La precariedad laboral femenina se ha agravado durante la pandemia, igual que la violencia machista. Las mujeres están asumiendo más responsabilidades de las habituales, de cuidados, tareas del hogar, en atención social y sanitaria. Además teletrabajan, si es que no forman parte de los trabajadores en ERTE o desempleados por su mayor presencia en sectores como la restauración y el turismo.

Y es que «la crisis siempre tiene cara de mujer, y esta no es diferente», como advirtió ayer la consellera insular de Presidencia, Teresa Suárez, durante la presentación de un estudio elaborado por la Universitat de les Illes Balears (UIB) y dirigido por la socióloga y profesora María Antonia Carbonero, directora del Observatori Social de les Illes Balears.

La pandemia ha provocado una bajada en los ingresos del 22% de las mujeres de Mallorca, mientras que otro 7% asegura que sus ganancias han desaparecido. Este informe, cuyos resultados han sido elaborados a partir de las respuestas ofrecidas por un total de 2.196 mujeres, pone de manifiesto que se trata del colectivo «más afectado» por las consecuencias negativas de la crisis sanitaria, tanto en el ámbito laboral, como en el familiar, sanitario y del cuidado de niños o personas dependientes.

Teresa Suárez (centro) durante la presentación del estudio.

El objetivo de este estudio realizado en colaboración con el Consell de Mallorca ha sido analizar en qué situación se encuentra la mujer después del confinamiento y ante las consecuencias de la situación actual, para, así, poder «reorientar» las políticas públicas, en caso de que sea necesario, y presentar propuestas de mejora.

La consellera Suárez ha resumido que la situación de la mujer desde el pasado marzo es «especialmente grave», «más precaria», «más maltratada por la crisis económica» y «con más presión».

Encerradas con su maltratador

El estudio desvela el número de residentes de nacionalidad española que han estado en Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) desde el inicio de la pandemia, un 9,7%, lo que representa 4.161 mujeres, mientras que esta cifra asciende al 12,3% en el caso de las residentes extranjeras.

La incidencia de ERTE ha sido mayor en las personas con baja formación, pues el 19% tenían la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), otro 20% contaba con estudios primarios y un 25% no tenía estudios.

Por otro lado, el 016 atendió 310 llamadas durante el confinamiento. Hablamos de mujeres encerradas con su maltratador.

El informe no especifica el porcentaje de diferencia con el año anterior, pero sí que destaca el uso que se hizo del servicio de atención a víctimas de violencia de género, entre marzo y abril. 226 llamadas las hicieron las propias mujeres y las 84 restantes familiares, entre ellos quizás sus propios hijos testigos del horror vivido entre cuatro paredes sin poder salir.

Los agentes de Igualdad que han participado en el estudio aseguran que la violencia de género se ha incrementado debido a la pandemia y subrayan la importancia de tener en cuenta que el miedo a vivir con maltratadores y la pérdida de autonomía económica condicionan las posibilidades de denuncia por parte de las víctimas.

Del total de encuestadas, el 69% cree que la violencia de género aumentó en el confinamiento, un 13% indica que conoce a alguna mujer que la sufrió durante esos meses y otro 3% asegura que padeció alguno de estos episodios en primera persona.

Invisibilizadas

Por otra parte, las viviendas de emergencia del Consell acogieron en agosto a 32 mujeres y a 21 menores en situación de vulnerabilidad por violencia machista, frente las 8 mujeres y 8 menores del año pasado.

El informe destaca que las trabajadoras sexuales son «las más invisibilizadas dentro de la economía informal», y más en el contexto de la violencia de género y de la covid, por lo que solicita a las asociaciones feministas que ofrezcan más recursos para alternativas a la prostitución.

En cuanto al impacto emocional, el 53% han sentido inquietud y preocupación; el 40%, estrés y sobrecarga de trabajo; el 35% tristeza y agobio, y otro 31% cansancio. En este sentido hay que tener en cuenta que el cuidado de personas dependientes en el 54% de los casos provoca inquietud, seguido del cuidado de hijos, que crea estrés en un 20 por ciento de los casos.