El futuro, y el presente, del sector primario pasa por la diferenciación y la búsqueda de un producto de calidad identificado, la recuperación de los circuitos cortos de comercialización y la profesionalización. Éstas podrían ser las principales conclusiones a las que llegaron los asistentes al debate obre el sector agrario organizado por Diario de Mallorca para poner sobre la mesa las fortalezas y debilidades de una actividad considerada estratégica que ha demostrado su importancia y potencialidad durante la pandemia. Gabriel Torrens, director general de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural; Joan Simonet, gerente de Asaja; y Javier Irazusta, gerente de Can Company, participaron en la mesa redonda que tuvo como moderador a Felip Munar, colaborador de este periódico. Tenía que estar presente también en la mesa la empresa de Manacor Avícola Ballester, en representación del área avícola, pero finalmente no pudieron acudir. Uno de sus responsables, Tomeu Adrover, quiso hacer en cualquier caso un llamamiento a los lectores de Diario de Mallorca y a la población de las Balears en general, para que se consuma preferentemente producto de las islas. «Es fundamental -nos decía- para poder seguir y mantener las empresas agroalimentarias, es un sector donde intervienen además muchos actores secundarios como son fábricas de piensos, veterinarios, almacenes, etc. y no lo podemos dejar caer».

El encuentro se inició con la fotografía que cada uno de los ponentes realizó de la situación actual del campo en Mallorca. Joan Simonet se refirió por un lado a la falta de rentabilidad y a la gran diversidad de tipos de explotación la mayoría de ellos no rentables, pero también señaló los proyectos «innovadores que se están haciendo un hueco en el mercado con resultados positivos». Por su parte, Javier Irazusta, gerente de Can Company, destacó además que cada vez son menos las personas dedicadas al sector y que el aumento de costes no se ha correspondido con una subida de los ingresos. Desde la conselleria de Agricultura Gabriel Torrens coincidió en que la situación es compleja por «la gran variedad de cultivos, paisajes y microclimas, algo que complica la comercialización y la organización». Sin embargo, Torrens quiso recordar que «el sector agrario está resistiendo la crisis, es un momento de resilencia payesa y se están defendiendo bien». 

Por otro lado el director general no olvidó mencionar que es necesario compensar los costes de la insularidad. Felip Munar planteó el gran cambio vivido en el campo mallorquín en los últimos 50 años destacando cómo en poco tiempo la agricultura había pasado de ser una actividad mayoritaria a residual. En este sentido Simonet recordó la «evolución brutal» que se había producido en la sociedad mallorquina pasando de ser una economía agraria a una de servicios: «La agricultura fue sustituida socialmente por sectores más rentables quedando como una actividad residual que no evolucionó ni innovó», algo que repercutió en una menor rentabilidad. 

Simonet recordó que el sector balear «no compite en igualdad de condiciones» debido a cuestiones como el minifundismo, el precio de la tierra, la escasez de recursos hídricos o la falta de relevo generacional: «Los jóvenes se van, se ha creado una tormenta perfecta» refirió el gerente de Asaja quien señaló la necesidad de encontrar micronichos que aseguren la rentabilidad. Irazusta coincidió en la importancia de contar con recursos hídricos y destacó la rentabilidad de los cultivos de regadío frente a los de secano. «O nos especializamos o no podemos competir fuera» enfatizó el gerente de Can Company, empresa que se dedica al cultivo de cereales y la producción de harinas y a l a cría del porc negre y la producción de carnes y embutidos. Irazusta destacó que «hemos buscado una salida diferente» al tiempo que señaló cómo ante la crisis «hemos buscado soluciones para llegar al cliente y nos hemos servido de los nuevos canales de venta». 

Gabriel Torrens recordó que el turismo provocó en su momento una falta de interés por la agricultura como salida laboral: «Eso nos ha pasado factura, pero el sector está vivo y quiere continuar, surgen iniciativas y hay mucha diversidad». También recordó la necesidad de «aumentar y recuperar la producción y crear un marco favorable» para que dedicarse a la agricultura sea una opción atractiva para los jóvenes. «El payés ha de comercializar también, no queda más remedio» y en este sentido señaló la necesidad de facilitar los trámites de venta directa. 

Turismo y agricultura

Por otra parte Munar planteó la necesidad de un entendimiento entre la conselleria de Agricultura y la de Tursimo para conseguir que los productos autóctonos se sirvan en los establecimientos hoteleros. «Se han intentado cerrar acuerdos, hemos vivido unos cuantos» coincidieron en señalar Torrens y Simonet. Sin embargo, ambos apuntaron a los precios a la hora de explicar por qué el sector hotelero no absorbe parte de la producción agraria y ganadera de las islas: «El cordero de Nueva Zelanda está a 2,50 euros el kilo y el mallorquín cinco», refirieron. «Hay que decir que hay honrosas excepciones, también en restauración, que están apostando por productos kilómetro cero», añadió Simonet. El gerente de Asaja incidió en la necesidad de que el payés pueda beneficiarse del turismo: «En países como Francia el agricultor comercializa y también recibe huéspedes. Aquí parece que el sector agrario no tiene derecho de probar la nata del pastel del turismo», se lamentó. 

Torrens inisitió en la necesidad de ofrecer productos de calidad diferenciados e identificados ya que «si tienen un precio superior, han de ser mejores. Hay que crear un espacio en el mercado con marcas de calidad». En este sentido Simonet señaló la importancia de la concienciación y educación del consumidor e Irazusta expresó la necesidad de que se permita que el producto local se conozca y llegue a los consumidores. Por su parte, Munar se preguntó si no «hemos sabido vender nuestro producto» a lo que el gerente de Can Company respondió que en ocasiones le resultaba más fácil vender fuera que dentro de las islas: «Tengo clientes en Valencia y Barcelona, nuestra porcella es muy buena, la tenemos aquí y no tenemos por qué ir a rebufo de lo que viene de fuera». 

En cualquier caso, Torrens quiso señalar que la tendencia estaba cambiando y que el producto local cada vez está más valorado. Así, destacó la labor realizada en este sentido por los cocineros de Balears. «El kilómetro cero es un valor añadido», apuntó Simonet algo en lo que coincidió Irazusta que destacó una vez más que la clave está «en lo de aquí, eso es lo que te hace diferenciarte». Por su parte el gerente de Asaja incidió en que «lo mejor que sabemos hacer es el turismo, pero eso no quiere decir que no esté relacionado con otros sectores. Hoy en día el payés tiene que hacer de todo y aprovechar las ventajas del turismo».

Ayudas institucionales

Las ayudas a la agricultura y a la ganadería centraron parte del debate. Gabriel Torrens recordó que el Govern sigue insistiendo en conseguir un regimen especial para Balears y recordó los sobrecostes que padece el sector poniendo un ejemplo: «En Balears mantener una vaca cuesta 1.100 euros más que en la Península. Canarias con el doble de producción agrícola recibe diez veces más ayudas», expuso el director general. Por su parte Joan Simonet apuntó que esas ayudas no tienen por qué ser solamente económicas:«A veces es una cuestión de normativa, no de subvenciones» y destacó la importancia de agilizar la administración y no poner trabas al desarrollo económico del sector. Torrens estuvo de acuerdo con el representante de Asaja en que «hay que acortar los plazos, mejorar el marco para que sea atractivo» y añadió que «los controles son necesarios, la actividad agrícola está muy regulada y controlada a nivel local y europeo, pero hay que agilizar y simplificar al máximo los trámites». En este sentido anunció una «revolución» en términos administrativos. «Hay que crear un carril-bus para que los proyectos agrícolas tengan facilidades», demandó Simonet.

Con todo, los participantes en este encuentro coincidieron en que el futuro del sector se vislumbra esperanzador. Simonet opinó que la clave se encuentra en «profesionalizar y rentabilizar que para mí son sinónimos. No quiere decir que vivas cien por cien del campo, pero que tengas una rentabilidad, que aunque pierdas con la agricultura tengas rentas complementarias». También señaló que en los próximos años habrá menos empresas agrícolas, pero que serán más grandes y convivirán con pequeños payeses. Por su parte Irazusta señaló que el futuro del sector pasa por aplicar la tecnología, apostar por la formación y la sostenibilidad: «Hay que introducir innovación y marketing para explicar los que estamos haciendo. Nuestros productos tienen que ser mejores y diferentes», argumentó. 

Torrens reconoció que «la agricultura ha padecido un desinterés político dramático» sin embargo recalcó que «soy optimista. Habrá jóvenes que se dediquen al campo y las condiciones serán más acogedoras». Insistió en la necesidad de apostar por la diferenciación y la calidad y de recoger nuevas demandas sociales como el bienestar animal. «Dentro de este panorama que estamos viviendo el sector agrario ha demostrado que es esencial. Tenemos que recuperar la economía, los valores y el paisaje que hemos dejado que se perdiera. Estoy seguro que habrá un cambio importantísimo nuevos payeses y nuevas maneras, por que la alternativa es la desaparición», concluyó.