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Pere Bover: «Todo científico debe moverse por la curiosidad. Sin ella no hay buena investigación»

El biólogo mallorquín Pere Bover ha pasado por centros de New York, Australia y ahora Zaragoza.

El biólogo mallorquín,. residente en Zaragoza, ha formado parte del equipo internacional que ha descifrado el ADN del lobo gigante, un animal en el cual se basa el Lobo Huargo de Juego de tronos.

Ustedes trabajan la paleogenómica. ¿De qué hablamos realmente? 

El estudio genético a partir de muestras fósiles o incluso de muestras de más de cien años.

El lobo gigante o Canis dirus, que literalmente significa perro terrible, ¿era realmente tan gigante como nos muestran en Juego de tronos?

Incluso diría que era más grande que los que aparecen en la serie, podría llegar a pesar hasta setenta kilos. Y lo de terrible le viene por la potencia de sus huesos, que es lo que realmente conocemos. Poseía una poderosa mandíbula que indica que era carnívoro y muy robusto, capaz de cazar animales grandes como bisontes o camellos.

¿Conocía la existencia de ese ser ficticio creado para la serie? 

No soy un gran seguidor de la serie, pero sí había leído alguno de los primeros libros, pero me perdí en la gran cantidad de nombres y situaciones. 

Ilustración de Mauricio Antón para la revista ‘Nature’.

Y ¿qué piensa de Jurassic Park?

Pues que es una historia ficticia, que entretiene, pero que no tiene nada de científica.

¿Cuál era el hábitat habitual de esos lobos?

Está en discusión. No lo sabemos a ciencia cierta. Su lugar era prácticamente la mitad norte del continente americano. Suponemos que su comportamiento era parecido al de los lobos comunes, cazaban y vivían en manada. Lo que sí podemos asegurar es que eran muy abundantes. 

¿Cuándo se extinguieron? 

Se calcula que hace unos doce mil años, coincidiendo con la gran extinción de gran parte de la mega fauna norteamericana, la de los animales de más de cincuenta quilos.

¿Por qué desaparecieron?

Existen diversas teorías: la presencia humana, cambios climáticos… pero ya digo, son hipótesis que no podemos confirmar.

Las horas de laboratorio invertidas en la investigación son incontables, asegura el biólogo.

¿Cómo han realizado la investigación?  

Podemos decir que el trabajo de campo ya estaba hecho pues hemos podido analizar fósiles que estaban en museos y laboratorios. La investigación ha durado cuatro años y las horas de laboratorio son incontables. Sesiones maratonianas en centros americanos, europeos y australianos.

¿Cómo ha cambiado, esa investigación, el conocimiento de esos lobos?

Muchísimo. Por poner un ejemplo antes se pensaba que era parientes cercanos de los lobos actuales, cosa que se ha visto que no es así. No tienen nada en común, excepto la forma. Sí convivieron más de diez mil años, pero sin tener contacto ni relación. De hecho, existen otros casos de animales genéticamente diferentes y cuya morfología es muy parecida debido a un tema de adaptación. 

¿Por qué se extinguieron y los otros no?

Los lobos que conocemos, como los coyotes, llegaron a América a través del estrecho de Bering y tienen una capacidad de adaptación que los lobos gigantes no tuvieron.

Para llegar a conclusiones como la del estudio que han publicado en Nature, ¿qué cantidad de material se necesita del hueso del animal?

Las técnicas de laboratorio han cambiado mucho y en muy poco tiempo. Si hace veinte años se necesitaba un gramo de material, ahora con unos cincuenta miligramos tenemos suficiente.

Laboratorio de ADN Antiguo gestionado por Pere Bover.

¿Qué representa publicar en una de las dos o tres revistas científicas de referencia mundial?

Se trata de una revista de gran difusión entre la comunidad científica y que luego suele dar visibilidad a las investigaciones. Y a nivel profesional, siempre es un empujón en el currículum. De todas maneras, lo importante es que el trabajo sea consistente y bien hecho, la publicación es secundaria.

Hablemos de su trabajo en el Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza.

Trabajo en la investigación del ADN de seres del pasado, para decirlo rápido y de forma sencilla.

¿Cómo es el trabajo de un investigador?

Todo científico y un investigador en particular, debe moverse por la curiosidad. Sin ella no hay buena investigación. Este es el punto de inflexión que mueve a todo investigador.

Dirigió un estudio anterior, publicado en la revista Quaternary Science Reviews, en el que se obtuvo el genoma del Myotragus balearicus.

Bien, nosotros obtuvimos el genoma mitocondrial, el otro, el que se transmite por vía paterna y materna, es otra cosa; en eso estamos trabajando y ojalá lo consigamos pronto.

También se ha incorporado al proyecto Atapuerca ¿Cuál es su trabajo?

Estoy en el equipo de Juan Luis Arsuaga, gracias a la intervención de Gloria Cuenca, que estudia la microfauna. Mi parte consiste en estudiar la genética de los microorganismos. Ahora mismo estamos procesando muestras tomadas en castores y marmotas.

Ha pasado por centros de New York, Australia y ahora Zaragoza. ¿Para cuándo su vuelta a la isla?

Por ahora no está entre mis objetivos. Tengo un buen lugar de trabajo en Zaragoza y quiero mantener el compromiso que he adquirido con los que han confiado en mí. A corto plazo, volver a Mallorca no se contempla, aunque nunca se sabe.

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