% en los contagios y un 27% en pacientes en UCI. En contraste, entre los que tienen entre 40 y 59 años, un grupo que se vacunará posteriormente, los casos graves han aumentado en un 13%. Además, las vacunas podrían también mitigar la transmisión del virus. La vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford no solo protege de contraer una covid grave, sino que también podría ayudar a no infectar a otras personas. Por tanto, las vacunas parece que pueden ofrecer una protección parcial contra infectarse y transmitir el virus.
Necesitamos noticias positivas en un entorno en el que parece que la variante inglesa del coronavirus (B.1.1.7) sería entre un 43% y un 82% más transmisible que las variantes preexistentes o que 1 de cada 3 hospitalizados con covid-19 (muestra de 48.000 enfermos) es nuevamente readmitido en el hospital meses después del alta médica, lo que indica el impacto de los síntomas que deja la enfermedad. Y más en una situación en la que los conflictos por vacunaciones irregulares dominan el panorama en toda España (y en otros países) y también, cómo no, en Balears. Con ello me refiero a un obispo y dos concejales, una en Pollença y otra en Maó. Las demás forman parte del proceso de vacunación que podemos considerar normal, a pesar de la politización que conllevan todos los procesos en esta pandemia.
España necesita cerca de dos millones de inyecciones de vacunas a la semana para alcanzar los objetivos de vacunación establecidos entre las diferentes CCAA y el gobierno de España. A las inquietudes por el suministro, las dificultades y despropósitos de los contratos de las farmacéuticas con la Unión Europea, se suma que la vacuna de AstraZeneca no se aplicará a los mayores de 55. Un repaso a las expectativas en los próximos tiempos: El Ministerio de Sanidad espera haber recibido hasta el 31 de marzo, 6.217.965 dosis de Pfizer, de Moderna, 600.000 y de AstraZeneca, 1,8 millones en todo febrero. Suman 8,6 millones de dosis para las 4,5 millones de personas del primer objetivo.
Junto a ello, la Unión Europea tiene otros precontratos más. La de Curevac es una buena vacuna, de ARN mensajero, que no requiere ultracongelación. Es evidente que transferir su tecnología de estabilización a esa temperatura a Pfizer y Moderna, por un importe económico, sería fantástico. La UE tiene prefirmados 225 millones de dosis de este ensayo, el 10% para España, sin fecha para que lleguen. Sobre la de Janssen, tiene una gran ventaja y es que con una única dosis tiene un 85% de efectividad para proteger de la enfermedad grave, sin precisar de conservaciones críticas ni de jeringas especiales. La Sputnik V, rusa, ha demostrado casi un 92% de eficacia aunque no se fabrica en suelo continental, en el proceso no ha participado la Agencia Europea, ni ha tenido la transparencia que con otras. Es de las sencillas de conservar, aunque las dos dosis tienen distintas cantidades y eso requiere de más organización para evitar equivocaciones. Y el Reino Unido estudiará la eficacia de la combinación de las vacunas de Pfizer (vacuna ARNm) y AstraZeneca (adenoviral).
Y en ese contexto aparecen intereses de todos los sectores para ser vacunados con prioridad. La Presidenta Armengol ha planteado considerar a las islas zona estratégica en la vacunación. Junto a ello, encontramos que hoteleros de la Playa de Palma piden al Gobierno que les deje comprar vacunas para su plantilla. A ellos se han unido todo el sector para no perder otra temporada turística. Y muchas más peticiones: Los camioneros lo han pedido por ser esenciales. Autónomos de sectores esenciales también. La vigilancia privada pide ser prioritaria en la vacunación. Díaz Ayuso quiere priorizar a camareros, taxistas y cajeras de supermercados. Agricultores y ganaderos también han levantado la voz pidiendo ser prioritarios. Policías y guardias civiles también lo han planteado. Sindicatos docentes han pedido un plan de vacunación por ser personal de riesgo. Y hasta incluso funcionarios y abogados de oficio también lo han planteado. Todo el mundo quiere ser prioritario.
Según el último barómetro del CIS, crece hasta un 72,5% el porcentaje de españoles que están dispuestos a vacunarse ya frente a la covid-19. Mientras, un 16,5% dice que no quiere ponérsela. Respecto al motivo por el que no se vacunarían de forma inmediata, el 26,3 por ciento dice que es por miedo a que tengan riesgos para la salud/efectos secundarios-colaterales, el 23,5 por ciento porque no se fía de las vacunas y el 14,1 por ciento porque prefiere esperar a ver cómo funcionan. En septiembre pasado, estas cifras eran muy distintas ya que el 40% de españoles decía no quererse poner una vacuna contra la covid-19 «inmediatamente» después de que saliera, mientras que el 44,4% sí se la pondrían sin ningún condicionante.
Las primeras dosis se han administrado o se están administrando al grupo 1, que está conformado por los trabajadores sanitarios y los mayores en residencias y dependientes, además de los sociosanitarios y los grandes dependientes no institucionalizados. Los grupos restantes los conforman las personas mayores de 80 años que no viven en residencias y se seguirá con los de más de 70, que serán citados por sus centros de salud. Después se continuará probablemente por grupos con enfermedades crónicas como diabetes, epoc, cardiopatías..., y después de los crónicos, las personas institucionalizadas o en riesgo de exclusión social, es decir, colectivos de condiciones socioeconómicas deficientes, seguidos del personal esencial de todo tipo.
Junto a todo ello, un estudio sugiere que las personas que hayan pasado la covid-19 deberían vacunarse, pero les bastaría con una sola dosis para lograr protección y títulos de anticuerpos similares a los que nunca se infectaron y se vacunaron con 2 dosis. Un modo inmediato de ahorrar dosis de vacunas, basado en la evidencia y en el conocimiento del sistema inmunitario que aumenta las posibilidades de que el proceso de vacunación llegue cuanto más pronto posible a la mayoría de la población.
Los países prósperos han asegurado sus vacunas, pero ‘han vaciado los estantes’ para el resto. Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y la Unión Europea han hecho pedidos de vacunas que superan con creces a sus poblaciones, mientras muchas naciones pobres luchan por asegurarse las dosis que necesitan. Para tratar la desigualdad en la obtención de la vacuna, la Organización Mundial de la Salud y dos organizaciones sin fines de lucro han lanzado una iniciativa para garantizar 1.000 millones de dosis para 92 países pobres, ya que un estudio publicado en British Medical Journal, afirma que más de 1.900 millones de personas, casi un cuarto de la población mundial, no tendrá acceso a las vacunas covid-19 al menos hasta 2022. Se les está pidiendo a los países ricos que compartan en vez de acumular, porque el peor resultado posible es ofrecer las vacunas a toda la población de un país antes de hacerlo a las que corren más riesgo en otros países. Es evidente que todos los países del mundo deben tener acceso a las vacunas frente a la covid-19. Sin duda, los países ricos parece que no entienden que NADIE está a salvo hasta que TODOS/AS estemos a salvo.
Esperamos buenas noticias para todo el mundo, también para Balears.