Nunca se había registrado como en este año tanta demanda de ayuda social en Mallorca, superando con creces los niveles de la anterior crisis de 2008. Y nunca el abanico de personas necesitadas había sido tan amplio, abarcando a todas las edades, con abuelos que acuden buscando una bolsa de alimentos para sus nietos o jóvenes que habían viajado a la isla desde otras regiones del país en busca de su empleo de cada año y que se han visto obligados a pasar días durmiendo en el interior de su coche al verse afectados por los bloqueos a la movilidad, según se señala desde Cruz Roja-Balears.

Hay un dato facilitado por la coordinadora autonómica de este organismo, Juana Lozano, que refleja a la perfección lo que está sucediendo: durante todo 2019, se entregaron en el archipiélago unas 11.000 ayudas básicas, como alimentos, productos de higiene personal para adultos y niños o de limpieza del hogar. Solo en los diez primeros meses de 2020, está cifra se ha situado ya en las 52.000.

Llegan los fijos discontinuos

El panorama que la caída de la actividad turística ha provocado, con la correspondiente pérdida de empleos y la entrada masiva de trabajadores en los expedientes de regulación temporal (ERTE), es desolador y no tiene precedentes en Mallorca, según se reconoce desde Cruz Roja, hasta el punto de provocar incluso la entrada en la red de ayuda social de un colectivo que hasta ahora no aparecía en la lista de demandantes de auxilio: los empleados fijos discontinuos, que en esta ocasión no han podido hacer acopio de ahorros durante el verano para pasar el invierno y que en muchos casos llegan a estas alturas del año con las reservas económicas agotadas.

La demanda de ayuda está siendo en 2020 de tal calado que Cruz Roja-Balears, que ha elevado en más de dos millones de euros su presupuesto durante este año para poder hacer frente a las peticiones recibidas (de los 16,8 millones de euros de presupuesto de 2019 se va a pasar al cierre del presente ejercicio a unos 19 millones), se ha visto obligada a fijar prioridades, destinando la práctica totalidad de sus recursos a la entrega de alimentos y otros productos básicos, y desviando otros que otros años se dedicaban a cubrir gastos de alquileres o suministros del hogar. En este último caso, en esta ocasión solo se ha podido prestar un servicio de asesoramiento y seguimiento para ayudar en la búsqueda de una residencia y obtener subvenciones de la Administración con este fin.

Hay otro servicio cuya demanda ha registrado un fuerte crecimiento, y es la relacionada con el asesoramiento y búsqueda de un empleo, debido al elevado número de personas cuya actividad tradicionalmente estaba vinculada a la llegada de turistas y que en esta ocasión han visto cómo no iban a contar con un contrato en el sector. Así, se señala que no solo está creciendo el número de personas que viven en la calle, sino también las que se alojan en asentamientos o las que se ven obligadas a convivir en ‘pisos patera’.

El problema que se plantea es que las campañas navideñas venían suponiendo un respiro en la demanda de ayuda debido a las contrataciones temporales de refuerzo que sectores como el comercio y la restauración venían haciendo, y que este año no se han producido.

Todo ello lleva a vaticinar desde Cruz Roja que los meses peores están por venir, como serán los de enero, febrero o marzo.

Lozano hace un paréntesis para poner en valor el trabajo que los voluntarios, cuyo número está creciendo, están haciendo durante esta crisis, ya que gracias a ellos se han podido reforzar servicios como los de entrega de alimentos a domicilio a familias necesitadas.